Has entrado en un experimento
Has entrado a formar parte de un experimento sociológico, ya no tienes vuelta atrás, porque han seleccionado la imagen de portada, y has marcado una visualización, es una imagen-gancho. Ya estás lector en el juego de las vanidades y en la pregunta de ¿por qué nos atraen las fotos de los famosos, gente guapa que sonríe? Y pregunto, ¿acaso el público únicamente ve lo que se le pone delante?
Hagamos una prueba con la foto de la portada. ¿Han entrado en este artículo por curiosidad o por la hipotética relación entre estas tres mujeres famosas y bellas? ¿Qué te sugieren los rostros de la reina Letizia, Irene Rosales, Chabelita Pantoja, juntas?O imágenes de famosos por la televisión como en el programa de «Sálvame» emitido desde hace once años. ¿Por qué nos preocupan más las vidas de los famosos que de la gente normal o anónima? ¿Cómo creen que son sus vidas? ¿Por qué se siguen vendiendo miles de revistas de las llamadas de corazón?
Quizás somos más compasivos o permisivos con la gente con atractivo físico que con las feas o incluso discapacitados, personas son, ¿no? Por qué nos atraen; es decir, por qué nos atraen sin darnos cuenta por su atractivo, por ello diremos son personas con atractivo, que no quiere decir, que sean excelentes personas o más inteligentes, fijémonos en el astrofísico Stephen Hawking, quizás una de las mentes más brillantes del mundo, en cambio su imagen era rechazada, instintivamente como la de Pablo Echenique, otra persona en silla de ruedas.
Ante la belleza, la sonrisa o la mujer en bikini no podemos resistirnos, por ello los medios publicitarios usan a chicas en asociación con coches deportivos, evaluamos a los otros en función de su apariencia física y posible poder económico. Por eso, algunas revistas nos venden el interior de un palacio o la mansión de un famoso. Y en alto número las noticias se fabrican a través de una foto, como la de la portada. Porque jugamos con la curiosidad instintiva de los primates, semejante al de los hombres y mujeres actuales, y, como ellos nos interesan más los sentimientos humanos, que el sistema de esclusas del canal de Panamá, por ejemplo.
Si paseáramos una mañana por el Postiguet y viéramos a unos fotógrafos haciendo un reportaje a una bella modelo, o miss en bikini, el instinto es pararse, a mirar y curiosear como gorilas, ver a la famosa, y si fuera una mendiga, huiremos, cuando personas son ¿no? Es el irresistible atractivo, el envoltorio, de lo que desearíamos ser no quienes son. Actualmente se habla del culebrón del torero Enrique Ponce, Paloma Cuevas y de Ana Soria. La interrelación de estas tres personas no es novedosa, sino que es un acontecimiento más de los que suceden a otras muchas parejas anónimas.
¿Qué consume el público?
Haciendo un análisis sobre lo que el público consume nos da como resultado que compra lo que le ponen delante y lo que «alimenta los ojos», las portadas agradables de los famosos que sonríen y las chicas en bikini. ¿Pero es esta la realidad de sus vidas? La gente joven vende más noticias que los rostros de ancianos, personas son ¿no? Hay «youtuberos/as» que tienen millones de visitas y otros anónimos 10 ó 12, y me pregunto si somos consecuentes de que, inconscientemente, somos manipulados por el elitismo, la buena presencia, la sonrisa atrayente. ¿Y los normalitos/as dónde quedamos? En los carteles electorales del mundo de la política siempre aparecen ellos y ellas sonriendo, sencillamente porque la sonrisa es un arma poderosa que transmite seguridad en los demás, nos abre puertas en los negocios y en las relaciones sociales, nos aporta seguridad y nos ayuda a mantener una actitud positiva.
Sin embargo, en una gran mayoría de esta sociedad elitista y mediática, todos caminamos al borde del monte Taigeto de la Esparta clásica a punto de que nos arrojen al vacío, por no ser bellos. La influencia e incidencia sobre el síndrome del famoseo en nosotros es relativa, depende del nivel emocional que tengamos, si es alto o bajo, como lo ha demostrado Rodrigo Ernesto Cisterna de la Universidad Autónoma de Barcelona, sobre la influencia del uso de celebridades. En cambio, conozco a personas que jamás irían a pedirle un selfio autógrafoa ningún famoso, no por timidez, sino porque los famosos no les atraen, ni son sus ídolos, no les dicen nada, porque su autoestima vale más que las miserias de los famosos, ya que consideran que todo es fachada publicitaria.
