Escribíamos hace un par de semanas sobre la revista que editó primero la Caja del Sureste y después la CAAM (Caja de Ahorros de Alicante y Murcia), durante casi cuarenta años. Fundada por Antonio Ramos Carratalá, prácticamente fue dirigida durante tres decenios por el escritor Vicente Ramos, a la sazón director de la Biblioteca Gabriel Miró. Eventualmente contó con periodistas colaboradores externos, como Francisco Bas y Fernando Gil, hasta que se conformó un trío formado por Ramos, Pascual Bosque, como subdirector y Pepe Gil, como redactor jefe, todos en nómina de la Caja con distintas responsabilidades, solo coincidentes en la elaboración de la revista.

En este soporte de comunicación, además de la información de las actividades propias de la Caja, tenía un gran peso la parte literaria, a la que aportaron textos ilustres novelistas, poetas e investigadores. Raramente colaboraba algún representante de la “especie” periodística.
En 1983 estos tres personajes se jubilaron, y el encargo de la publicación recayó en este que firma y en Demetrio Mallebrera, que estábamos al frente del departamento de Publicidad y Promoción. Obviamente quisimos darle una nueva orientación, más informativa, un diseño más atractivo y una mayor distribución. Durante cinco años lo desarrollamos, añadiendo a la nueva fórmula la colaboración de colegas periodistas, alicantinos y murcianos, bien para realizar reportajes sobre temas propios de la Caja o de carácter general, y de entrevistas a altos directivos de la entidad o a personajes alicantinos y murcianos de proyección nacional.

La “nómina” de los que nos aportaron su pluma en el ámbito provincial es extensa: Carlos Gómez, María Rosa Mirasierras, Fernando Gil, Ángeles Cáceres, Enrique Entrena, Vicente Martínez Carrillo, Rafael González, Blas de Peñas, José Marín Guerrero, José M.ª Perea, Ramón Gómez Carrión, Nuño de la Rosa, Joaquín Genís, José Luis Lobo, Gerardo Irles, Ramón Ferrando, Mira Candel, Mario A. Sierra, Antonio Dopazo, Tirso Marín, Francisco Sardaña, Ignacio Martínez, Antonio Cutillas, Vicente Climent… Todos aportaron su prestigio, gozaron de independencia para afrontar sus trabajos y la Caja se “acercó” un poco más a los profesionales de los medios.

Muchos de ellos nos han abandonado ya, otros ya disfrutan de su bien ganada jubilación, y los menos –treinta años después– aún siguen en la brecha. Compartir con todos ellos esta experiencia me es muy satisfactorio.
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