Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Homenajes

Emilio Varela o la magia de su pintura

El pintor Emilio Varela (Fotografía: Biblioteca Virtual de Miguel de Cervantes).

Aspectos introductorios

Alicante y su provincia han sido tradicionalmente, a lo largo de la historia, cuna de grandes pintores. El ayer y el hoy están cuajados de insignes artistas y su sola relación sería prácticamente interminable. Baste citar, por solo tomar unos nombres al azar, a los pintores Aparicio, Agrasot, X. Soler, Gastón Castelló, Lorenzo Casanova… Pero hay uno, especialmente, que admiro al máximo y al que me voy a referir en este trabajo, reivindicando su nombre y su figura. Me refiero a Emilio Varela Isabel.

Si bien en nuestro ámbito ha recibido homenajes y ha sido objeto de valoraciones positivas y exposiciones, no ha sido lo mismo fuera de nuestro territorio. Últimamente, Valencia ha empezado a reconocerlo y a nivel nacional algunos atisbos hay de estos reconocimientos, pero son muy pocos y modestos, dada la valía del pintor. Varios son los factores que han podido influir en este reconocimiento insuficiente y tardío. Uno de ellos, es la propia personalidad del pintor, de carácter introvertido, no muy amigo de las relaciones sociales por su dedicación casi absoluta a la pintura.

También hemos de considerar su humildad, sus momentos de depresión… Y otra de las causas, asimismo, ha sido el que nuestra provincia vecina, la todopoderosa Valencia, haya dado mucha importancia (por otro lado, merecida) a sus pintores, dejando un tanto de lado a los de esa “provincia del Sur” que es Alicante, y que en el inconsciente colectivo de los valencianos (no con mala fe) se vean como algo secundario y de menor entidad.

Bodegón cubista de la máquina de escribir, de Varela, realizada en 1928 (Fotografía: MUBAG).

Y no olvidemos que Alicante y su provincia han sido la cuna del valenciano normativo, con nuestro Bernat Fenollar, de Penáguila, con su Regla d’esquivar vocables e mots grossers i pagesívols; con Joan Rois de Corella, conde de Cocentaina. En literatura castellana, Gabriel Miró y Azorín, entre otros, se consideran máximas figuras de la Lengua, y en la Ciencia tenemos a  todo un Germán Bernácer, propuesto en su momento para el Nobel de Economía.

Esto está empezando a cambiar y últimamente Valencia y Madrid, por señalar solo algunos de nuestros más  eminentes territorios, empiezan a “comprender” la valía de nuestro personaje y podemos asegurar que, con el paso del tiempo, cada vez más los estudiosos del arte comienzan a ver los grandes valores que encierra la figura de Varela, con la luminosidad de sus cuadros, acaso un original remedo de ese otro gran pintor que fuera Sorolla, con su busca de  de la síntesis, ese alma y ese espíritu que reflejan sus pinturas, que las vemos cercanas, como “nuestras”, y que nos hacen apreciar, indudablemente, el gran amor que Varela sentía por su tierra, con unas obras prácticamente dedicadas a la provincia de Alicante, sus pueblos y los rincones de nuestra capital.

El arte no tiene fronteras y los prejuicios carecen de sentido, pues la universalidad de la pintura es un hecho. Conforme pasa el tiempo, volvemos a poner énfasis en este hecho, los críticos de arte valoran cada vez más la pintura de Varela, y descubren tantos y tantos valores como encierra. Dedicado en cuerpo y alma a sus pinturas, nos imaginamos a Varela, por un lado, en su estudio y por otro, en las calles capitalinas pintando la realidad de nuestros bellos rincones.

Bernia desde el Trestellador, de Varela (Fotografía: MUBAG).

Otros pintores hubieran dado más difusión a sus obras, las habrían dado a conocer en amplia medida, comentado con amigos, y otra propaganda parecida. Vivía Emilio Varela en su mundo, que era la pintura, creyendo en su Dios, que era el arte en sí mismo, y no se agotaba la ilusión que sentía por su imparable arte, cuidando hasta los pormenores más íntimos y delicados, construyendo cada cuadro con la meticulosidad del orfebre y con el cuidado del detalle, intentando el logro de esa obra bien hecha de la que nos habla el filósofo Eugenio d´Ors. Cada cuadro es un intento de conseguir la obra bien hecha y trabajada. Es la posteridad lo que le ha ido dando fama y hoy Emilio Varela se considera uno de los grandes pintores del siglo pasado y está ente los más ilustres artistas alicantinos y de la Comunidad Valenciana.

