Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Impulso irresistible

“Esta pandemia es una lección de fe y de esperanza”

Padre Jacques Philippe (Fuente: http://padrejacquesphilippe.com/)

Tan clara y tajante afirmación ha salido de la boca de un escritor francés, que es sacerdote y miembro de la Comunidad de las Bienaventuranzas: Jacques Philippe, un intelectual nacido en Metz en 1947. Pero antes de fraile se licenció en matemáticas, porque lo suyo era averiguar, preguntar, saber. Desde que entró en la Comunidad de las Bienaventuranzas se dedicó a organizar tandas de predicación y estudio hasta conformar retiros y ejercicios espirituales y editar libros con contenidos favorecedores de la oración y la vida cristiana en el mundo de hoy. En la actualidad ya ha superado la cifra de un millón de libros en 24 idiomas. Con su lectura ha llevado a miles de personas, laicos, sacerdotes, conversos y no creyentes por caminos de oración y vida cristiana.

La periodista María José Atienza le ha entrevistado con la curiosidad de que nos dé razones de vitalidad en estos tiempos tan revueltos por la pandemia y la sobreinformación, y también sobre la experiencia de la oración en la sociedad actual, tan fría en los pensamientos, gustos y actitudes de las personas. La pandemia de coronavirus que estalló a principios del 2020 ha mostrado el rostro más vulnerable del ser humano. La experiencia de esta situación ha “descolocado” a muchas personas no creyentes, pero también a otras muchas, con fe pero que, en estos momentos, se preguntan: “¿cómo puede Dios permitir esta situación?”. Philippe nos manifiesta:

Nos enfrentamos a la eterna cuestión de la existencia del mal en el mundo. Es tiempo de recordar que el Catecismo de la Iglesia Católica, en el número 311 dentro de ‘La providencia y el escándalo del mal’, afirma que si Dios permite un mal es porque puede derivar de él un bien mayor. La verdadera pregunta que hemos de hacernos no es ‘porqué esta situación’ sino ¿Cómo puedo vivir estos momentos de manera positiva y acogerla como una posibilidad de crecimiento humano y espiritual? Esta pandemia es toda una lección de fe y de esperanza; de mucha, mucha confianza. He constatado que esta situación ha hecho a muchas personas dar un salto espiritual adelante, una mayor intensidad en la oración, un compromiso más fuerte para anunciar el Evangelio, gracias a Internet, por ejemplo.

Todos hemos experimentado una mezcla de sentimientos por parte de la gente, viendo que, por una parte, se ha valorado por las continuas noticias los progresos científicos que han devuelto un grado de confianza en la medicina, en los palpables avances de la ciencia (aunque también una desconfianza creciente en las instituciones políticas que la han administrado. Aquí nos interrumpe Jacques Philippe para decir:

Es en los tiempos difíciles cuando hemos de volvernos a Dios con confianza.

Philippe nos recuerda que Dios nos consuela en cualquier tribulación, que está cerca de los corazones quebrantados (Salmo 34). «Volviéndonos a Dios –dice– cada uno de nosotros encontraremos las respuestas correctas a las diferentes situaciones. Él es la fuente de luz, de paz, de esperanza…».

Cada día nos despertamos en un mundo lleno de constantes estímulos, pantallas y posibilidades de dispersión que poco ayudan a una vida de recogimiento. Ante este panorama, hay que reconocer que estamos continuamente llamados al exterior y nos cuesta encontrar momentos para la meditación y el silencio. Pero hay que estar atentos y volver nuestro corazón y nuestros pensamientos hacia Dios.

Es cierto, nos advierte también, que vivimos con una cierta obsesión por la imagen que damos de nosotros mismos, obsesionados en que sea una imagen buena. En el fondo, pensamos, terminamos sólo existiendo para los demás. Con oración pediremos también vivir bajo la mirada de Dios, una mirada de benevolencia y misericordia que nos debe dar mucha libertad. Nuestra verdadera identidad, nuestra profunda belleza, no es algo que tengamos que producir ni fabricar, que no es ese algo de lo que tengamos que convencer a los demás. Es lo que recibimos gratuitamente de Dios cuando aprendemos a estar en su presencia, a recibir su amor como Padre. Es Dios quien nos viste de belleza.

Demetrio Mallebrera

Periodista.

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