Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

¿Qué Europa tenemos y qué Europa queremos? (II)

Konrad Adenauer. Fotografía de Katherine Yung, de Bundesarchiv (Fuente: Wikimedia).

La peligrosa decadencia que carcome Occidente sólo se detendrá con más cristianismo y menos neocomunismo y neocapitalismo.

Escribía yo, hace algún tiempo, que lo bueno del cristianismo es que puede hacer a todos los hombres libres, iguales y fraternos. Da igual que sean santos a pecadores; de izquierdas o de derechas. Es compatible con la derecha y con la izquierda civilizadas, quiero decir moderadas. No puede aliarse con los extremistas, sean de derechas o de izquierdas. Pero eso no impide que los extremistas puedan cambiar para adaptarse a los exigentes preceptos de Jesucristo, a la doctrina predicada, no ya a través de los profetas, sino por el mismo Dios de todos, que se hizo hombre y dijo: “el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras permanecerán para siempre”. Y también señaló: “mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la cumplen”.

Escuché a una monja contemplativa decir que rezaban por todos, pero sobre todo por los pecadores para que se conviertan; por los que necesitan cambiar… a mejor. Sentenciaba de esta manera: “No hay personas malas; hay personas equivocadas”. La frase tiene mucha más enjundia de lo que podría deducirse a la ligera, cayendo en el ’buenismo’. No cabe duda de la buena intención de esta religiosa, pero comete un error de base al confrontar las palabras ‘mala’ y ‘equivocada’. No son palabras ‘contrarias’. Lo contrario de ‘malo’ es ‘bueno’ y lo contrario de ‘estar equivocado’ es ‘estar en lo cierto’. Se puede estar equivocado y ser buena persona. Y se puede estar en lo cierto y ser malo. La certezas y la equivocaciones son intelectuales, mientras que las bondades y las maldades se refieren a los actos, a nuestras acciones. Los nazis de Hitler no solo estaban equivocados, sino que eran malos, muy malos, perversos.

Las ideologías ni delinquen ni son buenas per se, pero llevan los gérmenes que las diferencian y que de hecho generarán actuaciones dañinas o beneficiosas para los hombres individualmente y colectivamente. Las ideologías no son buenas ni malas, pero no son inocuas. Es evidente que no hay que perseguir las ideas sino los delitos. Mas conviene que las sociedades democráticas desarrollen ‘idearios’ que puedan generar convivencia pacífica en lugar de esos otros que pueden producir odio entre hermanos de un mismo país, de un mismo continente, de un mismo planeta, de una única Humanidad.

‘No hay gente mala, hay gente herida’, opina un tuitero de buen corazón. Y el papa Francisco pontifica (que para eso es sumo pontífice): ‘No hay personas malvadas, sino personas infelices’. Pero yo creo que con los infelices ocurre lo mismo que con los heridos y los equivocados, que los hay buenos y los hay malvados. Los cristianos que siguen las enseñanzas de Jesús, que no solo creen sino que practican las bienaventuranzas, no tienen amigos y enemigos, únicamente hermanos, hijos del mismo Dios. Pero hay hijos pródigos (equivocados, heridos, infelices, malvados) a los que hay que ayudar a que vuelvan a la casa del padre.

En otras ocasiones escribí sobre las bondades de la Unión Europea, uno de cuyos fundadores fue el alemán Konrad Adenauer, votado como el alemán más insigne de toda la historia del país teutón y al que acertadamente trató de imitar la moderada Angela Merkel, la cual debería tener más seguidores para asegurar el futuro imprescindible de las 27 naciones de la UE. Los detractores de la Unión están equivocados y algunos de ellos podrían ser clasificados como malvados, tanto en la extrema izquierda comunista como en la extrema derecha de algunos países europeos.

Parlamento Europeo (Fuente: UE).

