Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

¿Era Jesucristo de centroizquierda?

Fuente: http://www.todos-uno.org/.

Postmodernos progresistas y falsarios de la ideología de género no son más que unos pigmeos al lado de la doctrina social cristiana.

Jesucristo era, según creo yo y no pretendo ser irreverente, de centroizquierda si trasladáramos el lenguaje sagrado a lo que se lleva en nuestro espacio sociopolítico. Pero no era comunista como los dirigentes de esos regímenes que, en los siglos XX y XXI, se distinguen por crímenes y genocidios terroríficos tanto en Europa como en Asia, seguidos, a cierta distancia de los hispanoamericanos, algunos aún en activo, apoyados por la Rusia del mafioso sanguinario de Putin y por la China del malvado explotador de Jimping.

Cuando digo que Jesús era humanamente de centroizquierda me refiero a que no era capitalista, sino defensor de los pobres y acusador de los muy maléficos ricos que no reparten sus propiedades entre los pobres para que todos disfrutemos de los bienes terrenales en justicia y en hermandad. De eso van las bienaventuranzas y de ello va el cuestionario a responder ante Dios en el juicio que sufriremos al morir e intentar entrar en el cielo. No entraremos sólo por ser creyentes. La fe sin obras no sirve para nada. “Venid, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; estaba desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis…” “¿Cuándo hicimos eso, Señor?”, preguntaron los discípulos a Jesús. “Cuando lo hicisteis a vuestros semejantes a mí me lo hicisteis”.

San Juan Evangelista, en la primera de las tres cartas que escribió para instrucción de los primeros cristianos, dice: “El que no ama a su hermano, a quien ve, no es posible que ame a Dios, a quien no ve. Y nosotros tenemos de Él este precepto, que quien ama a Dios ame también a su hermano”. Los comunistas y asimilados (los de la FAI y anarquistas de diversa índole) ni aman a Dios (queman sus imágenes y matan a sus seguidores) ni tienen hermanos (sólo camaradas) y la historia testifica que se matan entre ellos cuando les viene en gana.

Podrían argüir algunos ateos materialistas que la historia registra las llamadas ‘guerras de religión’, de las que yo sostengo que fueron así ‘mal llamadas’, pues las religiones cristianas fueron esgrimidas por poderosos estados o señores de la guerra para intentar justificar ‘sobrenaturalmente’ lo que fueron luchas por el poder puro y duro. Otra cosa fueron las Cruzadas, una respuesta a las conquistas musulmanas de territorios que habían estado en poder de los cristianos, sobre todo los llamados ‘lugares santos’. Eso se llama luchar en legítima defensa, como hicieron también los distintos reinos hispánicos durante la Reconquista. 

Los cristianos nunca han matado a comunistas, ni a nadie. Los cristianos nunca han matado, porque el quinto mandamiento de Dios es ‘no matarás’. Y porque el primero y resumen de todos es ‘amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo” y el prójimo son todos los hombres, también los comunistas y anarquistas y demás ‘istas’ (incluso los terroristas). Porque Jesucristo (Dios y hombre verdadero) dijo bien fuerte y bien claro que hay que amar (además de perdonar) a los enemigos.

Este es el Jesucristo de centroizquierda al que no pueden ni ver los comunistas y al que quieren engañar los capitalistas: “Es más difícil que un rico entre en el reino de los cielos que un camello pase por el ojo de una aguja”.

Jesucristo y su Iglesia son predicadores de amor. No sólo los Evangelios (vida, obras y palabras de Cristo) lo atestiguan. También los apóstoles en sus escritos. En su primera carta a los primeros cristianos de Corinto, San Pablo predica: “Si hablando lenguas de hombres y de ángeles no tengo caridad soy como bronce que resuena o címbalo que retiñe. Y si teniendo el don de profecía y conociendo todos los misterios y toda la ciencia y tanta fe que trasladase los montes, si no tengo caridad, no soy nada. Y si repartiere toda hacienda y entregare mi cuerpo al fuego, no teniendo caridad, nada me aprovecha”.

La única carta que se conserva del apóstol Santiago el Menor (el otro Santiago, el Mayor es el patrón de España, el que recibió la visita de la Virgen cuando inició su predicación en Zaragoza) es dura contra los insolidarios: “Al que sabe hacer el bien y no lo hace, se le imputa a pecado. Y vosotros, los ricos, llorad a gritos sobre las miserias que os amenazan. Vuestra riqueza está podrida; vuestros vestidos, consumidos por la polilla; vuestro oro y vuestra plata, comidos del orín”.

Los verdaderos seguidores de Cristo tienen que repartir sus bienes entre los pobres. Un justo sistema fiscal debe tener como objetivo que los que más riqueza atesoran más contribuyan al tesoro común para lograr el estado de bienestar. Claro que todo el mundo debe dar ejemplo aportando su esfuerzo para la productividad del país. El tesoro común no puede estar para que los Gobiernos central y autonómicos y los partidos políticos se conviertan en agencias de colocación de familiares, amiguetes y comilitantes que cobran sueldos colosales por la cara, sin hacer nada, ni siquiera ganas de comer. ¿A qué viene, por ejemplo, que los ministerios tengan presupuesto millonario para publicidad, con el ridículo Ministerio de Igualdad a la cabeza? La única publicidad que se tienen que hacer es la de la eficacia. En este país hay demasiada gente que cobra dinero público y no pega chapa. Incluso en la extrema izquierda. Si volviera Jesucristo echaría a latigazos a muchos chupópteros en los templos laicos de una politocracia corrupta.

Postmodernos progresistas y falsarios de la ideología de género no son más que unos pigmeos al lado de la doctrina social cristiana.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

2 Comments

Click here to post a comment

  • Me parece excelente este artículo, pero creo que el cristianismo está por encima de toda política porque es ante todo Amor y Perdón .
    Las ideologías, hechas por los hombres aunque en teoría algunas son admirables, pierden su esencia a la hora de ponerla en práctica porque el poder ciega y corrompe.
    Sólo el Evangelio y su verdadera práctica es auténtica justicia y solidaridad con los pobres.

    • Gracias, Pilar, por tus palabras todas, también las finales, que completan acertadamente las mías. Un saludo cordial.