Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Historia

El Camino Español de los Tercios

Camino Español. Se puede ver los vivanderos o comerciantes que acompañaban a las tropas para proporcionarles suministros. Autor: Augusto Ferrer-Dalmau (Fuente: https://arrecaballo.es/).

El Camino Español de los Tercios fue un corredor militar de ida y vuelta, que atravesaba Europa Occidental desde el norte de Italia hasta los Países Bajos a lo largo de unos 1000 kilómetros y permitía a los monarcas de la Casa de Habsburgo el traslado de tropas hacia sus dispersos territorios europeos, pasando por el ducado de Milán, Luxemburgo hasta los Países Bajos. El llamado Camino Español permaneció en servicio 63 años desde 1567 a 1630. La rebelión de los Países Bajos constituyó un enorme desafío para la Monarquía Hispánica, que, para la lucha contra los insurrectos, dependía de sus Tercios y demás soldados reclutados en otras regiones europeas como alemanes y en Italia que era preciso trasladar para combatir a los rebeldes.

Antecedentes

En el siglo XVI, por herencia y conquista, todos los Países Bajos (Flandes, Luxemburgo, Bélgica, Norte de Francia y una parte de Alemania) llegaron a estar bajo el mandato de la dinastía de los Habsburgo con el emperador Carlos V, quien los unificó en un solo Estado. Calos V era hijo de Felipe I el Hermoso,  rey Castilla (por estar casado con Juana de Castilla, hija de los Reyes Católicos), además Felipe era conde soberano de Flandes y duque soberano de Brabante, último duque titular y soberano de Borgoña (renunció a la parte francesa, conservó Artois), con posesiones en los Países Bajos.

Martín Lutero clavando sus noventa y cinco tesis en una puerta de la iglesia de Todos los Santos de Wittenberg, según una reproducción pictórica de 1872 de Ferdinand Pauwels (Fuente: Wikimedia).

La llegada de la Reforma protestante del siglo XVI, fue una forma nueva de revolución contra el poder papal y contra la dinastía reinante de los Habsburgo. Iniciada por Martín Lutero en 1517 con la clavada de la 95 Tesis y divulgación por medio de la reciente  imprenta de Gutenberg. Lutero fue protegido por los príncipes alemanes y culminó en rebelión religiosa, teniendo en cuenta que existían en Alemania 343 príncipes feudales, con autogobierno, al modo que los reinos taifas. De nada sirvió la Dieta (asamblea) de Worms en 1521 entre el emperador Carlos V para abordar las nuevas reformas de Lutero al que se le exigió que se retractase de sus ideas; al no hacerlo, fue acusado de herejía, lo que marcó su ruptura oficial con la Iglesia católica, y fue excomulgado por el papa León X.

La dificultad de integración de los Países Bajos era tan antigua como el propio estallido de las revueltas constantes, ello aconsejó un viaje de Felipe II a los Países Bajos que nunca llegaría a realizarse por la inseguridad del viaje. En Comentarios de lo sucedido en las Guerras de los Países Bajos desde el año de 1567 hasta el de 1577, el militar y diplomático Bernardino de Mendoza indicó tres posibilidades de viaje: “Primera por el océano mar de Poniente; y el otro por Italia y Alemania; y el tercero desde Italia por Saboya, y Borgoña y Lorena”. Esta segunda ruta terrestre conformó, un año después, lo que la historiografía ha denominado Camino Español.

Sin embargo, en 1548, ocho años antes de que Carlos V abdicara el trono en 1556 en su hijo Felipe II, les garantizó el estatus de las Diecisiete Provincias de Holanda como una entidad separada tanto del Imperio como de Francia. A diferencia de su padre, Felipe II que había crecido en Gante (Bélgica), tuvo poco apego personal con los Países Bajos, y así la nobleza local le consideró indiferente hacia su Estado. El rey Felipe II como devoto católico se sentía consternado por el éxito de la Reforma protestante, que llevó a un aumento del número de luteranos y calvinista en Alemania, Países Bajos e Inglaterra (contra la autoridad del papado), con sucesivas guerras religiosas de lucha contra los herejes debilitaron, sin duda al Imperio Español y sus riquezas nacionales traídas de América, además tenía al turco como enemigo en el Mediterráneo (Batalla de Lepanto 1571).

