Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Historia

Recuerdo del Sargento Moquillo

Uno de los personajes más singulares de Alicante es, sin duda, el Sargento Moquillo, como cariñosamente se apodaba a este policía municipal tan peculiar que dirigía la circulación de un modo original y que, una vez destinado al Parque Infantil de Tráfico de las laderas del Monte Tossal, incrementó sobremanera su popularidad. Pero, ¿quién es este personaje? Vamos a desgranar algunos aspectos de su vida y de su actividad y seguro que quedaremos admirados de lo mucho y bueno que hizo por nuestra ciudad, que le reconoció con un homenaje y el poner su nombre al parque del Castillo de San Fernando.

Unas palabras de su nieta, que incluimos en nuestro trabajo, dan buena muestra de la personalidad de nuestro hombre. Sus valores humanos y sus cualidades son un ejemplo para todos y la policía municipal lucentina puede estar bien orgullosa de haber contado entre sus miembros con este ilustre personaje, que le representa como ella se merece.

Con gran éxito, participaría el Parque Infantil de Tráfico, sito en las laderas del Monte Tossal y dirigido por nuestro sargento, en varias competiciones nacionales entre parques de tráfico de esta índole, obteniendo valiosos galardones y premios por su buen funcionamiento.

Se le llamaba a Antonio Pomares “el sargento de los niños” y los “pilotos infantiles” y sus familiares sentían un gran cariño por nuestro sargento, con su trato siempre amable y cordial y su amplia y contagiosa sonrisa.

Sargento Moquillo (Fuente: Alicantepedia).

Yo tengo un recuerdo personal del sargento, y me llamaba la atención esa forma original de dirigir el tráfico, con sus aspavientos, sus movimientos de brazos, sus gestos y el sabio manejo de sus pitidos. Todo infundía respeto y admiración y, ciertamente, generaba también mucha curiosidad por la originalidad del desempeño de su función que era sumamente efectiva. Era todo un espectáculo el verle.

Juan R. Gil, en su trabajo El guardia de tráfico, escribe: “Tiempo atrás había en la ciudad guardias de tráfico de veras. Se colocaban en las encrucijadas de la vías y desde allí dirigían la circulación con un toque personal, en lo cual destacaba el Sargento Moquillo, al que algunos recordarán: un tipo entrañable que se gustaba en su trabajo y que con gran alarde de gestos operísticos, lucidos y divertidos, dirigía al público transeúnte que, por su parte, le correspondía depositando a su alrededor, por Navidad, el avío del aguinaldo (el mayor de todos era para el Sargento Moquillo); consistente en montones de cajas de sidra, de cerveza, turrones, jamones, y hasta un pavo, que un día vi”.

Asegura Juan R. Gil que hoy ya no quedan guardias de tráfico de este tipo. Dice:

“¡Adiós al Sargento Moquillo! Aunque de vez en cuando se pueden ver motoristas de uniforme vigilando las calles por parejas, en realidad el tráfico se dirige realmente mediante un sistema despersonalizado, basado en señales, símbolos, pantallas y chivatos electrónicos, que remiten a un trasfondo de reglas y prohibiciones cada vez más exigente. La función, no obstante, es la misma, aunque sin las modulaciones de la personalidad: se trata de regular un caos de vehículos y de personas que creen saber adónde van y para qué”.

Hasta aquí las acertadas palabras de J. R. Gil. El tráfico y su complejidad han aumentado mucho en nuestro tiempo y esa figura del guardia dirigiendo la circulación, tan bien escenificada en la película Manolo, guardia urbano, protagonizada por Manolo Morán, ha pasado a la historia. Nuevos tiempos, nuevas exigencias.

Manolo, guardia urbano ha sido una de las mejores películas de nuestra filmografía y versa sobre la figura de un guardia urbano de muy buen carácter y querido por todos. Además de Manolo Morán, su protagonista principal, y que hace un papel maravilloso, intervienen actores como Tony Leblanc, Ángel de Andrés, Antonio Riquelme y Luz Márquez; siendo el director R. J. Salvia. Representa muy bien la actividad y las anécdotas de un guardia urbano y, al verla, recordaba viejos tiempos y asociaba la figura de Manolo con la de Antonio, todo un modelo paradigmático para la ciudadanía. El guardia urbano y su gran contribución a la sociedad: todo un ejemplo.

