Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Homenajes

Ser, estar y parecer: cuando la RAE miró hacia el futuro

Octavio Pinillos posa junto a los viejos cajetines del archivo de papel de la RAE (Fuente: RAE).

Somos muchos millones de usuarios en el planeta los que, desde hace un tiempo reciente o no lejano, nos beneficiamos a diario de la informatización de la Real Academia Española (RAE). Para ello se ha de contar con personas que, de modo vocacional, optan por contribuir a la mejora de la sociedad por encima de sus intereses personales. Una de estas personas fue Octavio Pinillos Laffón, que el pasado 1 de diciembre nos dejó. A nuestro muy querido hermano y apreciada persona dentro y fuera del ámbito familiar, le cupo el honor de contribuir decididamente a la informatización de la RAE.

Si hoy nos parece normal auxiliarnos a diario del teléfono móvil para consultar en él el significado de una voz en el diccionario de la Academia Española –como la cosa más natural del mundo– ello ha supuesto un largo y arduo proceso de trabajo. Una andadura que se inició con el paso del documento escrito al chip y que terminó en la progresiva informatización de nuestra Academia. De este modo pudo mostrase como un institución más cercana y abierta a todos. Se alivió también no solo su complejo y amplio proceso de trabajo interno, sino que contribuyó de lleno a mejorar la percepción que la sociedad tenía por entonces de la Institución.

Real Academia Lengua Española (Fuente: RAE).

Esa «información automática» que aparece en la etimología de la palabra informática y con la que se ha logrado que lo urgente no desplace a lo importante, aporta también incontables e importantes beneficios a la gestión y difusión de las muy diversas actividades lingüísticas y lexicográficas de la RAE.

Para poner en marcha este proceso, Octavio no escatimó ningun esfuerzo ni perdió en ningún momento la cordialidad con la que sabía impulsar en todo momento el trabajo en equipo. Informático sagaz y vocacional, fue el primer director del Departamento de Informática de la RAE que él mismo diseñó y que, en estrecha relación con sus más cercanos colaboradores, facilitó la modernización que experimentó la Academia mediante la adopción de lo que entonces supuso una auténtica revolución: el boom de la informática.

Corría el año 1992 cuando Fernando Lázaro Carreter, director de la RAE, y Víctor García de la Concha, secretario de la Institución, dieron luz verde a esta compleja tarea, facilitada por la creación de la Fundación Pro Real Academia Española en ese mismo año. Pinillos diseña y pone en marcha entonces la informatización de una de nuestras más importantes instituciones culturales, que comienza a construir un ambicioso proyecto: digitalizar los valiosísimos fondos de la Casa de las Palabras: diccionarios, libros, fichas de papel, etc. La labor se inició con los bancos de datos que se conocen como el Corpus Diacrónico del Español y el Corpus de Referencia del Español Actual.

Cajetines del archivo de papel de la RAE (Fuente: RAE).

La experiencia previa de Pinillos en IBM le llevó a diseñar la base de datos en que se iba a convertir el diccionario de la Academia. Y lo hizo con esa discreción y sencillez que lleva a mucha gente a pensar que son cosas que se logran por sí solas, sin necesidad de dedicarles tiempo, mucho esfuerzo e imaginación.

Académicos ahora, como Jose Antonio Pascual y José Manuel Blecua, o profesores universitarios, como Juan Carlos Conde trabajaron codo con codo con Octavio en estas tareas. Y aunque es también cierto que a veces hubo algunos roces con la realidad, no pusieron en peligro la progresiva mejora del trabajo que dirigía Pinillos. No le faltaba para lograrlo dedicación, inteligencia y capacidad de coordinar los esfuerzos de un buen equipo.

En tiempos más cercanos al actual, nuestro hermano fue el director que puso los cimientos informáticos con que se dotó al Nuevo Diccionario Histórico del Español. Tanto en lo que suponía la redacción de un diccionario digital y relacional, como en lo que respecta a una serie de materiales importantísimos para apoyar estas tareas. Cimientos que son de gran interés incluso para lexicografía en general, como es el caso del Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española o el Fichero digitalizado de la Academia.

Octavio Pinillos Laffón (Fuente: RAE).

Poder acceder en la red a todas las ediciones tanto del diccionario académico como de algunos otros, ha cambiado la forma de trabajar en lexicografía. Así como poder contar con el fichero tradicional de la Academia, que supone un gran avance para cualquier investigador. Y lo demuestra que ni siquiera los innumerables datos a los que se puede tener acceso en los corpus académicos, hacen inútil la consulta de este fichero. 

Pinillos no fue un hombre mediático; tenía una aversión natural a las relaciones públicas.  Fue sencillamente un hombre de bien, una persona templada y cabal. Batallador incansable y resolutivo, pragmático e intuitivo. En su modus operandi no cabía plantear problemas, sino proponer soluciones e ideas útiles, capaces para hacer viables y tangibles los proyectos que la Institución abordó a partir de 1992, año en que Octavio Pinillos empezó su trabajo en la Academia hasta el momento de su jubilación.

Creo que se justifica que mis familiares directos y yo sintamos la necesidad de rendirle un homenaje por medio de estas líneas, en las que, personalmente, he querido poner de relieve su entrega a la Real Academia Española, ¡y con cuánta generosidad!

Con algunos aspectos de su modernización tuvo bastante que ver como impulsor y primer director del centro de informatización de la RAE.  

El inexorable paso del tiempo hizo también mella en Octavio. Quizás el paulatino desgaste personal, la continuada dedicación por todo lo que hacía y la entrega a todos los que le rodeábamos, fueron mermando sus fuerzas y puso fin a su larga etapa al servicio de la RAE en el 2015 para disfrutar de una merecida jubilación que, tristemente, ha sido demasiado breve.

Es inevitable expresar cuánto dolor siento al remover el alma refiriéndome a un hermano excepcional, que ha dejado una profunda huella en quienes compartimos tanto con él dentro y fuera del ámbito familiar. Sin ser académico o filólogo, su paso por nuestra más alta Institución cultural no merece caer en el olvido, pues sus aportaciones al trabajo de un gran equipo contribuyeron a la difusión de nuestro idioma dentro y allende nuestras fronteras.

Quiero creer hoy y aquí, que allí donde se encuentre ahora, seguirá estando en un lugar muy alto: el que le corresponde.

Alberto Pinillos Laffón

Colaborador honorífico Universidad de Alicante. Dpto de Comunicación y Psicología Social. Doctor en Ciencias Sociales. Experto en Identidad de Marcas y Lenguaje Publicitario

4 Comments

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  • Estimado Alberto,

    Encuentro, tardísimo, su artículo sobre su hermano Octavio. Fue, en verdad, un hombre bonísimo y un profesional intachable que trabajó con cordura y sensatez en un entorno no siempre proclive a lo razonable y justo. Su labor, ahí queda, en la base de todo lo que la RAE ha venido haciendo en estos últimos años. En mi caso, aparte de un óptimo compañero de trabajo con quien era un placer laborar, fue un grandísimo amigo, a quien añoro casi cada día. Gracias por darme cabida en su homenaje a Octavio.

    Muy cordialmente,

    JC

    • Muy estimado Juan Carlos: mis familiares directos -a quienes haré partícipes de su amable y admirable comentario- así como yo mismo le estamos muy sinceramente agradecidos. Aprovecho la ocasión para decirle que no olvidamos su precioso artículo publicado en ABC en 2021 y denominado Un hombre cabal, creo recordar. Quienes tuvimos la suerte de estar con él en familia, como amigos o en el trabajo, siempre le tendremos presente en nuestros corazones. Un gran abrazo.