Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Jurar o prometer; conciencia y honor

(Pool: Moncloa).
Pedro Sánchez ama a los separatistas, desprecia al Rey y odia a los de Feijóo y a los de Vox, entre los que no estoy yo.

Con estas palabras tomó posesión de su cargo Pedro Sánchez: “Prometo, por mi conciencia y honor, cumplir fielmente con las obligaciones del cargo de presidente del Gobierno, con lealtad al Rey, y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, así como mantener el secreto de las deliberaciones del Consejo de Ministros y Ministras”.

Era el día 17 de noviembre. Cuatro días antes, Patxi López, portavoz del PSOE, registró en el Congreso de los Diputados el proyecto de ley de amnistía que no sólo pretende declarar inocentes a los independentistas que proclamaron la república catalana, delincuentes condenados por el Tribunal Supremo, sino que ahora Pedro Sánchez se ha comprometido a declararles inocentes y vilmente perseguidos por el Gobierno y por el propio rey Felipe VI, cuyo discurso del 3 de octubre de 2017, defendiendo la unidad de España y vapuleando a los separatistas, queda en agua de borrajas. A eso se ha comprometido Pedro Sánchez cuatro días antes de prometer “por mi conciencia y honor… guardar y hacer guardar la Constitución”. Que me permita el señor Sánchez poner en duda su conciencia y su honor.

Sánchez odia a los españoles del PP y de Vox y a los once millones de españoles que les votaron. A mí no me odia, porque no soy ni del PP, ni de Vox, ni de ningún partido. Repito una vez más soy socialdemócrata cristiano, mi partido que sólo me tiene a mí como militante, un partido que defiende todos los valores de Cristo, entre ellos dos fundamentales: la libertad y la verdad y en la libertad incluyo la defensa de la justicia.

No hay libertad ni paz sin justicia, como no hay libertad sin verdad. No es un galimatías, sino cuatro palabras para gente de palabra: verdad, libertad, justicia y paz.

Bien es verdad que hay muchas otras palabras hermosas, sobre todo cuando no se manipulan. Son dos palabras clave en la promesa del cargo del presidente Sánchez: conciencia y honor. 

¿Cómo se puede, ‘por conciencia y honor’ prometer una cosa y hacer la contraria? ¿Cómo se puede amnistiar un día a delincuentes separatistas (que dicen que volverán a hacerlo) y cuatro días más tarde prometer guardar y hacer guardar la Constitución? No hace falta ser catedrático de Derecho Constitucional para discernir entre lo uno o lo otro. Lo mismo debía de pensar él cuando ponía cara de ausente en el acto de promesa del cargo. ¡Vaya cara la de Pedro! ¡Y vaya cara la del Rey! Porque, Pedro, hay que echarle cara para jurar, perdón, prometer, lealtad a Felipe VI cuando legislas o acuerdas legislar perdón para los que gritaban que el rey no es su rey y disfrutaban viendo cómo se quemaban retratos suyos en nombre de una supuesta libertad de expresión.

(Pool: Moncloa).

No se trata de que ‘jures’ o ‘prometas’, ni de que lo hagas sin un crucifijo o la Biblia delante. No es eso. No importa que seas ateo o no. Una promesa es una promesa y si se hace con la mano puesta sobre la Constitución y en presencia del rey y de los presidentes del Parlamento y del Senado, esa promesa es lo mismo que un juramento, un juramento civil. Con esto pasa como con el pecado. Es cuestión de moral. Hay un pecado civil cuando se rompe con la moral civil. Es un enorme pecado moral, natural, civil, contra España y los españoles, cuando prometes fidelidad a la Constitución y lealtad al rey si al mismo tiempo te alías con los enemigos de la Constitución y del rey.

Si no te gusta a ti tampoco la Constitución; si no quieres, como tus socios, la monarquía parlamentaria, intenta cambiar la Constitución siguiendo los pasos que el texto constitucional señala para el cambio. Pero no intentes engañarnos.

Tus acuerdos con los traidores a España son anticonstitucionales. Si eres partidario de la nación de naciones de tu maestro Zapatero o de la España Federal frente a la de las autonomías, ten el valor de proponerlo legalmente; que las Cortes hagan su papel y que el pueblo español responda a vuestras pretensiones culminando el proceso con un referéndum como el que avaló masivamente la Constitución de 1978. Sé valiente y no pongas cara y risita (o carcajadas) de traidor mefistofélico pensando que puedes o podéis colarnos como constitucionales los artículos de una ley de amnistía suicida (para España) con un supuesto aval del Tribunal Constitucional presidido por vuestro amigo Conde-Pumpido.  Te lo recuerda tu compañero de partido, Alfonso Guerra: “¿cómo los criminales hacen una ley para perdonarse a sí mismos, esos criminales, mientras dicen que lo volverán a hacer?”.