Se ha escrito por un prestigioso periodista que el «guardia de tráfico» es una metáfora de la sociedad actual. Es una metáfora que se usa para ilustrar cómo funcionan las cosas en medio del caos circundante. Porque, en efecto, la gente habita en un entorno que puede parecer caótico y que de hecho lo es en gran medida. Los deseos, necesidades, experiencias y todo lo que se desprende de los sueños irrealizados de cada cual, de su capacidad creativa, genera un potencial incalculable.

Escrito de su nieta, Inmaculada Pomares, sobre el Sargento Moquillo

Estas son las palabras, muy ilustrativas, de la nieta de nuestro sargento dirigidas a Alicante Vivo y que consideramos de gran valor para adentrarnos en la personalidad de nuestro entrañable protagonista:

”Hola: quisiera daros las gracias por su buena labor, y por hacerle un homenaje a un hombre que siempre estuvo trabajando tanto en tráfico como en el Parque Infantil del Tossal en Alicante. Tras su jubilación, estuvo con la Hoguera ‘Francisco Franco-La Paz’, en el barrio del Carmen, hoy más conocido como las Mil Viviendas, en donde vivió hasta el día de su fallecimiento en la calle Batalla de Belchite. Con muchísima pena aún le recuerdo en mi memoria. Yo tenía 8 o 9 años y (conservo el recuerdo) de su fallecimiento hace ya 23 años. Era un hombre muy bueno, le gustaba el trato con la gente, amable con las personas y cariñoso con su familia, aunque tuviera su pronto como todo el mundo. Mi familia le quería mucho, pues su esposa también murió hace apenas un año. Ella sí os hubiese contado con amplitud la vida de mi abuelo, de mi yayo, a quien aún lo sigo llamando así porque a Antonio no le gustaba que le llamaran abuelo por viejo. Para mí, más que yayo era padre, el “sargento” era el padre de mi padre, que aún hoy está trabajando como policía local. De mi abuelo, que en paz descanse, recuerdo que cuando me acompañaba al Tossal me encantaba mirarle cómo enseñaba a los demás niños mientras me sentaba a su lado y aprendía educación vial. Una vez más tengo que agradecer el trabajo de Alicante Vivo por seguir manteniendo con cariño el recuerdo de ese buen hombre que fue mi abuelo, don Antonio Pomares Espinosa. Sí, el Sargento Moquillo. Y si quieren saber más cosas de mi abuelo, no duden en ponerse en contacto conmigo o con mi padre. Lo único que me gustaría pedirles es que si consiguen una copia de un vídeo que le hicieron a mi abuelo trabajando, me hicieran llegar una copia para entregársela a mi padre en el día de su cumpleaños. Para nosotros es muy importante. Muchísimas gracias. Un saludo de Inmaculada Pomares”.

Veamos unos caracteres que consideramos del mayor interés, sobre la personalidad de Antonio Pomares:

  • Empatía.
  • Gran amor a la infancia.
  • Sentido pedagógico.
  • Entusiasmo por su profesión.
  • Don de gentes.
  • Amor a la familia
  • Alto sentido del deber y de la disciplina.
  • Responsabilidad.
  • Originalidad en su trabajo.
  • Sencillez y humildad.
  • Espíritu fogueril.

Aspectos biográficos del Sargento Moquillo

Antonio Pomares Espinosa (1924-1992) nació en Alicante. Su primer trabajo fue como consumero. Ingresó muy joven en el Cuerpo de Consumeros. Los consumeros eran unos empleados municipales que se encargaban de la recaudación del impuesto de consumos, pero Antonio no estaba plenamente contento de ese desempeño. Buscaba otra ocupación que le llenase más y tuviera una imagen de cercanía con la gente, pues Antonio era muy sociable. No estaba satisfecho con la mala cara que ponían las gentes cuando le veían acercarse, pues la verdad no era grato su desempeño. ¿Con qué empleo se sentiría más realizado y pudiera servir más gustosamente a los ciudadanos alicantinos? Quería rodearse de gente que le apreciara y reconociera y valorara positivamente de uno u otro modo su labor. Tras cumplir la mayoría de edad, siguió unos cursos sobre circulación en la capital de España.