Experimento sociológico sobre dos noticias triviales de 2019
- Primera noticia:
He tomado dos noticias al azar de gente guapa, en la revista Semana de Raoul Higuera y otra de Vanessa Ciganda, y he hecho un montaje con las dos fotos (ver la portada). La de Raoul Higuera de abril de 2019 que dice en titulares: «El feo comentario de un anciano a la Reina Letizia que la deja sin palabras». Y escribe:
«A la reina Letizia le ha salido caro el acercarse a auxiliar a un anciano en Burgos, por su feo comentario. Pero no es la primera vez que le sucede algo similar cuando el pueblo tiene la oportunidad de hablar de cerca con la consorte real (…) El marido de la señora a la que Letizia felicitó por su buen aspecto físico a los 93 años, no se cortó ni un pelo y le preguntó a la reina qué edad tenía. Ella no mostró problemas en confesar que tiene 46 años, a lo que el hombre le respondió con descaro: ‘Yo le echaba muchos más’». Una pregunta que de tratarse de otra persona pasa sin ser noticia, sin darle más importancia, pero es que la reina vende revistas porque siempre es noticia.
- Segunda noticia:
Noticia en la revista Semana de la periodista Vanessa Ciganda el 22 de septiembre de 2019:
Titulares: El mensaje de Irene Rosales a Isa Pantoja: «Eres una sinvergüenza».
«Adicciones no, cariño, enfermedad», ha corregido la mujer de Kiko Rivera (Irene Rosales) a su cuñada Chabelita Pantoja, que debutaba hace unos días como cantante y se exponía a su primera actuación pública. Un día importante para la joven que estuvo marcado por las ausencias. Tras abandonar el escenario donde incluso llegó a llorar, no dudó en atacar a su madre adoptiva Isabel Pantoja y a su hermano Kiko Rivera… Se ha mostrado tajante respeto a la actitud de la hija de la tonadillera: Cuando estás tocando a tu familia de esa manera es muy sucio y muy rastrero y ha querido dirigirse a Isa con el siguiente mensaje: «Eres una sinvergüenza».
Actores, escritoras, modelos, famosos, campeones y Matrix
No son suposiciones que nuestra mente elitista asocia la belleza con el éxito, cuando sabemos que no son ciertas las apariencias. ¿Qué sucede? Simplemente que tenemos educación artística, fantasías, sueños e ilusiones. Algunas personas se preguntan qué haría yo para parecerme a ese o esa y vivir del cuento, sin trabajar. Simplemente que nos dejamos convencer por las apariencias y los estereotipos de belleza como éxito. Premisas que los publicistas, televisiones, cine, revistas, etc., aprovechan para vendernos algo. En la película Mi querido presidente de 1995, protagonizada por Michael Douglas y Annette Bening (que vi hace unos días), se trata de un amor entre el presidente de los Estados Unidos, viudo en la película, y una activista medioambiental, progresista que nos agrada. La película ha recibido muchos premios cinematográficos. ¿Por qué nos cautivan las grandezas y los cuentos eternos del mito de La Cenicienta?, que se casa con príncipe «buenísimo», si fuera malvado lo desecharíamos. Las guapas y guapos del cine como Olivia de Havilland, Errol Flynn, Rock Hudson, Doris Gray, Antonio Banderas, Penélope Cruz…, de dientes blanqueados son el resultado de una selección o casting.Fuera del sueño del cine existe toda una realidad, la del cotidiano vivir.
¿Por qué Belén Esteban, la llamada popularmente la “princesa del pueblo”, ha vendido 60.000 copias de su libro Ambiciones y reflexiones, en 2016? Tres veces más que la mejor obra del último Premio Nobel de Literatura. Mujer que se convierte en una de las autoras más vendidas del país, más que Almudena Grandes, Espido Freire o Lucía Etxebarria, por nombrar tres famosas. Belén Esteban es protagonista principal del mundo rosa del programa «Sálvame», y tiene el mérito de vender tres veces más libros que Vargas Llosa, todo un Premio Nobel. Ella no es una escritora sino una mujer que vende sus intimidades, un producto mediático, talismán de Mediaset España, y que además se ha hecho rica.
Vivimos en Matrix, un mundo no real sino virtual, en una realidad paralela, es una teoría más alocada que, sin embargo, cada vez valoran con más aceptación desde el mundo científico, filosófico y hasta empresarial, y, además nos azota la pandemia del covid-19 que favorece aún más el mundo de Matrix. Y el mundo de la televisión es elitista, cuando vemos a guapos y guapas como presentadores como el de los telediarios u otros programas, están seleccionadas por su aspecto físico, su atractivo, ¿Dónde queda la gente normal, dónde queda la Constitución que proclama la igualdad? Entiendo a mis años que las bellas o bellos tiene más oportunidades para ser azafatas o azafatos, actrices o televisiones, salvo muy raras excepciones.