Se ha escrito que su pintura figurativa se inspira en el impresionismo y evoluciona hacia posiciones creativas muy personales y novedosas en el ambiente cultural y artístico local.

El libro Emilio Varela, contiene interesantes datos sobre el pintor, así como reproducciones de sus trabajos. José Bauzá ha sido uno de los autores que más profundamente ha estudiado la vida y la obra del pintor. La Revista del Instituto de Estudios Alicantinos publicó en el año 1979 la interesantísima obra Varela y su entorno, de gran valor informativo. “Sobre todo —escribe David Rubio— pintaba paisajes, tanto de la Sierra Aitana como de otros lugares de la provincia, aunque también era muy dado a los autorretratos”. En el año 1936, justo antes de la Guerra Civil, haría la que sería su última exposición individual, en el Ateneo alicantino, en la que destacó su obra Santa Faz (Carrer de la Mitja Galta).

Emilio no llegó a casarse nunca, pero tuvo un amor en su vida, un “amor platónico”, Lolita Marín, quien marcaría hondamente su vida y su obra.

La Guerra Civil le afectó en gran manera, especialmente por la muerte de muchos de sus amigos, y la ausencia de otros muchos amigos que  huyeron de Alicante, por razones obvias. La soledad, le originaría una serie de depresiones, que ya le acompañarían el resto de su vida y que marcarían y mermarían el resto de su producción artística de una manera notable, no obstante lo cual, lograría un conjunto de premios, de los que luego trataremos, entre ellos la Primera Medalla de la Exposición Provincial de Bellas Artes, convocada por la Diputación Provincial de Alicante.

Y es que Alicante, su querida “terreta”, de un modo u otro, reconoció su gran talento y es una lástima que no se alcanzara verdaderamente más allá de nuestros límites territoriales la difusión de sus más prístinos valores. Podemos decir que, a nivel general, el reconocimiento de Varela como pintor excepcional fue tardío y de poca entidad en principio, quizás  por algunas de las razones anteriormente apuntadas. El dicho “nadie es profeta en su tierra” no es aplicable para nuestro pintor a nivel de Alicante, pero sí a nivel comunitario y nacional, si entendemos que la tierra de Varela no es solo Alicante, sino también la Comunidad Valenciana y España.

Varela ante el caballete (Fotografía: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes).

Sorolla fue uno de los que mejor comprendió a Varela, su alumno. El gran pintor valenciano siempre le admiró y nunca dudó de la gran calidad de Emilio y dijo: “Ese Varelita  ve el color mejor que yo… Tiene demasiados progresos y me está robando el color”.

Pero examinemos su biografía y su trayectoria, como homenaje, repetimos, a este gran pintor que yo calificaría de mágico por la extraña belleza de sus cuadros y esa psicología que desprenden los mismos. Es un pintor mágico y psicológico y cada cuadro refleja aspectos de su propia personalidad, compleja, acaso poco sociable, pero dotada de un amor profundo a su “terreta” en un sentimiento admirable e incluso fuera de lo común. Su Alicante es su pintura, su fe es el arte, y con ello Varela era inmensamente feliz en su introspección más personal.

Datos de su biografía

Emilio Varela (1887-1951)* vivió y murió en la misma casa del barrio de San Francisco, de Alicante, que le vio nacer.  Sus padres fueron Emilio Varela y Manuela Isabel y tuvo cinco hermanos. Regentaba su padre una taberna en la calle Barón de Finestrat. Hace sus primeros estudios en el Colegio “La Educación”. Siendo adolescente, fundó su propia compañía teatral con unos amigos. La compañía se denominaba “Ventura de la Vega”. Emilio se encargaba de los decorados, demostrando de este modo un incipiente interés artístico.

El pintor Varela en edad escolar (Fotografía: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes).