Ya tenía decidida su vocación

Ingresó así, posteriormente, de vuelta a la terreta y con la preparación conseguida en estos cursos, en el Cuerpo de la Policía Local de Alicante, siendo destinado a la sección de Circulación. Trabajó en una oficina entre cuatro paredes o tras un mostrador, pero eso no era realmente lo suyo. Quería ejercer de policía en la calle y fue así destinado, previa petición a sus superiores, a dirigir el tráfico local. Lo dirigía con mucho arte y estilo. Ese estilo tuvo repercusión en la prensa local, la nacional e incluso en la prensa extranjera. En un periódico noruego, de gran difusión, se llegó a publicar: “Olé. Quién sabe si quizá este español soñó alguna vez en ser bailaor o matador. Ahora, en su lugar de trabajo, hace pruebas en medio del asfalto como policía de tráfico”. Era una atracción turística más de nuestro Alicante.

Reportaje de una publicación extranjera de la época sobre el sargento "Moquillo"
Reportaje de una publicación extranjera de la época sobre el sargento «Moquillo»

Escribe Rosser, en un magnífico trabajo, que el Sargento Moquillo tenía su propio estilo de dirigir el tráfico, con el gesto de sus brazos, de su cuerpo y de su cara. Cuando se enfadaba eran su silbido y sus gestos los que llamaban la atención a quien estaba a punto de de cometer una infracción y que la hubiera hecho si, previsoramente, Antonio Pomares no lo hubiera impedido.

No era partidario de poner multas, sino que más bien advertía y hacía con ello un gran favor a muchos conductores.

No obstante, alguna multa ponía y en una ocasión un hecho determinado cambiaría radicalmente su vida.

Veamos lo que pasó. Fue destinado al Parque Infantil de Tráfico del Castillo de San Fernando como represalia por haber puesto una multa a la esposa de un alto cargo de la política local. Según testimonios recogidos, la multa se debió a una infracción de aparcamiento. Organizó y dio impulso a este parque, que dirigiría magistralmente.

Estuvo Pomares en París participando en un concurso internacional de guardias de tráfico, dirigiendo la circulación en los Campos Elíseos y en dos ocasiones se clasificó en primer lugar de la competición. También participó con gran éxito en otros concursos análogos. En 1980, el Club de Marketing de Alicante le concedió el “Premio a la Eficacia” en su primera edición, en la sección de Relaciones Públicas. Recibiría además otras distinciones de nuestra ciudad.

Poco antes de su jubilación, volvería a regular el tráfico de adultos en el cruce de la avenida de Denia con la calle Doña Violante (en el año 1983). Nos referimos a unos tiempos en que el alcalde era el señor Lassaletta, con el que le unió una buena amistad. Fue el broche de oro de su carrera volver a dirigir el tráfico local, con su peculiar sentido y estilo “made in Moquillo”.

Ya jubilado, participaría activamente en actividades fogueriles de la barriada alicantina en la que residía.

Hubo un movimiento ciudadano para dar el nombre del Sargento Moquillo al Parque Infantil del Castillo de San Fernando, donde además tiene un monumento dedicado a su memoria. El dar el nombre del sargento al parque infantil, el dedicarle un monumento en esta zona y otros hechos de análoga naturaleza, no son sino unos merecidos homenajes a esta gran persona, aunque creemos fue merecedora de otros muchos reconocimientos.

Sargento Moquillo (Fuente: Alicante Vivo).

Es del mayor interés consignar la conmemoración en el mes de mayo por la Policía Local de Alicante de su 175 Aniversario, teniendo lugar a tal fin una variada serie de actos. Para la celebración se organizaron muy diversas actividades, entre ellas una exposición fotográfica, una exhibición de las unidades de la Policía incluyendo la sección ecuestre, estreno del himno de la Policía, encargo de dibujos destacados a centros de educación infantil y primaria para divulgar entre los niños y las niñas las realizaciones del Cuerpo, edición de libros y de folletos y otras más. El Cuerpo de la Policía Local se creó en el Pleno celebrado el 1 de Mayo del año 1847 con el nombre de Guardia Municipal. En esta serie de actos se indicó que el Ayuntamiento iba a realizar un homenaje al agente de la Policía Local don Antonio Pomares Espinosa, “Sargento Moquillo”, y se iba a rehabilitar un monumento a dicho agente para su posterior exhibición.

Hipótesis sobre el origen de su apelativo cariñoso

¿Cuál es el origen de ese apelativo cariñoso de “Sargento Moquillo”, otorgado por los ciudadanos a nuestro personaje? Hay dos versiones que creemos no son contrapuestas, antes al contrario, son complementarias.

Según unos, el hecho de tener tanta empatía con los chavales del Parque Infantil de Tráfico del Castillo de San Fernando y ser un verdadero “sargento de los niños” (otra denominación que a veces se le daba), siendo los encantadores infantes unos mocosos (como familiarmente les llamamos), puede ser una de las causas.