Pedro Sánchez ama a los separatistas y proterroristas, desprecia al Rey y odia a los militantes de Feijóo y a los de Vox, entre los que no estoy yo. Lo repito una vez más. Y, al final de estas líneas, quiero recordar al Antonio Machado que lamentó las dos Españas sin aclarar cuál de ellas había de helarnos el corazón, acaso las dos. De manera distinta a como lo hicieron Feijóo y Sánchez en la sesión de investidura, voy a traer unos versos machadianos apuntando a una posibilidad de acabar con las dos Españas que vuelven a la escena, tristemente, tras una Transición ejemplar.

Antonio Machado pintado por Joaquín Sorolla (Fuente: Wikimedia).

Recuerdo que Manuel Azaña, presidente de la República con el Frente Popular, hombre culto y parlamentario sobresaliente, llegó a decir en las Cortes Constituyentes, en 1931, que “España ha dejado de ser católica”, frase con la que el diario El Sol abría su primera página a cinco columnas, “a más columnas que el Partenón”, que diría el inolvidable foguerer don Tomás Valcárcel. Y Azaña, refugiado en Francia tras el final de la Guerra Civil, murió pronto en Montauban, de cuyo obispo se hizo amigo y con el que recuperó su catolicismo de infancia y juventud. Murió cristianamente. En el sureste de Francia, en Collioure, falleció, poco después, el gran poeta, republicano, Antonio Machado. Me encanta este poema suyo:

Anoche, mientras dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.

Di, ¿por qué acequia escondida
agua vienes hacia mí,
manantial de nueva vida
de donde nunca bebí? 

Anoche, mientras dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;

y las doradas abejas
iban fabricando en él
con las amarguras viejas
blanca cera y dulce miel.

Anoche, mientras dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.

Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.

Anoche, cuando dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!, 
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.

Pues eso; que Machado era un republicano que celebró la llegada de la Segunda República en el balcón del Ayuntamiento de Segovia (yo he visto la foto) donde daba clases de bachillerato tras haberlo hecho en Soria. En Segovia, la ciudad de mi mujer, la del acueducto romano y el alcázar de los Reyes Católicos, escribió muchos versos inspirados en su novia madrileña a la que llamaba Guiomar, nombre que lleva la moderna estación del AVE segoviana. Extraordinario poeta y gran profesor, era muy querido por sus alumnos. Se exilió y conservó a Dios dentro de su corazón. A los nuevos republicanos, como yo, les pido respeto a la Constitución. Y a Pedro Sánchez le deseo lo que consiguieron Azaña y Machado: que un buen día encuentre a Dios en su corazón. También se lo deseo a todos ustedes, recordando siempre que ‘lo cortés no quita lo valiente’. Dios está entre los pucheros de la cocina, decía Santa Teresa de Jesús y de Ávila. En su tiempo no había votos que buscar, ni entre los pucheros, ni bajo las piedras. No había más votos que los votos de religión. Amén.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

4 Comments

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  • Enhorabuena por tu aportación valiente y valiosa…
    Cómo tú, compañero y maestro Ramón, deseo que Pinocho muera para que en Pedro renazca una conciencia honrada y el honor verdadero que destierre las mentiras (cambios de opinión por intereses espurios…) y así Pedro destierre las contradicciones manipuladoras (exige la creación del Estado Palestino PERO sin dar explicaciones pretende regalar a Marruecos la independencia del pueblo del SÁHARA sin cumplir el mandato de referéndum de independencia aconsejado por la ONU; pide diálogo entre Israel y el pueblo palestinos PERO EN ESPAÑA DEFIENDE «LEVANTAR MUROS» entre españoles…

    Y tantas y tantas mentiras en su campaña electoral permanente, día sí y día también hoy, ayer y mañana, mentiras a los votantes (cambios de opinión interesados por conservar la Presidencia del Gobierno de España):
    Por qué tanto interés, de Pinocho desesperado en el radicalismo, por continuar como Presidente…
    El tiempo es la respuesta:
    «Espera y lo sabréis.»