Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Impulso irresistible

Estar siempre en un camino a seguir

Fotografía: Farid Askerov (Fuente: Unsplash).

De un tiempo a esta parte no nos privamos de nada. Vivimos ahora largas temporadas en donde se han colado en nuestros terrenos habituales y aburridos de tan pacíficas amenazas de guerras y enfermedades contagiosas, que nos obligan a llevar una vida de control exagerado y a protegernos del mismísimo aire que respiramos. En estos tiempos no nos libramos ni de erupciones volcánicas ni de lo más terrible que se nos pudiera imaginar: una guerra de unos contra otros, a saber quiénes son los más cabezotas, que parece ser cosa de brujería, que ahora se instala en un cuadrante del mapa mundial y mañana en no se sabe dónde. Encima, nos mostramos cada vez más viejos para combatir a los enemigos que son verdaderos matones y nos salen por cualquier esquina, y que siempre los hay, incluso que se crecen y multiplican en cuanto nos ven descuidados y confiados con nuestros bienestares, nuestras chapuzas y viajes en busca de los parajes más exóticos posible, por dejar de ver el aburrido paisaje que cada mañana se perfila en el horizonte, y que, sin embargo, está puesto ahí para protegernos, cuidarnos y darnos compañía en todo momento.

Pero nos hartamos de todo permitiendo que, por estas causas, entren los pensamientos más dispares que, antes de abrirnos mejor los ojos, lo que hacen es alterarnos más y aumentar en nuestro interior un estado obsesivo de ansiedad que no sabemos controlar bien, y que sabemos que pasa por un querer volver a encontrarnos con la ilusión de vivir, con el sosiego de la buena espera, con el mantenimiento de los motores que nos dan alegría, muy especialmente cuando nos permiten salir de nosotros mismos y darnos un poco más y mejor a los demás, consolándoles, ayudándoles, fortaleciéndoles en momentos en que parece que van a derrumbarse.

El actual Obispo de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla, escribió el prólogo del librito Reilusiónate, de Jaime Sanz Santacruz, diciendo claramente que: “La fuerza que mueve el mundo es el amor, y que el amor ilusiona”. Además, “la ilusión madura con el tiempo, pero no decrece. Se hace incluso, más fuerte, al superar obstáculos, momentos de desaliento, bajones de ánimo y dificultades de todo tipo”. Munilla, en aquel prólogo de 2021, añadió que: “A veces es importante combinar la ilusión que nace del celo ardiente con una paciencia a prueba de bomba. En esta época nuestra, en la que todo lo conseguimos enseguida, sin esperas, casi al instante, es muy importante que tengamos una guía para superar las dificultades que se nos presentan en la vida; un camino a seguir. Lo que más nos ayuda para no cansarnos ni acostumbrarnos es procurar vivir en presencia de Dios… ¡Dios siempre es nuevo, nunca te cansas de Él!”.

Sobre este suculento tema de la ilusión ya habíamos comentado otro folleto en 1995: “La ilusión”,del que habíamos tomado algunos apuntes que salieron en esta colección de pensamientos cuyo nombre de “Impulso irresistible” hemos mantenido. Por la sencilla razón de tratarse de temas que sugieren o facilitan la reflexión. Además, y cuando de ilusión hablamos, la palabra aparece con toda la frecuencia con que la dejamos actuar en nuestra vida cotidiana, dándole luz y alegría.

La ilusión forma parte de nuestras vidas, porque es algo en lo que volcamos nuestras fuerzas, nuestro tiempo, nuestro cariño, nuestra ilusión, nuestros objetivos. No tener ilusiones es como no tener ganas de nada; algunos así de claro te lo dicen: no quieren mirar para adelante, no tienen buenas experiencias, no quieren (más bien temen) fracasar en un proyecto que puedes ir completando, aunque sea partiendo de una simple idea. Es una pena renunciar a una ilusión (si es que llegó a tener cierto cuerpo) que nos daba energía para salir de tanto interiorismo, a veces negativo, que nos consumía. La ilusión ensancha el alma y refuerza nuestras energías, incluso tiene tanta fuerza mental que nos adelanta la alegría de ver hecha realidad la fuerza que nos empuja. Hablar de ilusiones no es hablar de quimeras, las vemos crecer como si fueran hijos, puesto que confiamos en que son posibles.

Demetrio Mallebrera

Periodista.

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