Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Medicina y Salud

El arte de envejecer bien (I)

Fuente: Freepik.
Envejecer bien es un arte, yo creo que tiene bastante de creatividad. Somos los únicos habitantes del planeta conscientes de que nuestro tiempo de vida es limitado. Cumplir años es inevitable, vamos a ir perdiendo capacidades fisiológicas, pero hemos de cambiar la percepción actual que tenemos sobre el envejecimiento como un proceso siempre asociado a enfermedad, fragilidad y, finalmente, dependencia.

Hasta ahora nos hemos limitado a tratar cada una de las enfermedades asociadas a él de manera individual, a mantener con vida más que a devolver la salud, hemos reducido la mortalidad sin aumentar los años de vida sana, y esto lo único que consigue, muchas veces, es alargar el dolor y el sufrimiento del paciente y sus familiares, de manera que cuando llega la muerte es un alivio para todos.

Estudios realizados en Estados Unidos han demostrado que si elimináramos todas las enfermedades cardiovasculares y el cáncer a la vez, solo se ganarían alrededor de 3,5 años de vida; esto es así porque seguiríamos envejeciendo y otras enfermedades vendrían a ocupar su lugar.

Desde luego, parece claro, que este no es el camino a seguir. Hemos de cambiar la manera de abordar el problema, y esto pasa por considerar el envejecimiento como una enfermedad en sí misma. La vejez es, sin duda, la causa más determinante de muerte, es la madre de todas las enfermedades; reconocerla como tal sería la manera más sencilla de aumentar la inversión y la investigación sobre ella. ¿Y qué enfermedad es el envejecimiento? ¿Por qué la gente envejece de forma distinta? El envejecimiento es una enfermedad celular, es la pérdida progresiva de las capacidades funcionales de la célula.

Cómo envejecemos va a depender fundamentalmente de nuestra salud celular. El código genético es muy determinante, pero también influyen, y mucho, los hábitos de vida: está comprobado que la longevidad depende un 25 % de los genes y un 75 % del entorno y de nuestro comportamiento; lo verdaderamente importante es la interacción de ambos.

Cuándo empezamos a envejecer

¿Cómo empieza el envejecimiento? Aunque el envejecimiento es un rompecabezas de muchas piezas, podemos decir que empieza con la pérdida de información genética; creo que es una manera bastante precisa y clara de explicar el inicio y desarrollo de un proceso tan complejo. Nacemos con un código genético escrito en el ADN de los cromosomas, un CD con el manual de instrucciones que dirige el funcionamiento y el metabolismo de cada una de las células de nuestro organismo.

Y es el epigenoma, el sistema operativo de cada célula, un conjunto de compuestos químicos y proteínas en contacto con el ADN, el encargado de “leerlo”, de elegir en cada momento qué genes se activan y cuáles se mantienen en silencio. Las proteínas epigenéticas son las encargadas de regular la actividad del genoma, activando, borrando, transmitiendo mensajes entre las distintas partes de la célula.

Todos estos cambios epigenéticos son procesos dinámicos, en contraste con la información genética que es estable e invariable, a menos que se produzca una mutación que la cambie. Parece claro que cumplir años es uno de los factores más determinantes que puede cambiar el epigenoma.

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Nuestro ADN soporta agresiones constantes, se rompe cada vez que se replica y también sufre con el paso del tiempo debido al propio proceso de vivir, las radiaciones, la contaminación atmosférica, los estilos de vida; y nuestro organismo tiene que repararlo, si no pudiéramos hacerlo duraríamos muy poco, es lo que se llama “circuito genético de supervivencia”, presente en todos los seres vivos: desvía la energía a las zonas que más lo necesitan, repara el ADN dañado y asegura la reproducción en los momentos favorables.

Este proceso de reparación repetido hace que, de manera lenta y progresiva, se vaya perdiendo información genética: las células ya no tienen tan claro cuáles son sus funciones, su metabolismo ya no es tan eficaz, dejan de dividirse, muchas de ellas envejecen, se convierten en células senescentes.

Cuanto mayor sea la cantidad de este tipo de células que concentres en tu cuerpo, más rápido envejecerás y antes te verás abocado a un período de vida enferma. Es como si ese CD de instrucciones fuera acumulando rayones, tachaduras y su reproducción ya no fuera tan perfecta, ya no “suena tan bien”, se van perdiendo notas y detalles. Es la teoría de envejecimiento por pérdida de información genética.

