¿Es Melody víctima de Pedro Sánchez? 

La pregunta que encabeza este artículo me la hizo un amigo melómano que lo mismo consume música clásica que ritmos modernos y se muere de gusto oyendo a Mozart y también a algunos buenos raperos, entre ellos varios alicantinos, de los que destaca al veterano Nach. Cree justa ganadora la canción de Austria, interpretada por el contratenor JJ, de 24 años, perteneciente a la Ópera Estatal de Viena y de nombre no artístico Johannes Pietsch. Se hizo justicia con Austria, pero —dice mi informante cualificado— que se cometió una grave injusticia con Melody y con España, nuestro querido país al que los televotantes confundieron con Radio Televisión Española (RTVE).

Los representantes de RTVE hicieron política internacional anti israelí en el festival, se supone que para congraciarse con el Gobierno de Pedro Sánchez, tan amigo de los árabes y tan enfrentado con Israel. La misión radiotelevisiva española no hizo caso de las advertencias de los organizadores para que no politizaran el festival. Y los televotantes decidieron castigarles, acaso para castigar así también el Gobierno de Sánchez que sigue haciendo gestos de amistad con los árabes y de enemistad con Israel. De aquí cabe deducir que los televotantes se manifestaron contra los manipuladores de RTVE considerándolos esbirros gubernamentales politizados, pero damnificaron a Melody. Votaron contra RTVE, contra el Gobierno de Pedro Sánchez y dieron una bofetada a Pedro, pero en la cara de Melody.

Posiblemente no haya pensado en estas circunstancias el padre de Melody, Lorenzo Ruiz, que ha lanzado disparos contra la organización del festival y el sistema de votos, en lugar de atacar al verdadero origen de todo el fracaso, que ha sido fracaso de España por culpa de RTVE y nunca fracaso de Melody. Melody no ha fracasado. RTVE, rendida al Gobierno antisionista de Sánchez, ha colaborado, indudablemente, al éxito de la canción de Israel. Los doce televotos de España (no controlados por RTVE) fueron íntegros para Israel. “Por segundo año consecutivo, el televoto de España —cuenta el digital 20 Minutos— otorgó doce puntos a la cantante de Israel.

Casi todos los cronistas del festival destacan que la cantante israelí, Yubal Raphael, es “superviviente de la mascare perpetrada por los terroristas de Hamas en el festival ‘Nova Sukkot Gathering’ de octubre de 2023”, origen de la guerra que aún persiste entre Israel y Hamás. Yubal y otros diez supervivientes salvaron sus vidas tras horas escondidos debajo de cadáveres de compatriotas. Significativo es que, pese a la politización contra Israel y los llamamientos al boicot, “fue el país con más votos populares de la noche en toda Europa, lo que dejó a Yubal a las puertas del triunfo absoluto”, sólo superada por JJ, de Austria.

El fracaso de TVE, de sus dirigentes y del presidente del Gobierno y de varios ministros, está fuera de duda para todos los medios de comunicación, menos para los adictos al sanchismo galopante que ha orquestado manifestaciones contra los organizadores del festival defendiendo la politización festivalera. El presidente Sánchez hasta ha vuelto a pedir la exclusión de Israel de Eurovisión. Está en su derecho, pero lo que no vale es poner en el mismo plano a Rusia y a Israel. Rusia invadió Ucrania y la está masacrando; en el caso Israel-Hamás, fueron los terroristas de Hamás los que provocaron la guerra asesinando a inocentes y llevándose decenas de rehenes. Eso no justifica la reacción desmedida del Gobierno israelí y esa cruel mortandad de gazatíes y la hambruna terrible de miles y miles de personas, sobre todo niños. Eso tiene que terminar y habrá que depurar responsabilidades. ¿Para qué sirve la ONU si es incapaz de acabar con esta guerra y la de Ucrania y ni siquiera es capaz de garantizar la ayuda humanitaria  en Gaza?

La televisiva Ana Rosa Quintana, muy crítica siempre con el sanchismo, vincula Eurovisión con los escándalos que rodean a Pedro Sánchez y sentencia: “El verdadero festival está en el Gobierno”. Me temo que vamos a tener festival de Eurovisión para rato, aunque no sea el verdadero festival. Esto se puede sobrellevar. Pero lo de Gaza es absolutamente intolerable.