Ya a los doce años se iniciaría en el aprendizaje del dibujo y la pintura, sus grandes pasiones, y pasó por los estudios y talleres de diversos artistas afincados en Alicante como el del alcoyano Lorenzo Casanova o en los de Pericás y Parrilla. El servicio militar le aleja un tanto de Alicante, pues fue destinado a Cartagena. Estuvo residiendo tres años en Madrid como discípulo de Joaquín Sorolla y en su entorno madrileño aprendió de las colecciones de los grandes maestros existentes en el Museo del Prado. Esa constancia en el trabajo y su dedicación infatigable al arte por encima de cualquier otra cosa, marca una de las improntas del genial pintor lucentino.

Era como una “esponja”, que recogía las diversas influencias, asimilándolas con constancia y dedicación a su estilo personal e inconfundible. En Alicante era frecuente ver a Varela a pie de calle, con su paleta de pintor y su caballete, pintando rincones de su ciudad. Le saludaban con cariño en la calle, y era persona muy querida y apreciada. Pintaba de continuo y los rincones capitalinos no tenían secretos para él.

Sorolla le pondría en contacto con un grupo de destacados intelectuales alicantinos. Así, Óscar Esplá, su protector, Gabriel Miró y Heliodoro Guillén, entre otros. De esta manera, se inicia su inserción en distintos medios en los círculos culturales lucentinos durante los años veinte y hasta la Guerra Civil. Fue miembro activo del Ateneo de nuestra ciudad, circunstancia que le permitió relacionarse con personalidades de la talla de Germán Bernácer, Julio Bernácer, el músico José Juan, Juan Vidal, Guardiola Ortiz, Eduardo Irles y Rafael Tormo. Es de destacar su relación artística con los pintores Benjamín Palencia y Daniel Vázquez Díaz, que le motivaron para ampliar su visión de diversos panoramas artísticos.

Junto a su gran amigo Óscar Esplá visitó París en el año 1928, conociendo así de primera mano las corrientes artísticas parisinas.

Isolda Esplá, hermana de Oscar Esplá, gran amigo de Emilio Varela.

En los años treinta hizo de la casa “El Derique” su depósito de materiales de pintura. Pintaría paisajes del entorno como la Sierra de Aitana, el Valle del Guadalest y el litoral del Peñón de Ifach, desarrollando una pintura “plein air”, sin descuidar nunca por supuesto la pintura de bodegones, retratos y muy en especial sus autorretratos. Tiene un alto número de obras en que se refleja a sí mismo, circunstancia a tener presente en su especial consideración de su psicología tan peculiar. Tiene retratos de las diversas épocas de su vida.

Es digno de mención el hecho de que a partir del año 1935 empiezan a manifestarse de forma aguda sus síntomas depresivos y su propio fallecimiento se produjo en plena crisis de su autoestima. En sus últimos años se aprecia una influencia de Picasso.

Sus etapas o épocas artísticas

Según Sergio Martínez Molina, podemos distinguir en Varela diversas etapas o períodos:

  • Época Amarilla (en torno a 1915).
  • Época Lumínica (desde 1926).
  • Época Gris (apogeo, desde 1931).
  • Época del Realismo Mágico (desde 1939, terminada la Guerra).
  • Época Isabelina (a partir de 1943).
  • Época del Ateneo (hasta el final de sus días).
Calle y azoteas del barrio de Santa Cruz, de Varela. (Fotografía de MUBAG).

La Época Lumínica, es aquella en la que los cielos alicantinos dejan de ser planos y oscuros y se hacen transparentes, ganando en luminosidad.

En la Época Gris predominan los colores fríos, siendo sus grises de una extraordinaria belleza.

La Época de Realismo Mágico supone una calidad máxima en su pintura.

En la Época del Ateneo sus exposiciones individuales son muy numerosas.

Antes de 1926, no encontramos una denominación específica para sus pinturas, con estilos y acentos muy diversos y variados. Yo le llamaría Época Inicial o Ecléctica.

Sus principales obras

Tan solo mencionaremos algunas de sus principales obras, pues fue un pintor muy prolífico y la reseña del conjunto haría esta exposición demasiado prolija. Tiene dibujos muy bellos, de firme trazo, retratos, autorretratos (numerosos), bodegones, paisajes alicantinos y entrañables rincones de la ciudad de Alicante, tan amada por él.