Estoy plenamente convencido de que lo que Europa necesita es más cristianismo, más UE y menos neocomunismo y neocapitalismo. Comunismo y capitalismo son división y pobreza (en beneficio de unos pocos); Cristianismo y UE son solidaridad y progreso material y espiritual para todos. El cristianismo tiene respuestas a todas las preguntas del ser humano, a las grandes y a las pequeñas. Es verdad que muchos cristianos, incluidos sacerdotes, obispos y hasta papas han traicionado a Jesucristo y a la Iglesia que Él fundó y que san Pedro, los demás apóstoles y sus sucesores y todos los cristianos mantienen viva e ilusionante. No es verdad (no toda la verdad) que venimos del polvo y volveremos a ser polvo y nada más. Falso. Venimos de Dios y volveremos a Dios.

Este mundo no es un absurdo y un infierno como dijeron, entre otros, Sartre, Nietzsche y Gide. Fue Sartre quien terminaba su drama ‘A puertas cerradas’ con esta frase de uno de los tres protagonistas: ‘El infierno son los otros’. Tanto los críticos cristianos como los comunistas acusaron a Sartre de anti-humanista reprobable. Los creyentes y los humanistas en general creen en los valores de las personas y en la solidaridad universal. Por eso apoyan las iniciativas de convivencia entre naciones, entre las que es ejemplar (con sus defectos ¿inevitables?) la Unión Europea, un proyecto excepcional siempre en construcción y por eso, siempre ilusionante. Solo los irredentos sartrianos persistirán en atacar a la UE, que es lo mismo que cargarse el futuro de Europa. Un futuro que considero vinculado al renacimiento del Cristianismo, gran impulsor, durante siglos, del progreso europeo, con muchísimas más luces que sombras.

No es una receta, pero sí un faro: más Cristianismo, más Unión Europea, menos neocomunismo y menos neocapitalismo. Lo que no es de recibo es que se quiera acabar con los valores del mejor Occidente grecorromano y cristiano ‘haciendo’ ley fundamental de la Unión Europea, el derecho a abortar, el derecho a matar a seres inocentes. Una Europa que se deshumaniza matando a inocentes no tiene futuro porque está destruyendo su presente. (Continuará).

Posdata: Prada, Cataluña, Extremadura y amnistía

Esto dice el escritor Juan Manuel de Prada: “El café para todos fue un error. España no será viable si no reconoce que Cataluña no es lo mismo que Extremadura”. ¿Y quién ha dicho que España no sepa que son diferentes? Por supuesto que lo sabe. Lo que no saben los independentistas (yo creo que sí lo saben, pero fingen ignorarlo con fines interesados, inconfesables) es que lo diferente, lo que les enriquece, con un idioma más y cooficial constitucionalmente, no es motivo para separarse de la nación única e indivisible. Los nacionalismos han sido unánimemente descalificados por los más grandes pensadores europeos de los dos últimos siglos. Y si desembocan en el racismo, como los nacionalistas vascos y catalanes, el presente y el futuro de nuestro país y de la Unión Europea no es precisamente halagüeño. Las singularidades regionales son enriquecedoras en la medida que suman. Pero nunca cuando se utilizan para restar, para romper el principio de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Una ley que genera desigualdad, como la Ley de Amnistía, de ley no tiene más que el nombre que le han puesto los antipatria y los vendepatria. No es una ley; es un bodrio. Por eso hasta la quiere recurrir ante el Tribunal Constitucional el socialdemócrata del PSOE García-Page, presidente de Castilla-La Mancha y tendrán que recurrirla todos los partidos y colectivos cualificados para ello ante las más altas instancias de la nación y, por supuesto, ante las de la Unión Europea. No se puede tolerar que los delincuentes legislen para delincuentes mofándose de la Justicia. El colmo de la mofa será que Sánchez haga presidente de Cataluña a Puigdemont. No se puede caer más bajo, ni pisotear más la dignidad de un pueblo.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

4 Comments

Click here to post a comment