La logística

El mantenimiento del Camino Español supuso para  la Monarquía Hispana incesantes retos de índole diplomática y logística. La ruta original tenía su punto de salida en naos y galeras desde los puertos Mediterráneos hasta Génova (república aliada de la que procedían hombres preeminentes al servicio de los Austrias) de unos 150 hombres de capacidad por galera. Luego enlazaba a pie o con caballerías con el Milanesado y de allí discurría a través del ducado de Saboya y los cantones suizos hasta una posesión de la Corona española, el Franco Condado, para luego atravesar el ducado de Lorena hasta Luxemburgo, ya en los Países Bajos. Lo que suponía un camino para los tercios españoles de 1000 a 1200 kilómetros si se incorporaban los Tercios en Italia.

Enemigos amenazaban la ruta como  Francia enfrentada de los Habsburgo, cuya política exterior tenía como objetivo expreso cortar el abastecimiento del Camino español. Los cantones suizos protestantes, en especial el de Ginebra; y el Palatinado del Rin —Estado protestante del Sacro Imperio. A inicios del siglo XVII Francia bloqueó el camino original, ante lo cual se estableció una vía alternativa que transitaba por la Valtelina y el Tirol hasta Alsacia, y de allí a Luxemburgo.

Capitán al frente de su compañía en un tercio. El capitán a caballo con espada y pistolas, detrás los tambores y la bandera, y a continuación los piqueros. Autor: Augusto Ferrer Dalmau (Fuente: https://arrecaballo.es/).

A escala logística, el reto se traducía en la necesidad de garantizar el aprovisionamiento de varios miles de hombres durante periodos que oscilaban entre los 32 días y los dos meses, a lo largo de centenares de kilómetros, muchos de los cuales transcurrían por regiones montañosas agrestes —los Alpes—. No en vano, las instrucciones remitidas desde la Corte al duque de Alburquerque —gobernador de Milán— en 1567, en vísperas del viaje inaugural del ejército del duque de Alba a los Países Bajos, le advertían: “También convendrá que esta gente lleve consigo 300 gastadores, para hacer explanadas y otras cosas que se ofrezcan en el camino, especialmente para la montaña”.

A todo este contingente de todas las clases sociales, incluidos los guzmanes, hijos de nobles venidos a menos, a la subordinación de oficiales experimentados a caballo, le seguían la llamada cola, o marea humana de esposas, niños, comerciantes y meretrices. Alimentar a miles de hombres y caballos a lo largo del Camino Español exigía preparar anticipadamente el avituallamiento, de lo que se encargaban los gobernadores de las provincias de cada etapa. Para ello se aprovechó centros donde se almacenaban víveres en previsión a la futura llegada de las tropas. Las instrucciones que Alejandro Farnesio dio en 1587 al capitán Leonardo Rótulo Carrillo para preparar los suministros de una expedición que partiría aquel mismo año dan fe del funcionamiento de las etapas y del sistema del asiento, que trasladaba a comerciantes privados la tarea de encontrar y acopiar los alimentos:

Guerra de Flandes o de los 80 Años. Principales corredores españoles a Flandes (Fuente: https://arrecaballo.es/).

«Concertaréis los precios de las raciones de personas y caballos, lo más barato que se os permitiere en el tiempo y ocasiones que corren; y para que lo podáis hacer con alguna claridad y satisfacción de que no salgan excesivos, os informaréis, al pasar por las plazas circunvecinas, con mucha disimulación, del valor que tienen, en cuya conformidad haréis el asiento: bien entendido que una parte del pagamento de él ha de ser de contado, y las otras, á los plazos que concertárades puntualmente, en que procuraréis tomar la más larga que pudiéredes, gobernándoos en todo según el dinero que mandaremos proveer de presente».

Una vez firmado el contrato de asiento con un proveedor local a cambio de una suma determinada de dinero, el agente de la Corona española dejaba en la etapa correspondiente a una persona de confianza para asegurarse del cumplimiento de lo convenido y garantizar que el suministro de las tropas se hiciese de forma correcta.

Respecto al viaje de Fernando Álvarez de Toledo, III duque de Alba, llamado el Duque de Hierro, forma parte de la historia de la Guerra de Flandes. Designado en 1566 por Felipe II para sofocar la revuelta flamenca e implantar en los Países Bajos la Contrarreforma tridentina. La fuerza expedicionaria en este primer viaje contó con unos 10.000 hombres, que hacían una media de unos 23 km diarios. Gran parte eran voluntarios para ganar fama y honores, aunque la mayoría reclutados por levas (reclutamiento obligatorio de la población civil para servir en el ejército) en Aragón, Cataluña y Valencia, debido a la escasez de infantes para atender a un Imperio en el que no se ponía el Sol.

