Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

Vivir del pasado: las consecuencias de la red

Portada del libro editado por Plaza y Janés que se basa en un recorrido nostálgico por los iconos de la generación que estudió la EGB.

¿Tenéis un perfil en alguna red social? ¿Habéis tenido últimamente algún recuerdo actualizado, de hace 7, 10 o 12 años, que os aparece en vuestro muro? Sin pedirlo, la regulación de la red social os actualiza aquella fotografía y su enunciado en el momento actual. Por suerte, os recuerda que lo podéis compartir de nuevo o dejarlo para siempre en el olvido. O hasta el año próximo, que os dará una nueva oportunidad. Vuestra vida ha cambiado: tal vez habéis cambiado de pareja, vuestra imagen física se ha alterado, vuestros sentimientos, compartidos en aquel momento, son distintos. Tenéis sensaciones contradictorias: por una parte, queréis mostrar cómo erais; por otra parte, queréis recordar a vuestras amistades con quién os relacionabais. Tal vez se trata de un amigo que se ha distanciado, que aquel afecto no era tan sincero como parecía. Tal vez simplemente es que ha fallecido y su memoria sigue viva en la red.

El sentimiento de nostalgia de un pasado que no podemos recuperar, y que presuponemos mejor, se ha acelerado con internet y la tecnología digital. De todos modos, se trata de una nostalgia sincrética, porque aborda simultáneamente diferentes periodos de vuestra historia. Las redes sociales se han puesto al servicio del “apropiacionismo” o remezcla audiovisual. No se pone tanto el acento en la identificación y el reconocimiento del original como base del recuerdo, sino en el simple ejercicio de la emulación, de la melancolía simulada, que no necesita contextualizar el referente. Se habla del concepto revival (renacimiento) como una técnica de recuperar la popularidad o algo que ha sido olvidado. Así, podemos escuchar canciones de nuestros queridos años 80 en versión tecno actual (o también llamada vocal trance o dance) o recuperar aquella ropa, de hombreras anchas o pantalones de campana, propia de otros periodos.

Las redes sociales fomentan sin ninguna duda el fenómeno revival, ya que nos permiten compartir y descubrir contenido de manera rápida y amplia. Incluso podemos encontrar algunas páginas con el título sugerente de “Yo también fui a la EGB” que incorpora imágenes de nuestra infancia, como un conocido producto para desayunar o la carátula de unos dibujos animados. Se recuperan así vivencias pasadas que habían quedado ocultas en nuestro interior. Otras aplicaciones que permiten la reproducción de vídeos musicales o simplemente canciones ponen a nuestra disposición aquellas melodías que quedaron escondidas en nuestras vivencias y que, abandonando definitivamente nuestra colección polvorienta de vinilos o de CD, pueden ser escuchadas en el coche o en cualquier fiesta.

Con la digitalización de las fotografías podemos alargar la existencia de aquellas que llenaban nuestros álbumes y que ahora podemos compartir en cualquier red social o de mensajería. Así, hay días que las amistades nos sorprenden con unos buenos días y aquella imagen donde sonreíamos en un cumpleaños o bailábamos como posesos en uno de los establecimientos de moda ya desaparecidos. Observamos nuestra imagen y decimos aquello de “cómo hemos cambiado”. Añoramos esa juventud perdida y ese aspecto que nunca más tendremos. Tal vez la recuperación de estas imágenes es gratuita, sin ningún tipo de intención, pero en algunos casos también puede ser una clara advertencia del distanciamiento que hemos tenido y sobre cómo echamos en falta aquella complicidad de años atrás.

Este es, pues, el peligro. Estamos delante de una aplicación de la tecnología a la historia que opera desde la lógica del consumo del pasado como experiencia estética y narrativa, pero donde la narración no forma parte del acontecimiento, sino del entretenimiento como una especie de “pseudoacontecimiento”. Recupero esta idea del ensayo de Ingrid Guardiola que ya comenté en un artículo anterior L’ull i la navalla. Un assaig sobre el món com a interfície (2018). El fenómeno del revival puede frenar nuestra creatividad actual, analizar los motivos de nuestros cambios y afrontar con ilusión nuestro futuro. Vivir del pasado puede, efectivamente, ser un divertimento, pero cuando se convierte en substituto de nuestro presente recorta las alas de nuestros proyectos. Si añoramos aquel momento pretérito, si echamos en falta aquella amistad, analicemos los cambios operados en nuestro entorno y en nosotros mismos y ejecutemos nuestra decisión de acercamiento. Las experiencias vividas y las circunstancias desarrolladas han alterado nuestra evolución, por lo que, si queremos actualizar aquel fragmento de la memoria, tendremos que entender si se puede repetir o si simplemente estamos escondiendo nuestras carencias actuales. Vivamos con el pasado para afrontar con ilusión el futuro. Todo ello con la nueva realidad que nos ofrece el hecho de vivir en red.

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

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