Las marcas del envejecimiento

Conforme se va perdiendo esa información, se alteran una serie de sistemas básicos en el funcionamiento celular, lo que podríamos llamar las marcas del envejecimiento. Las más importantes son:

  • 1) Acortamiento de los telómeros, compuestos de ADN situados “a modo de fundas” en los extremos de los cromosomas para protegerlos durante el proceso de división celular, algo similar a las fundas de plástico de las cordoneras. Cada vez que las células se dividen los telómeros se van acortando y, llegado un límite, esa división se detiene y ya no se produce el reemplazo celular y la regeneración de los tejidos. Los telómeros son uno de los marcadores más fiables e importantes del envejecimiento. Tener telómeros cortos se asocia a inflamación crónica y favorece todas las enfermedades asociadas a la vejez; cuánto más cortos son, más riesgo hay de morir a una edad más temprana. Elizabeth Blacburn, bióloga molecular y premio Nobel de Medicina y Fisiología en 2009, descubrió en 1984 la telomerasa, la enzima responsable de regenerar los telómeros, de ralentizar, evitar e incluso revertir su acortamiento.
  • 2) Las mitocondrias son las plantas de energía de nuestras células y, conforme envejecemos, se produce una disfunción mitocondrial progresiva caracterizada por una pérdida de eficacia en la generación de energía celular y una producción excesiva de radicales libres, que no puede contrarrestar bien el poder antioxidante de nuestro organismo, generándose un estado de estrés oxidativo.
  • 3) Hay disminución de la autofagia, el proceso de eliminación de desechos y residuos celulares del metabolismo y empleo de los restos útiles para la síntesis de nuevas proteínas, resultando en el acúmulo de materiales tóxicos en el organismo.
  • 4) Hay pérdida de la proteostasis, el equilibrio entre síntesis y eliminación de proteínas, con depósito de proteínas anómalas a nivel extra e intracelular.
  • 5) Acumulación de células senescentes, liberadoras de moléculas inflamatorias como las citoquinas, responsables del estado inflamatorio crónico ligero característico del envejecimiento, que daña a las células sanas y afecta a todos los tejidos y órganos.
  • 6) Pérdida progresiva de células madre, las células embrionarias capaces de generar todos los tipos de células necesarias para formar y renovar nuestro organismo.
  • 7) Pérdida de la comunicación intercelular con el paso del tiempo y empeoramiento progresivo del funcionamiento de los tejidos.
  • 8) Deterioro de la microbiota, con una menor variedad en la flora intestinal y mayor presencia de bacterias patógenas, generando una situación de disbiosis intestinal.
  • 9) Una degeneración muscular progresiva que lleva a una pérdida de masa y fuerza muscular, fenómeno conocido como sarcopenia.
  • 10) Un deterioro del funcionamiento del sistema inmunitario, con desajuste entre las respuestas pro y antiinflamatoria, aumento de la inflamación y mayor incidencia de procesos autoinmunes. Somos menos eficaces para defendernos de las agresiones internas y externas y más vulnerables a las enfermedades.
  • 11) Afectación del hipocampo, la estructura cerebral relacionada con la memoria y los recuerdos; a partir de los 65 años sufre una atrofia de 1 % anual favoreciendo el deterioro cognitivo y la pérdida de memoria que van apareciendo con la edad.

Todas estas alteraciones, estas marcas del envejecimiento, favorecen la aparición de una serie de enfermedades asociadas a él, algo así como sus síntomas más característicos: enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades neurodegenerativas y enfermedades metabólicas con la diabetes tipo 2 a la cabeza. Como decía al principio, lo importante es cambiar la visión de todo este proceso y considerar el envejecimiento una enfermedad en sí misma y tratarla directamente para evitar y ralentizar la aparición de todas esas patologías.

En este contexto, hemos de decir que tenemos buenas noticias, hemos avanzado mucho en los últimos años; podemos intentar retrasar esa pérdida de información genética, tratar de ralentizar e incluso revertir los procesos de envejecimiento.

Los genes de la longevidad

En primer lugar, vamos conociendo más y mejor los genes de la longevidad y la vitalidad, ellos forman una red de vigilancia de nuestro cuerpo, lo que se llama circuito genético de supervivencia; cuanto más activos y eficaces sean, más saludable será nuestro envejecimiento.