Fernando Álvarez de Toledo, III Duque de Alba, por Antonis Mor. Colección: Fundación Casa de Alba (Fuente: Wikimdia).

Sobre la disciplina en este corredor militar, el cronista jesuita Famiano Strada escribió: “A la verdad no sé qué otro ejército haya jamás acabado tan largo camino con mayor disciplina militar, pues no se sabe que de Italia a Flandes se haya hecho agravio o fuerza, no solo de los lugares, más aún a la más miserable choza de pastores”.

La disciplina de los tercios no fue siempre la misma, una compañía que se alojó una sola noche en el pueblo de Aume —enTarantaise—, en 1597, fue acusada de cometer en tan breve lapso de tiempo una cincuentena de robos. A pesar de contados casos de pillaje, no hay duda de que el Camino español, en los más de 50 años que mantuvo unido el ducado de Milán con los Países Bajos, fue una proeza logística tal y como admitían no solo los gobernantes y militares de la Monarquía, sino también sus enemigos.

El hallazgo del icono de la Inmaculada

Las crónicas cuentan que el 7 de diciembre de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla, compuesto por unos 5000 hombres, combatía en la isla de Bommel (Países Bajos), situada entre los ríos Mosa y Waal.

La escuadra del almirante neerlandés Filips van Hohenlohe-Neuenstein los tenía cercados y propuso entonces una rendición honrosa pero la respuesta española fue clara: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Ante tal respuesta, Hohenlohe-Neuenstein recurrió a un método harto utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel  donde se refugiaron los soldados del Tercio español. En este momento fustigador un soldado del Tercio cavando una trinchera tropezó con un objeto de madera: era una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción, por ello, se salvaron del acoso enemigo y ganaron la batalla. Se consideró que la victoria fue gracias a la intercesión de la Virgen de la Inmaculada Concepción y por ello fue proclamada patrona de los Tercios Españoles, de cuyos valientes y sacrificados soldados son la actual Infantería Española y es fiesta nacional en España el día 8 de diciembre. Cuyo lema se sintetiza en el vítor: “Vencer o morir”. En 1892 y por Real Orden de la Reina María Cristina de Habsburgo-Lorena, se declaró oficialmente la Patrona de Infantería.

El milagro de Empel, por Augusto Ferrer-Dalmau (Fuente: Wikimedia).

Conclusiones

Hoy en día, nos parece increíble las hazañas del descubrimiento de América-Asia y Pacífico, así como el mantenimiento de las colonias, y los territorios europeos, por unos hombres con fe que debían ser de hierro por fuera y por dentro. Algunos historiadores matizan que les movía el entusiasmo y la ambición de ser grandes, de pertenecer a un Imperio que merecía todos los sacrificios posibles por hacer poderosa a la Monarquía Hispana a la cabeza del mundo, como hoy lo pueden ser los Estados Unidos de Norteamérica. Es decir, consistían en creerse grandes y no, nada de nada como hoy día, como si no tuviéramos el pasado del Imperio Español.

Ramón Palmeral

Soy escritor con más de 40 libros publicados sobre temas diversos. Socio de Honor de Espejo de Alicante, socio del Ateneo Blasco Ibáñez de Valencia, colaborador de la Fundación Cultural Miguel Hernández de Orihuela. Publico crónicas culturales y políticas con un sentido satírico desde hace más de veinte años, puesto que considero que la labor del ciudadano y de la prensa es la de fiscalizar al poder. Dirijo el portal Nuevo Impulso.net de arte, cultura y opinión. Mi correo: ramon.palmeral@gmail.com

6 Comments

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  • Tu afán de saber y de comunicar no tiene límites. Nos aportas facetas de los Tercios que ignorábamos. Siempre es grato leerte. Un abrazo.

  • Querido Ramon magnifico comentario-ensayo sobre los Tercios de Flandes, la gloriosa Infanteria española.
    Como sabes fue centro de mi atención cuando escribí mi novela El Camino, un cuento peregrino en la que su protagonista estuvo en Rocroi. España tiene que volver a reconocerse en su grandeza histórica. Enhorabuena. Un abrazo Julio Calvet.⁹H

    • Gracias Julio, me acordé de tu libro «El Camino, un cuenta peregrino» que como recordarás te hice un comentario. La bandera que llevaban los Tercios era la cruz de Borgoña. Un abrazo.