Según otros, el guardia urbano de la época estaba expuesto a la intemperie al dirigir el tráfico y, en los fríos días de invierno, no era de extrañar el hecho que nuestros sufridos policías municipales cogieran algún que otro resfriado con congestión nasal; de ahí lo del “moquillo”.

Pero siempre se le admiró por los ciudadanos y en esos entrañables días de Navidad, en su paraeta de dirigir la circulación, estaba flanqueado por numerosos regalos (turrones, dulces, algún que otra botella de licor…). Moquillo por los niños y Moquillo por los resfriados.

Parques infantiles de tráfico

Un parque infantil de tráfico (para poder ser apoyado por la DGT) es aquella instalación fija donde se reproducen situaciones de tráfico, conteniendo todos aquellos elementos propios de las vías públicas, con su correspondiente señalización, incluidos vehículos, que no podrían ser otros que bicicletas, ciclomotores y pequeños karts no concebidos para competición deportiva y con un exclusivo fin educativo.

En el parque infantil, nuestro sargento enseñaba las normas de circulación, el sentido de la responsabilidad, el saber respetar siempre las indicaciones, la nobleza en el volante cuando fueran adultos y condujeran vehículos “de verdad”, los valores éticos y humanos y, en definitiva, que el día de mañana estos niños, futuros ciudadanos, fueran personas de bien en todos los sentidos. Fue así un verdadero pedagogo en una pedagogía de la conducción, una gran necesidad en nuestros días. Solo por esa gran obra, el Sargento Moquillo ya se merece todos nuestros parabienes.

Estudiosos de su figura

Entre los estudiosos de su figura, o al menos de algunos aspectos parciales de la misma, podemos citar a Pascual Rosser Limiñana, redactores de Alicante Vivo, redacción de Alicante en la Memoria, redacción de Información, redacción de La Verdad de Alicante, redacción de Alicante Plaza, Hoja del Lunes de Alicante, Alicante. Mirando al mar, Juan José Amores Liza, Inmaculada Pomares, Mariano Sánchez Soler, Rubén Chávez, David Rubio, J. C. Sánchez Calero, Alicantepedia, Juan R. Gil (El guardia de tráfico), J. M. Deltell, Francisco Carrión Galera (Historia de un hombre sencillo), Joaquín Ñeco…

Igualmente son importantes los testimonios gráficos del diario “Información”, entre los que debemos consignar firmas de fotógrafos tan destacados como el gran P. Arjones.

Conclusiones

En definitiva, el Sargento Moquillo representa todo un ejemplo para nosotros por sus grandes valores, su contribución decisiva a la educación vial y ser una muestra eminente de dedicación total a su trabajo y profesionalidad. Una prueba meridiana de la importancia que tiene la obra bien hecha, ese rasgo esencial de la acción pedagógica que ya resaltaba el filosofo español Eugenio d´Ors en su obra Aprendizaje y heroísmo. En la formación integral hay que dar al alumno elementos suficientes para hacer de él un futuro ciudadano responsable, y el estudio debe suponer esfuerzo máximo y total dedicación. Nuestro personaje es un símbolo de admiración y así mismo en su labor en el parque infantil inculcó a los niños que tenía como alumnos esos elementos decisivos, esos “ladrillos” necesarios para la construcción completa de ese edificio que es la personalidad. Los cientos y cientos de alumnos del parque recibieron siempre el aliento, el ánimo y la instrucción necesarios. Y seguro que cuando fueran adultos serían unos magníficos conductores. Sencillez, humanidad, simpatía, alicantinidad, amor a la familia y en fin, ejemplo máximo, esos son algunos de los valores que nos ha transmitido Antonio Pomares y por ello nunca dejaremos de agradecer su gran contribución, desde su humilde pero efectivo puesto, a la mejora de nuestra sociedad.

Agradecimientos

Tenemos que mostrar nuestro agradecimiento a los redactores de Alicante Vivo, al Archivo Municipal de Alicante con su magnífica hemeroteca y a los testimonios que hemos ido recogiendo, para la elaboración de este trabajo, de ciudadanos alicantinos que nos comentaron aspectos muy significativos y aportaron impresiones personales de nuestro “héroe”.

José Moratinos Iglesias

Doctor en Ciencias de la Educación, diplomado en Psicología, profundo conocedor de la Psicopedagogía e Instructor de Tiempo Libre con sus estudios de Magisterio.

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