Las portadas de revistas del corazón son siempre hombres o mujeres bellas. Las películas igualmente venden la imagen, las novelas las venden los autores famosos, no la calidad literaria del libro. Perdemos capacidad crítica de análisis de la realidad ficticia. No deberíamos ser manipulados experimentando con nuestros instintos de primate curioso. Si un presidente de gobierno es agraciado ganará más elecciones que uno feo. Porque asociamos lo agraciado con lo eficaz y agradable.
Un artículo de Cristina Sáez en La Vanguardia de 26/08/2011, expone con más detalles psicológicos por qué es así:
«…Vemos a una persona guapa y en un segundo nuestro cerebro comienza a tejer toda una red de atributos positivos a su alrededor. Nos la imaginamos con un buen trabajo y un buen coche [buena casa], seguramente con éxito profesional; felizmente casada o en una relación de pareja satisfactoria; puede que pensemos que viaja mucho, que tiene buenos e influyentes amigos, que va a muchas fiestas, que se lleva de maravilla con su familia, que no tiene problemas; que es, en definitiva, feliz o muy feliz».
Son suposiciones que nuestra mente elitista asocia con la belleza, con el éxito, cuando sabemos que no es cierto. ¿Qué sucede? Simplemente que nos dejamos convencer por las apariencias y los estereotipos. Un hombre con traje y corbata llega dentro al mismo Homo sapiens, que sin traje, sin embargo nos causa respeto, es como una barrera de autoridad (leer mi artículo sobre el significado de la corbata). Circunstancias que los publicistas, televisiones, cines, revistas…, aprovechan de nuestra credulidad de primate.
¿A quién le interesa el pelotazo de un tenista a una linier si no fuera porque se trata del número uno del tenis Djokovic o incluso, si fuera nuestro Nadal?
¿Por qué esa obsesión por sacarnos fotos con famosos? ¿Cómo afecta este acoso constante a nuestros ídolos?
Escribe Lorena Montón en La Vanguardia 22/03/2016, una interesante reflexión: «Nuestros ídolos se cansan de estar siempre sonrientes o de hacerse fotos a centenares, y es normal que en algún momento su cuerpo y su mente no puedan más y tengan una reacción negativa». Los paparazzi roban fotos para venderlas a la prensa del corazón, y los fans o seguidores para tener más visitas en Facebook, Instagram o Twitter, la egolatría llevada a la más alta expresión
Los rostros juveniles
El hombre como sigue siendo un primate en su genética y sus sentimientos. Por ello el rostro juvenil de una joven, instintivamente, siente deseo de reproducirse con ella. En un hombre joven por parte de la mujer, la presión de la juventud es menor porque un hombre es igualmente fértil en una edad más avanzada, y además suele disponer de mayores recursos a tal edad para procurar supervivencia a la prole. Y a ellas les gusta el hombre varonil, fuerte y rico que pueda mantener a su prole, esta idea proviene desde los miles de años atrás, de tiempos prehistóricos. Unos voluminosos senos en la mujer significan, instintivamente, que ella podría alimentar bien a las crías. Se representaba ya en las venus prehistóricas como la de Willendorf que tiene unos veinte mil años. Es la poligamia y no la monogamia la norma en el instinto del hombre, por la posibilidad de aumentar la prole de hijos y nietos, en caso de que una mujer fuera estéril.
Si examináis las webs o redes sociales que propician citas románticas comprobaréis una serie de looks bastante generalizados: las féminas exageran los rasgos infantiles de su cara, rejuvenecen todo lo que la tecnología cosmética permite, e incluso componen morritos, maquillajes que no se noten, alzan las cejas inocentemente, ponen muecas de niña traviesa, etc. Los hombres se dejan la barba para parecer más maduros. Y mantener los rasgos infantiles recibe el nombre de neotenia. Este proceso está particularmente exagerado en los seres humanos, hasta el punto de que se ha acuñado una palabra específica: paidomorfosis, como rejuvenecer los rasgos adultos. Vende lo joven, la experiencia de la madurez no cala nada por anacrónicos.
Conclusión
Nuestra mente es manipulada por el sentido estético de la belleza, sin darnos cuenta de ello, por supuesto. Compramos lo que se publicita en los medios. Nos los han enseñado en el arte, en la sociedad y en las televisiones, nos dejamos llevar por rostros bellos, sin ver el posible psicópata que puede haber detrás. Si has llegado hasta aquí el experimento propuesto ha tenido sus efectos positivos y me darás la razón a las premisas según el título de este artículo un tanto metafórico de que, nos «alimentamos por los ojos».
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