Sabemos que los genes relacionados con el metabolismo están entre los que más influyen en la longevidad. Cada vez los científicos van descubriendo más genes reguladores del envejecimiento, se conocen en la actualidad más de 200; parece obvio que en el envejecimiento típico del ser humano estarían involucrados un número amplio de genes. Sabemos que son muy influyentes los siguientes:

  • 1) las sirtuinas, regulan la expresión de los genes, controlan nuestra reproducción y la reparación del ADN; dependen de una molécula, el dinucleótido de nicotinamida y adenina (NAD) para poder activarse y funcionar en plenitud. Se cree que la pérdida de NAD y el declive de actividad de las sirtuinas están entre las causas más determinantes del envejecimiento.
  • 2) El sistema m TOR, está en todos los mamíferos, es una familia de proteínas que regula el crecimiento y el metabolismo; su actividad está muy regulada por la disposición de nutrientes: cuando estos son escasos, se inhibe y obliga a reciclar y a usar los desechos celulares para mantener los niveles de energía y aumentar la supervivencia; es la que regula y controla el proceso de autofagia.
  • 3) El sistema AMP K, la proteína quinasa activada por adenosín monofosfato, es también una enzima controladora del metabolismo y responde a niveles bajos de energía.
  • 4) La familia de IGF-1, factor de crecimiento insulínico, está relacionado con el metabolismo; reducir la actividad de este gen y las vías de señalización de la insulina aumentaría la longevidad en mejores condiciones de salud.
  • 5) El estudio genético de personas centenarias, de diferentes etnias y lugares, sugiere que la gran mayoría de ellas tiene variedades concretas favorables de tres genes: el FOXO 3A, gen de la familia IGF-1, el CETP y el APOC3.

En la actualidad, podemos conocer nuestro reloj biológico. Steve Horvath en 2011, siendo profesor de genética de la Universidad de UCLA, demostró, en una investigación pionera, que era posible calcular la edad biológica de los mamíferos a partir del análisis de cambios químicos en muestras de ADN de la saliva; de establecer en cada individuo lo que conocemos como reloj biológico de Horvath. Otros parámetros también podrían servir como relojes biológicos: es posible medir los telómeros; ver el acúmulo de células senescentes en un órgano; detectar marcadores inflamatorios en sangre como el IAGE, reloj inflamatorio del envejecimiento. Es muy probable que el envejecimiento no sea un proceso homogéneo dentro de un mismo organismo y que cada órgano pueda envejecer de forma distinta.

Estas pruebas predicen con bastante exactitud tu estado de salud, cómo estás envejeciendo, el riesgo de mortalidad; si estás más joven o más viejo de lo que dice tu carnet de identidad. Estos relojes biológicos pueden ser muy útiles también para medir cómo afectan las situaciones de estrés y el impacto de fármacos o de determinadas medidas como el ejercicio, la restricción calórica, el sueño y el mindfulness, en el proceso de envejecimiento. Aunque en la actualidad hay bastantes empresas que, por unos cientos de euros, te analizan una muestra de saliva, de sangre o de orina y te dicen tu edad biológica; tampoco es necesario conocerla con exactitud para saber que debes cuidarte y tratar de evitar el envejecimiento prematuro.

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Dado que con el paso de los años vamos perdiendo células madre, a priori una terapia antienvejecimiento efectiva sería reponerlas en los tejidos que más lo necesitan; y una posibilidad de obtenerlas sería hacer volver una célula adulta a su estado primitivo cuando aún tenía la capacidad de convertirse en cualquier tipo celular. El japonés Shinya Yamanaka, recibió el Premio Nobel de Medicina en 2012 por sus investigaciones de reprogramación celular, demostró que es posible hacer retroceder el reloj biológico de las células: convertir las células adultas, las células viejas, en células jóvenes para que puedan comenzar de nuevo su proceso de desarrollo y diferenciación; este proceso se consigue gracias a la activación de 4 genes conocidos como “Factores de células madre de Yamanaka”. En el laboratorio ya se ha conseguido rejuvenecer ratones: primero se les ha envejecido prematuramente, y posteriormente, con ese cóctel de 4 genes, han podido volverlos jóvenes; han conseguido, por ejemplo, restaurar la visión en ratones viejos. Saber que se pueden rejuvenecer las células ha supuesto un hito fundamental en el estudio del envejecimiento, y es el motor que ha impulsado e inspirado las mayores y mejores investigaciones actuales en este campo. Parece que las células adultas siguen conservando una “copia de seguridad” con la información genética; se trataría de rescatarla y volverla otra vez operativa, para que las células reciban la información correcta, recuperen sus funciones y vuelvan a ejercer con normalidad, como si fueran jóvenes.

