Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Sexo, amor, poliamor y sexto mandamiento (y V)

Imagen generada por IA de Microsoft Bing.

El séptimo, no dirás falso testimonio ni mentirás, sobre todo a ti mismo

Cada día estoy más convencido de que la ley natural y los mandamientos de Dios se identifican por completo. Cada día que pasa me parece más lógico lo que dicen muchos de los grandes científicos e investigadores de nuestros días: que no sólo no hay contradicción entre las enseñanzas de la Biblia y los avances científicos, sino que existen grandes coincidencias; que hay un Dios creador del universo, por lo que deduzco que las leyes naturales, los comportamientos humanos naturales y los mandamientos divinos no chirrían sino que suenan con acordes sublimes, como los de las mejores sinfonías de Beethoven.

Pecamos contra la naturaleza y pecamos contra Dios. Eso vale para los que creemos en la naturaleza y en Dios. Pero los hay que no creen en nada, ni en nadie, sólo en sí mismos y sus deseos son ley. No tienen palabra y confunden el sexo con el amor y no admiten que la palabra sirva para comunicarse con los demás; no creen que la ley sea igual para todos; no creen en el amor, sólo en el sexo: no creen en la verdad, sino en la mentira, pero sí creen que repitiendo las mentiras muchas veces las convierten en verdades.

Antiguamente, fueras creyente o no, había un matrimonio y una familia; ahora hay dos divorcios por cada tres emparejamientos. Y de familia mejor no hablar porque han descubierto que hay 16 (dieciséis) clases de familia. No cabe duda: prosperamos, vamos a más. ¡Viva la nueva ley de familia!

El sexto mandamiento dice que no debemos cometer actos impuros y el noveno añade: no consentirás pensamientos y deseos impuros. Con el sexo hemos topado y es asunto problemático desde el principio de los tiempos. El sexo tiene que ver con el amor, con el noviazgo, con el matrimonio, con las parejas de hecho, con la prostitución, con el aborto, con la pornografía… Y con la castidad. De ahí es fácil deducir que hay sexo bueno y sexo malo. El bueno es el que va unido al amor: el de una pareja que se ha casado por la Iglesia y tiene todas las bendiciones de Dios. Y bueno es igualmente el sexo amoroso, de entrega recíproca entre dos amantes que se prometen fidelidad y que forman una pareja y una familia en principio para toda la vida. No tienen la suerte de ser cristianos, pero tienen la otra suerte: amarse profundamente, respetarse totalmente y darse por completo el uno al otro para lograr la felicidad un día sí y otro también. Y si, además de los hijos, un buen día llega la fe en Dios, miel sobre hojuelas.

Creo sinceramente que los equivocados con el tema del sexo son los que lo banalizan; los que lo confunden con el “yo con mi cuerpo hago lo que me da la gana», que lo mismo vale para ‘justificar’ las infidelidades que para intentar normalizar lo que llaman el ‘amor libre’ o el poliamor. Nunca como ahora se han dicho y normalizado tantas idioteces, por no decir aberraciones, sobre el sexo y sus circunstancias. Ahora quieren legislar para acabar con la prostitución, pero nada dicen de la pornografía, asunto más grave para la sociedad porque está socavando los cimientos de la misma: infancia, adolescencia y juventud.

El séptimo, no hurtar, no robar. Este mandamiento es de los más conculcados. Por arriba, los gobernantes; por abajo, muchos de los gobernados. Los españolitos estamos escandalizados por lo que se echan en cara unos partidos políticos a otros en el Congreso de los diputados. «Y tú más». Hablan de corrupción. ¡Menudo ejemplo para la ciudadanía! El décimo habla de «no codiciar los bienes ajenos». La envidia es muy mala.

El octavo mandamiento: no dirás falso testimonio ni mentirás. Aquí pecamos todos, aunque unos más que otros. Sobre todo, uno. Nos engañan como a chinos. Y, ojo, meditemos: nos engañamos a nosotros mismos; nos mentimos. Y, porque nos engañamos, imposibilitamos ser felices.

Final de la lección religiosa y de una reflexión profundamente humana. “Estos diez mandamientos se reducen a dos: amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo ¡como a ti mismo!”. Esto me recuerda un dicho de san Agustín: “Ama y quod vis fac” (Ama y haz lo que quieras). Si realmente amas a alguien (a Dios, a tus padres, a tu esposa, a tu pareja, a tu amigo, a tu amiga) nunca harás algo que le perjudique.

Pues eso.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

2 Comments

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  • Gracias por el recordatorio de los Mandamientos del Creador o Creadora…
    Confieso que hay ocasiones donde mi egoísmo me conduce a pensar sólo en mi interés…
    pero a Dios Gracias en mi acción me guía el tratar SIEMPRE al prójimo como a mí mismo…
    Gracias,
    Don Ramón Gómez Carrión
    Un abrazo
    Pedro

    Feliz Pascua de Resurrección…
    en cada pensamiento y acción…