Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

Hacerse la foto

“El tiempo corre, llegamos tarde. Necesitamos una fotografía con algún centro o colectivo numeroso. Nuestro candidato o nuestra candidata no puede ser invisible en los medios y en las redes sociales. Da igual con quién, que haya mucha gente y ya está. Daremos cualquier contenido que destaque su compromiso con ese colectivo y destacaremos sus logros en ese u otro sentido. Ya lo arreglaremos. Tú organiza la foto y ya está.”

Un comentario como el anterior parece regir los consejos de algunos asesores políticos que puede incluso perjudicar la solvencia y la solidez de algún candidato. Con la expresión “hacerse la foto” asistimos a imágenes sin sentido tomadas con rapidez donde los asistentes al acto se sorprenden por el interés repentino de alguien que sólo conocen por los medios hacia su causa o su trabajo. Tal vez se sienten utilizados, una vez han sido convocados, por quienes derrochan simpatía y sonrisas en una cita no esperada y luego se ven protagonistas de un evento del cual apenas hacía unos días no tenían ninguna noticia. Se observa, como comentario por detrás, la prisa por la apariencia o la imagen de esa candidatura por recorrer un camino que no se ha realizado pacientemente durante el tiempo anterior, bien en el desarrollo de unas competencias asumidas, bien desde la oposición. La carrera electoral se convierte así en una yincana, un conjunto de pruebas y de destreza que se realiza con un tiempo limitado. Se piensa que es producto del ingenio de un equipo de apoyo, pero puede convertirse en un arma de doble filo si, con la precipitación, se vacía de contenido y de sentido la obtención de esas imágenes tras visitas fugaces que no volverán a repetirse durante el resto del mandato si se obtiene el apoyo de los electores.

Por este motivo, todo comunicador, sea cual sea su objetivo, debería tener en cuenta las advertencias de algunos teóricos como John Berger, crítico de arte y autor. El autor, entre otros, del ensayo Ways of Seeing (1972), destacó la importancia de la experiencia visual en la concreción ideológica de nuestro tiempo. Así destacaba cómo la fotografía es una herramienta poderosa para transmitir ideas, emociones y perspectivas. Todo ello con la simbiosis con el contenido: toda imagen publicada debe contar una historia o provocar una reflexión en el espectador. De lo contrario, se convierte en una mera representación superficial, sin significado ni relevancia. En los tiempos que vivimos, con el desarrollo permanente de las redes sociales, la aparición constante de nuestro candidato en ellas, con imágenes encadenadas sin contenido reflexivo o justificación real de aquellas citas, puede ser un arma de doble filo. Se incrementa la aceptación de aquella entrada por parte de los seguidores incondicionales, pero se corre el riesgo de ahuyentar a los no convencidos inicialmente. Se transmite una imagen de frivolidad permanente, con posados artificiales y con enunciados que esconden, por ejemplo, que quien encabeza el equipo no está y ha enviado a alguien en su representación. Se obvia que, además de la imagen, como indica Berger, no existe relato y ni transmisión de mensaje.

Pasa el tiempo y no aprendemos. Seguimos cayendo en la misma trampa de buscar los colectivos en tiempo de elecciones. Tal vez por eso se sigue incrementando la sensación de hartazgo hacia la clase política, sea cual sea su ámbito de acción. El “todos son iguales” se generaliza y eso, si me lo permitís, me indigna. Porque no todas las personas que intentan obtener el apoyo de su entorno para representarles son iguales. Unos y otros se acusan: todos hacen lo mismo. Tenemos que rebelarnos hacia esa tendencia en el uso de los medios de comunicación, sean a través de redes sociales o de otras herramientas. Exijamos la resolución de los problemas de nuestra sociedad, pidamos a quienes optan por representarnos que sean más lúcidos, que se preocupen siempre de nosotros, no sólo en periodo electoral. Necesitamos cercanía, unas nuevas formas de hacer política en todos los ámbitos, que ofrezcan la sensación de sentirnos partícipes de ellas. Asistimos, por el contrario, a un cambio repentino de las fechas de un acto en aras de la coincidencia o de la visita de una candidatura. Nos vemos inmersos en un evento vacío, sin novedades que aporten un cambio del rumbo marcado, que busca solo esa fotografía final de grupo que no volverá a repetirse hasta la próxima contienda electoral. Como ciudadanos y ciudadanas responsables, pues, nos merecemos un mayor grado de sinceridad y de compromiso. Ser parte de la imagen de promoción de alguien no es un hecho agradable, sin ninguna duda. Por lo menos, exijamos con valentía que nos aclaren los motivos del encuentro. De lo contrario, estamos destruyendo la credibilidad de nuestra sociedad o colectivo.

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

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