Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Yo crispo, tú crispas y Víctor Manuel crispa en contra y a favor de la amnistía

Víctor Manuel en su entrevista. (Fuente: canal de YouTube de Europa Press).

Estoy con García-Page, Felipe y Aznar: Pedro Sánchez debe ocuparse de España antes que de Palestina: gobierno con el PP y un país fuerte frente a separatistas catalanes, bilduetarras y peneuvistas

“Este país está crispado; ¿Quién lo descrispará? El descrispador que lo descrispare buen descrispador será”. Suena a uno de tantos trabalenguas a los que hemos jugado casi todos nosotros en alguna etapa de nuestra vida, sobre todo en la infancia. Se me ha ocurrido ante el uso y abuso que venimos haciendo del verbo ‘crispar’ en los últimos años, sobre todo desde que Pedro Sánchez llegó al Gobierno y se olvidó de que no podría dormir con Pablo Iglesias, la Montero (Irene, no la parlanchina andaluza que crispa más que nadie) y Yolanda Díaz en su gabinete. Aquello fue la rotura total con el PP y el levantamiento de un muro cada vez más alto, un muro que, como el de Berlín, tiene que caer cuanto antes por el bien de España, por el bien del PSOE, por el bien del PP y para hacer caso a la gente que quiere lo mejor para nuestra nación.

Hace unos días, el veterano cantautor Víctor Manuel (el marido de Ana Belén, gran pareja con la que tantas canciones desgranamos los que tenemos años y años a nuestras espaldas) decía en una tertulia televisiva que el asunto de la amnistía era muy complejo. Primero dijo: “no me gusta la amnistía”, pero más tarde afirmó que “es una vía de salida”. También dijo de ella que la veía “muy chunga y muy fea”… pero  “seguir como estábamos no es la solución; si alguien tiene una cosa mejor, que la cuente”.

Y a eso voy. Hace unos días, un sujeto ultraderechista, no sujeto a formación política alguna, agredió a patadas al exalcalde socialista de Ponferrada, Olegario Ramón, quien hizo bien en denunciar al idiota agresor, pero acaso acertó menos al proclamar que hay que acabar con la crispación ultraderechista. No, señor. Hay que acabar con toda crispación. No hay que olvidar que los escraches antidemocráticos proliferaron  protagonizados por la izquierda y fueron calicados como ‘jarabe democrático’.

Aquí crispamos todos. Yo crispo, tú crispas y Víctor Manuel crispa en contra y a favor de la amnistía.

Como quiera que la amnistía crispa y nos está llevando a un callejón sin salida, voy a intentar dar a Víctor Manuel lo que él denomina ‘una cosa mejor’, mucho mejor que rendirse a los traidores con la amnistía. Estoy con García-Page, Felipe y Aznar: Pedro Sánchez debe ocuparse de España antes que de Palestina: gobierno con el PP y un país fuerte frente a separatistas catalanes, bilduetarras y peneuvistas. No dejemos que unos pocos hagan la vida imposible a unos muchos, sobre todo cuando a esos pocos se les da el oro y el moro; se les deja gobernar en sus respectivas regiones como reyezuelos de taifas, con financiación  generosísima que es una ofensa permanente para los otros territorios autonómicos y con unas políticas educativas (no sólo lingüísticas) anticonstitucionales generadoras de odio a España y vivero de independentismo ciego y suicida.

El imperio de la ley sólo tiene sentido cuando la ley es justa y no puede ser justa, digan lo que digan los Sánchez y los Bolaños,  no puede ser justa y constitucional cuando la hacen los delincuentes para autoamnistiarse. Las cosas evidentes no necesitan demostrarse. La evidencia es la evidencia y la ha proclamado el propio Sánchez: hacer de la necesidad virtud; hacer una ley injusta para conseguir los siete votos que él necesita para ser presidente del Gobierno. Lo dice él; lo reconoce él y lo saben Bolaños, María Jesús Montero, Óscar Puente y todos los ministros y ministras del Gobierno que repiten, como papagayos, las consignas del jefe, Pueden llevar al Tribunal Constitucional la ley y seguirá siendo una ley hecha por criminales para intentar borrar sus fechorías. Y siguen queriendo ser criminales y se lo pregonan todos los días a Sánchez, Bolaños, Montero y Puente, con el resto de palmeros que seguirán aplaudiendo a Puigdemont, Junqueras-Aragonés, Otegi y Ortúzar, todos ellos grandes demócratas frente al ‘facha’ de Feijóo que ganó unas eleccioness que Pedro y Bolaños y Montero perdieron.

Gobiernan con una banda en la que hay muchos facinerosos, perdón, quiero decir fachas como la copa de un pino. Saben que facha  no es aquel a quien llaman facha, sino el que compra votos o los vende; el que traiciona a sus muertos, a las víctimas de los terroristas; el que vende a su patria por un plato de lentejas. Se puede ser presidente de un país, no digo de España, y ser un psicópata o un sociópata o creerse un salvador de la patria mientras se firma una ley, un contrato, para venderla. Incluso malvenderla a narcotraficantes o simplemente a comunistas criminales, como ocurre en Nicaragua y en algún que otro país hispanoamericano. Pobres hermanos hispanoamericanos. ¡Ya podían aprender limpieza democrática de nosotros!

Posdata: lo más importante es el qué, no el cómo

Todos oímos, a veces, decir que tan importante es el cómo como el qué; las formas como el fondo. Yo digo que lo más importante es el qué. Si lo que yo quiero es conseguir la concordia en Cataluña, antes de hacer una ley de amnistía tengo que negociarla. Les diré a Puigdemont y a Junqueras que, a cambio de amnistiarles, tienen que olvidarse del referéndum de autodeterminación y de la proclamación  de la República de Cataluña y que del pasado sí, que borrón y cuenta nueva. Pero si lo que hago es amnistiarles a cambio de nada, pero diciendo una mentira como un piano, que habrá convivencia, concordia, amor y buen rollo entre los catalanes separatistas y el resto de España, entonces estamos, señor Sánchez, muy bien en las formas y muy mal en el fondo. Si celebramos la firma de la paz, el borrón y cuenta nueva, pero en realidad volvemos a la cuenta vieja, estamos poniendo unas formas, un regalo muy bonito para los separatistas a cambio de nada; es decir para que todo vaya a peor porque se reirán de la Constitución y Pedro será incapaz de aplicar el artículo 155 y menos aún los castigos por los desaparecidos delitos de sedición y malversación. Fallan las formas de este Gobierno y falla, sobre, todo el fondo. ¿Qué forma es esta de vender España por siete votos? Ese es el fondo, ese es el qué, Víctor Manuel, como seguro que diría aquel “el abuelo fue picador/ allá en la mina/ y, arrancando negro carbón,/ quemó su vida”. Igualito que Puigdemont. Junqueras, Otegi y Ortúzar.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

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