Ya se ha conseguido rejuvenecer células humanas en el laboratorio; ahora se está probando esta técnica en primates y es en la visión donde primero se aplicará en humanos. Aunque es un campo muy prometedor, la reprogramación celular no está exenta de riesgos, al volver las células al estadio joven y aumentar su potencial de crecimiento, se puede favorecer la aparición de tumores. Este tratamiento genético podría ser una solución más definitiva, pero por sus especiales características, necesitará más tiempo para poder aplicarse.

Así que tenemos que buscar alternativas, medidas que estén al alcance de todos y que sean más fáciles de aplicar para poder activar el circuito de supervivencia. Aunque adoptemos la vida más sana posible, en nuestro mundo es imposible evitar el daño en el ADN. Algunas personas han ganado la “lotería genética”: disfrutan de una vida más larga y sana independientemente de cómo vivan porque están mejor protegidos por sus genes de la longevidad, parece existir una “huella centenaria” que se hereda; los demás tenemos que esforzarnos más. La buena noticia es que la expresión de nuestros genes, los telómeros, la producción de telomerasa son maleables, podemos influir mucho en ellos con nuestro estilo de vida.

Hay pocas condenas de salud, la mayoría de las veces nosotros podemos modular el riesgo con nuestro comportamiento. La genética son las cartas que te dan al nacimiento y la epigenética cómo las juegas: un buen jugador puede ganar una mala partida. Los genes de la longevidad están mejor adaptados a la escasez que a la abundancia y se activan como respuesta al estrés biológico controlado en un proceso que se llama HORMESIS, algo así como “lo que no te mata te hace más fuerte”. Hay que salir de la zona de confort, no nos beneficia nada vivir instalados en la comodidad.

Los principales hábitos para activar el circuito de supervivencia los abordaremos en el próximo capítulo.

Patricio Llamas

Ha sido jefe de Cirugía Cardiovascular en el Hospital Universitario de Alicante y es uno de los grandes divulgadores con que cuenta nuestro país en salud y envejecimiento. Es autor del libro “Vivir Saludable”.

5 Comments

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  • Gracias Patricio por tu interesantísimo articulo. Puntualizas detalladamente las consideraciones que se mueven en torno al envejecimiento.
    Tan solo quiero disentir de tu relato en un detalle:
    El envejecimiento «no es una enfermedad». Si así lo fuera tendríamos que tratarla como tal y no es el caso. Como no es el caso decir que el 20% de la población de Alicante, mayor de 65 años, este enferma.
    El envejecimiento, que ocurre desde el mismo momento del nacimiento, es un proceso fisiológico, es decir, normal, del organismo. No una patología.
    Las investigaciones en E.E.U.U., como en el resto del mundo, circulan en torno a la posibilidad de dar más salud a los años. No se trata de alargar el envejecimiento. Eso lo apuntas correctamente. No hace falta irse a U.S.A. para hablar de estos temas, en Madrid tienes a María Blasco, esa alicantina pionera mundial en todo lo que relatas.
    La epigenética es una de las claves. Y del mismo modo que la genética no la podemos variar (excepto mediante manipulación) sobre la epigenética sí podemos interactuar.
    La epigenética es todo nuestro modo de vida que libremente podemos organizar. (Fumar acorta la vida. El ejercicio alarga la vida. La dieta mediterránea alarga la vida. Las drogas, incluido el alcohol, la acorta. Etc.). Eso nos enseña la epigenética. Los medicamentos interactúan indirectamente favoreciendo la salud y favoreciendo el envejecimiento. Los medicamentos solo hay que recibirlos para corregir, en lo posible, alguna avería de nuestro cuerpo.
    Gracias Dr. Llamas y disculpa mi atrevimiento.

    • Muy interesantes reflexiones sobre el envejecimiento con las que nos hacéis disfrutar ambos doctores. Estamos ansiosos de las nuevas aportaciones que anuncia Patricio Llamas. Saludos para él y para Francisco Mas-Magro.

    • Muchas gracias Francisco por tus comentarios. El envejecimiento es un proceso biológico que, efectivamente, empieza ya en el nacimiento, no tengo claro que sea fisiológico. En mi opinión, no se trata tanto de si es o no una enfermedad en sí misma, hay diferentes posturas entre los expertos en este campo, como de que haya que considerarlo como tal para tratarlo directamente. La vejez es, sin duda, la enfermedad más mortal de todas. En este campo hay que aplicar también la prevención, hay que adelantarse a la aparición de las marcas de envejecimiento y a las enfermedades resultantes. Iniciar tratamientos cuando ya están establecidas sencillamenrte es llegar demasiado tarde.
      Saludos. Patricio Llamas