Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Impulso irresistible

Es más esclavo el que se tiene por libre sin serlo

Fotografía: Jackson David (Fuente: Pixabay).

Pocas son las cosas que atraen poderosamente al ser humano en el mundo actual, pero entre esas pocas cosas está sin duda el uso real de la libertad. En esta sociedad se viven y gozan los usos de grandes libertades, es verdad, pero sufrimos la peor de las esclavitudes. Gozamos sin duda de libertades exteriores, pero cada vez se nos aprieta más por el interior de modo que, por dentro, poca libertad hay, y es ahí donde más debería de haber. La forma de no tenerla es sentirnos atados, sentir que no somos en verdad lo libres que deseamos y necesitamos. Domina en este mundo el pensamiento de que para emanciparnos tenemos que sucumbir a los deseos de nuestras pasiones. De esta manera, se quita autoridad a las normas establecidas y así la norma establecida es ahora la rebeldía que favorece nuestras pasiones. Esto es así, no hay más que verlo, preguntarlo o vivirlo. Lo lógico es vivir enfadados con las normas y así nos creemos que sólo es libre quien se atreve a romperlas.

«Nadie es más esclavo que el que se tiene por libre sin serlo».

Goethe

¿Será así que éste es el tiempo de los “libres esclavos”? Parece que sólo es libre el que se atreve a romper las normas. Nuestra generación ha estado siempre centrada en este asunto considerando que la libertad exterior tiene como punto culminante la emancipación de todas las cosas que nos atan y que están fuera de uno mismo. Los hombres de nuestro tiempo no paran de huir para intentar liberarse de algo de lo que se sienten presos, que les impide ser libres. Predomina la idea de que lo que ha establecido el sistema está mal y no podemos ser libres. Hay pérdida del sentido de la realidad. Quizás deberíamos identificar con acierto qué es lo que esclaviza al hombre occidental de hoy. En la actualidad son pocos los jóvenes que han tenido o tienen a grandes modelos de personas libres.

“Sólo la libertad que se somete a la Verdad con mayúscula conduce a la persona humana a su verdadero bien. El bien de la persona humana consiste en estar en la Verdad y en realizarla”.

San Juan Pablo II

Debemos comprender que nuestro corazón y nuestra naturaleza están heridos y que siempre van a necesitar de una sanación. Nuestro corazón anhela el bien, la verdad y el amor. La libertad nos atrae mucho porque nuestra aspiración fundamental es precisamente la felicidad y, en el fondo, nuestro corazón sabe que la felicidad no es posible sin amor y el amor es imposible sin libertad. El amor sólo es posible entre personas que se poseen a sí mismas para entregarse al otro. Nuestro corazón es libre en la medida en la que es capaz de esclavizarse, de entregarse, de comprometerse por amor. Nada hay más bello que la libertad empleada en esa entrega total del yo.

La libertad tiene que ver con el bien y por tanto con el compromiso con ese bien. Elegir el bien y permanecer en él. La persona que no se forma en una voluntad firme y decidida suele ser prisionera de sus deseos y antojos. Como decía Chesterton en El hombre eterno, “las cosas muertas pueden ser arrastradas por la corriente, sólo algo vivo puede ir contracorriente”. Merece la pena, merece la vida, usar la inteligencia para comprender lo que realmente anhelamos y usar la voluntad para permanecer en ese obrar con prudencia y justicia para darnos a nosotros mismos aquello que verdaderamente necesitamos. En un mundo donde nos venden que el más libre es el que hace lo que le da la gana puede llevarnos a acabar siendo esclavos de la “gana”, que es la peor de las dictaduras. Porque cuando la “gana” manda, no se puede hacer nada más que lo que ella quiere. Si nuestras emociones, sentimientos, pasiones e instintos dominan nuestra inteligencia y voluntad estaremos siendo esclavos de nosotros mismos. La persona que no se forma en una voluntad firme y decidida suele ser prisionera de sus deseos y antojos. ¿Quién conoce a alguien verdaderamente libre que no se posea a sí mismo, ni a nadie verdaderamente libre que no haya decidido comprometerse y esclavizarse por amor? Tiene que existir una obligación siempre. No puede haber nada más bello que la libertad de Cristo en la cruz.

Demetrio Mallebrera

Periodista.

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  • Maestro Demetrio: Esta semana la Hoja del Lunes es más libre que nunca. Me gusta y comparto tu canto a la libertad, que lo es al amor (olvidémonos de San Valentín, bueno, quiero decir de lo que han montado los listillos comercialmente). «No hay nada más bello que la libertad de Cristo en la Cruz». ¡Guau! ¡Vaya final de concierto sacro con música de Palestrina! Un abrazo.