Este guardia civil supervisa, desde el equipo de Violencia de Género de la compañía de San Vicente del Raspeig, las denuncias de mujeres maltratadas que se llevan a cabo en las comarcas de l’Alacantí (excepto Alicante) y Bajo Vinalopó (excepto Elche) y que se cuentan en poco más de medio millar activadas en estos momentos. El objetivo es dar apoyo a los agentes de los diferentes cuarteles en las necesidades que puedan requerir y garantizar siempre que las víctimas están bien informadas y protegidas. En pleno revuelo por el fiasco de las pulseras antimaltrato afirma que, «si algún dispositivo ha presentado disfunción en algún momento, se ha cambiado inmediatamente», pero destaca no haber tenido ningún problema.
Tébar asegura que lo más difícil «para la víctima es dar el paso de denunciar. Una vez que lo ha dado, que no se preocupe, que nosotros nos ocupamos de todo. Pero ella tiene que ser capaz de tomar esa decisión, muy difícil, generalmente porque suele venir ligada a una ruptura con el mundo tal y como lo conoce». Por ello, desde el momento en que se realiza la denuncia se activa un protocolo desde la Guardia Civil para poner en marcha otros servicios de la Administración (jurídicos, casas de acogida, asistentes sociales, psicólogos…) que puedan hacer falta a la mujer en esta situación y que ponen por encima de todo su seguridad.
HdL.— ¿Qué factores son los que más influyen a la hora de desencadenar la violencia de género?
Raúl Tébar.— No hay una sola pauta. Los motivos y perfiles son variados, pero sí que hay patrones que lo facilitan como el abuso de tóxicos, las personalidades machistas, disputas familiares habituales, circunstancias sociales, culturales y educacionales, trastornos del agresor, dependencia afectiva y/o económica de la víctima… La violencia de género se produce por un hombre que tiene o ha tenido una relación de pareja y/o afectiva con la mujer, de ahí que sea tan difícil realizar la denuncia, porque para hacerlo, la víctima ha de romper con un modo de vida. Son muchas las mujeres que se acercan a pedir información, a «tantear», dejando entrever que están sufriendo malos tratos pero que no quieren denunciar todavía porque no saben qué va a ser de ellas, qué va a ocurrir con sus hijos, cómo explicar todo ante su círculo de familia o amistades… A ellas es a las que les digo que no se preocupen, que nosotros nos ocupamos de todo.
HdL.— ¿Hay algún tipo de conducta que se dé con mayor asiduidad?
R.T.— Probablemente la violencia psicológica, ya que está presente también cuando hay violencia física.
HdL.— Y el maltrato psicológico, ¿está bien tipificado por la ley? Porque imagino que no será igual de evidente que una agresión física…
R.T.— Sí, perfectamente delimitado y son muchas las maneras de ejercer maltrato psicológico: desde amenazas, hasta vejaciones y desprecios, pasando por la manipulación, las acusaciones, los celos… No es algo que se suela dar de un día para otro, sino que suele reproducirse en el tiempo —e incluso puede haber ido aumentando progresivamente—, y ha ido mellando la personalidad de la víctima, aniquilándola como sujeto porque, además, suele venir acompañado de aislamiento familiar y de amigos, o le hace vivir con miedo. Por eso, nuestra función va más allá de la mera recogida de la denuncia: instruimos diligencias, recogemos pruebas y evidencias disponibles para aportar todo a la autoridad judicial.

HdL.— Con las nuevas tecnologías, ¿se han abierto nuevos modos de ejercer la violencia sobre la mujer?
R.T.— Se han abierto, por lo menos, nuevas herramientas. Además de las redes sociales, los canales cerrados de comunicación (Whats App, mensajería…) también se usan para la ciberviolencia de género, incluso entre menores, dándose casos de ciberacoso entre adolescentes. Existen aplicaciones que se pueden instalar en un momento de descuido en el móvil de la víctima y que se utilizan para controlar dónde está o con quién habla. Se dan casos también de difusión de contenido sexual sin permiso de la víctima o de amenaza de hacerlo para conseguir su sumisión.
HdL.— ¿Cómo se puede garantizar a una víctima de malos tratos su seguridad y la de los suyos?
R.T.— Esa es precisamente una de las misiones que llevamos en el equipo VioGen de la compañía. Cuando una mujer hace una denuncia, además de cursarla y de ayudarle con las decisiones y acciones que tiene que tomar, valoramos de acuerdo a los test y estándares de la Secretaría de Estado el riesgo que corre esa víctima y, según sea este, se toman medidas para su protección que pueden ser de dos o tres vigilancias por servicio, hasta incluso las 24 horas del día. Lo que haga falta.
HdL.— ¿Y hay suficientes recursos para poder dar esa atención adecuadamente?
R.T.— No solo hay recursos para la violencia de género, sino que en todos los casos se presta el servicio profesional y personal a las víctimas cumpliendo así con la obligación legal que tenemos las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado de perseguir cualquier delito. Además, en todos los puestos contamos con protocolos de colaboración con las diferentes policías locales de los municipios de la demarcación y mantenemos comunicación y coordinación con los servicios de asistencia multidisciplinar de las distintas administraciones para poder asistir adecuadamente o derivar los casos concretos.
HdL.— ¿Qué consejo da a las víctimas de maltrato?
R.T.— Que busquen apoyo en alguien de su círculo de confianza y que pongan su situación en conocimiento de cualquiera de las instituciones que luchamos para erradicar la violencia de género. Insisto, nuestro trabajo está destinado a garantizar la seguridad de la víctima para que ella misma pueda dejar atrás una situación que, por desgracia, nunca debió haber sufrido. Que nos ayuden a ayudarles. Que podemos hacerlo.












Creo que tu entrevista ayudará a que muchas mujeres se ayuden a sí mismas contra el maltrato, una de las siete plagas de nuestro siglo XXI. Un abrazo.
Esperemos que sí y que pierdan el miedo a denunciar las que lo tienen. Gracias, Ramón!