Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Una ‘guarrerida’ publicitaria camuflada como informativa

Fotografía: Steve Buissinne (Fuente: Pixabay).

Utilizan la careta de lo tabú para trivializar y prostituir lo más sublime del sexo

Siempre se puede caer más bajo. La miseria humana no tiene límites, ni a lo largo, ni a lo ancho, ni en lo profundo. La degradación de algunos comportamientos hasta se quiere justificar recurriendo a la libertad. En los campos más diversos. Estos días me han sorprendido unas supuestas ‘informaciones’ sobre artilugios sexuales que eran publicidad gratuita. Me permito apropiarme de una palabra inventada por Chiquito de la Calzada para calificar los hechos de manera exacta: una ‘guarrerida’. Sí, una guarrada como la copa de un pino y por partida doble. Y es que han coincidido, curiosamente (bueno, de curioso, en el sentido de limpio, no tienen nada), las supuestas noticias sobre dos artilugios sexuales, uno para la mujer y otro para el hombre.

Se trata del LELO y del Myhixel. El primero, según sus fabricantes, hace maravillas en el clítoris de las féminas y el segundo no se queda atrás actuado sobre el pene de los varones. Del primero me llegó la información a través de la edición digital de un periódico en papel de gran tirada nacional y nada hacía suponer que se trataba de publicidad. Lo firmaban, al alimón, dos supuestas periodistas se supone que especializadas en temas eróticos. Ponían por las nubes las prestaciones del LELO y eso sí, daban como fuente informativa una dirigente de la empresa que comercializa el producto y en ningún caso afirmaban haberlo probado.

Tampoco el ‘periodista’ anunciante-informador del Myhixel, que hacía publicidad gratuita del cacharro erótico, dijo haberlo probado, pero sí dejó claro que lo tenía en su poder. Más aún, animó a los contertulios de su programa televisivo, en canal deportivo y en horas de gran audiencia, a que se hicieran con él. Obtuvo sonrisas cómplices de unos compañeros supuestamente cualificados deportivamente.

Hemos llegado a una situación degradante de la profesión periodística con la mezcla de la información y la publicidad protagonizada por un mismo personaje. En muchos programas informativos el mismo informador se torna en agente publicitario, eso sí con un corte televisivo rápido y con la aparición en un ángulo de la pantalla de la palabra publicidad. En alguna ocasión, se produce el corte de forma burda: el informador le pide al realizador que haga el ‘corte’ informativo para dar paso al periodista convertido en publicitario.

Tertulia en el programa “La tarde en 24h” (Fuente: RTVE).

No seré yo quien le exija a un compañero periodista dejar de ganar un poco o un mucho de dinero haciendo, en sus ratos libres, un poco o un mucho de publicidad, pero poniendo un margen de tiempo para que no confunda el telespectador al periodista con el publicitario. Y más si se trata de promocionar alguna ‘guarrerida’, que, en el caso del LELO, se presenta como una contribución a la presunta lucha feminista contra el tabú del sexo.

Lo del tabú del sexo es la mentira más grande jamás contada. Si de algo se habla y se discute y se abusa en las redes sociales, más allá de toda la pornografía que nadie persigue legalmente ni castiga, es del sexo. Hay sexo y exhibición de infidelidades abominables por todas partes. No es que se banalice; es que utilizan la careta de lo tabú para trivializar y prostituir lo más sublime del sexo, que es un tesoro natural en el hombre y en los animales irracionales destinado, sobre todo, a la perpetuación de la especie. Los hombres, además del instinto sexual, disponen de un complemento que hace más sublime el gozo de la sexualidad: el amor.

Una escritora de libros eróticos se permite decir, públicamente, que el amor perjudica la salud a la vez que elogia el sexo indiscriminadamente. No es el momento de entrar en cavilaciones sobre las diferencias entre erotismo y pornografía. Pero sí quiero terminar este artículo contra la publicidad encubierta denunciando la información reiterada sobre un producto alimenticio nuevo: el gofre con forma de pene erecto. Y lo promocionan ‘gratis’, hasta con una ‘gracieta’: una anciana comiéndoselo con sonrisa pícara. No es que me importe la necedad de los inventores de artilugios sexuales ni sus bobos usuarios, que, por lo visto, se han incrementado por culpa de la pandemia del coronavirus. Lo que me indigna es que se les haga publicidad gratuita. Y que en esa publicidad se impliquen medios de comunicación y periodistas.

¿Es mucho pedir un poco de dignidad y cordura?

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

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