Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Sánchez, Belarra, Putin y Felipe VI

Los símbolos del Estado español son: la Bandera, el Escudo, el Himno Nacional (Fuente: Presidencia del Gobierno de España).

Un nuevo Gobierno de coalición de partidos constitucionales es posible y deseable.

No soy monárquico y tengo espíritu republicano. Creo haberlo escrito alguna vez, pero, como decía Ortega y Gasset, tan legítimo me parece un régimen republicano como una monarquía parlamentaria cual la que tenemos en España desde que se votó la Constitución de 1978. Incluso comparto la opinión de algunos amigos ilustrados que sospechan que puede ser más barata una casa real austera que una presidencia republicana con más asesores de los que comen en los pesebres monclovitas del Gobierno Frankestein, denominación que no se debe a un fascista sino a un destacado líder socialista.

Y estoy plenamente convencido, como la mayoría de los españoles, de que la monarquía de Felipe VI no sólo no es un problema sino un valor para la cohesión del país en estos momentos tan convulsos, en los que algunas formaciones políticas minoritarias atacan a la Corona por ideología y no por ideas; por desestabilizar el país que llevaba cuarenta años de convivencia y desarrollo global ejemplar y ejemplarizante, espejo internacional para pasar de una dictadura a una democracia plena. Democracia plena hasta que Pedro Sánchez traicionó al PSOE de la socialdemocracia y a sí mismo coaligándose con un dictatorial partido comunista que no deja dormir en paz ni a él ni a la inmensa mayoría de los españoles.

El infumable contubernio sociocomunista (aliñado con el apoyo de nacionalistas, independentistas y bilduetarras) se mantiene contra viento y marea y ni siquiera asuntos de vital importancia, como el papel de España en la OTAN, son suficientes para romper la conexión PSOE-Unidas Podemos (UP). El supuesto pacifismo comunista no es más que una artimaña propagandista para españolitos incautos sin idea de la geopolítica internacional. A los comunistas les encantan las fanfarronadas dictatoriales de Putin y les asquea la defensa de los valores de Occidente tras los que está la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Hay muchos más quilates de paz en la Unión Europea que en el régimen dictatorial de Putin.

¿Quién es Putin para amenazar con más de cien mil soldados a un país soberano, independiente y democrático? ¿Quién es Putin para impedir que Ucrania decida, como cualquier otro país europeo, si quiere unirse a la UE o a la OTAN?

La ministra podemita Ione Belarra no es que sea infantil defendiendo el ‘no a la guerra’ (algo que todo el mundo sostiene), es que quiere ganarle votos al PSOE de Sánchez en un ejercicio de deslealtad supremo. Pero ‘Pedro el tragaldabas’ se traga el sapo casi sin inmutarse, aunque ya va sintiendo cómo Unidas Podemos le va segando el césped electoralista bajo los pies.

Sería un buen momento para que Sánchez rompiera su alianza y buscara un compromiso con PP y Ciudadanos. Y si hay que reformar algún punto de la Constitución, que se haga, pero con sentido de Estado; no para cargarse el Estado cimentado en la independencia de los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. 

Un nuevo Gobierno es posible sin comunistas. Un Gobierno apoyado por PP y Ciudadanos, que no sólo debería llegar a las elecciones generales sino perpetuarse tras los comicios. No sólo sería un Gobierno para la reconstrucción económica y social, sino para el retorno al espíritu de concordia de la Constitución de 1978, algo que echan de menos los españoles. Bueno, todos menos los comunistas, los independentistas, nacionalistas y bilduetarras.

Debería gestarse un compromiso entre los partidos constitucionalistas para gobernar juntos poniendo en la presidencia al candidato de la formación más votada. Está en juego el futuro de España como una democracia fuerte en una Europa fuerte para afrontar cualesquiera retos nacionales, europeos y mundiales. Todo esto parece de sentido común, pero una vez más hay que lamentar que, entre nuestros políticos, el sentido común es el menos común de los sentidos.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

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  • Un artículo lleno de buenas intenciones, pero Pedro Sánchez, se traga los sapos que sean con tal de gobernar por dos años más, aunque su postura del avestruz le desgaste y le deje al pie de los caballos en próximas elecciones.

    • Querido tocayo. Estoy terminando de leer tu libro-papel sobre el genio Vicente Blasco Ibáñez gracias a Amazón. Demasiado barato. He aprendido mucho y llevas razón cuando dices que su vida es más novelesca que sus escritos. Es muy interesante lo que cuentas. Literariamente era un genio, aunque humanamente, familiarmente, fue un perfecto cabrón. Pero, como casi siempre, hay un pero. De cara a nuevas ediciones sería bueno revisar el texto, en el que hay que corregir bastantes erratas. El retrato de Vicente es magistral. Eres un artista polifacético. Un abrazo.