Sus óleos y acuarelas son excepcionales.

Algunas de sus principales obras, son:

  • “Gitanas” (1906).
  • “Panorámica de Alicante” (1918).
  • “Reflejos en el agua” (1930).
  • “Balnearios del Postiguet” (1930).
  • “Guadalest” (1932)
  • “Condomina y Cabezó d´Or” (1942)
  • “Bodegón de las Sardinas” (1948).
Obra de Varela: Vista de Alicante, calle Cervantes y plaza del Ayuntamiento, Ca. 1929 (Fuente: IAC Juan Gil-Albert).

Otras: ”Paisaje con almendros”, “Interior”, “Paisaje urbano”, “Isolda Esplá”, “Santa Cruz y el Benacantil”, “Peñón de Ifach”, “Elche”, “Castillo de Santa Bárbara y el Barrio de Santa Cruz”, “Bodegón cubista con máquina de escribir”, y tantas otras.

Gadea, Navas e Izquierdo analizan los colores principales de la paleta del pintor y consideran que son estos: tierra sombra tostada, amarillo cadmio, violeta cobalto, azul ultramar, verde esmeralda y blanco plomo. Además, ponen énfasis en alguna incursión del pintor dentro del campo del cubismo como en su obra “Bodegón cubista con máquina de escribir”, inspirada claramente en Picasso, a quien admiraba.

Toda esta última obra que mencionamos, es  geométrica: los libros son prismas y rectángulos, la máquina de escribir está formada por cilindros y otras figuras geométricas, como los rectángulos, y el fondo aparece fundido en manchas y colores planos. Incluyó algunos de los libros de su biblioteca, pues era un gran amante —y coleccionista— de los libros y persona muy amante de la lectura.

Reconocimientos recibidos:

Sus principales premios son:

  • En 1903, Mención Honorífica por “Gitana”, en la Exposición Nacional de Bellas Artes, en Madrid.
  • En 1944, la Primera Medalla de la Exposición Provincial de Bellas Artes de  Alicante.
  • En 1946, el Primer Premio de la Exposición Colectiva de la Diputación de Alicante.
  • Su obra está en el MUBAG y en el Museo Nacional de Arte Moderno.
  • En la Lonja, hubo asimismo una importante exposición con sus principales pinturas.
  • Un colegio alicantino lleva su nombre y hay una calle a él dedicada.
  • Fue nombrado Hijo Predilecto de Alicante, a título póstumo, el 29 de Abril de 2010.
Colegio Emilio Varela, Alicante (Fuente: Google Maps).

Exposiciones

Si bien hemos resaltado sus principales exposiciones, en conjunto fueron esparcidas por diversos puntos de España como Zaragoza, Barcelona o Madrid. Unas, de carácter colectivo y otras de carácter individual:

1918 (Alicante, Círculo de Bellas Artes); 1919 (Zaragoza, La Decoradora); 1921 (Alicante, Centro de Escritores y Artistas); 1922 (Madrid, Bellas Artes); 1925, 1926, 1928 (Alicante, Ateneo); 1930 (Barcelona, Sala Parés); 1932, 1935, 1936 (Alicante, Ateneo); 1940 (Alicante, Casino); 1944, 1946 (Alicante, Diputación).  

La de Madrid, en 1951, (Madrid, Salón de los Once. Obra póstuma), ha de ser resaltada de modo especial. El octavo Salón de los Once se celebró en la primavera del año 1951, en la Galería Biosca de Madrid, y se expusieron cuadros de Emilio Varela, R. Zabaleta, D. Suro, M. Baeza, F. Capuleto, A. Guijarro, T. Stubbing, M. Novillo, S. Uranga, J. Caballero y J. Ramis. La Galería Biosca fue una galería de arte contemporáneo fundada el año 1940 por el pintor catalán y marchante de arte Aurelio Biosca. En su época, era una galería gran prestigio, no solo a nivel de Madrid sino incluso de toda España y era un honor para un pintor que sus cuadros se expusieran en tan notable centro de arte.

En el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía podemos admirar su cuadro “Costa Azul. Peñón de Ifach”, pintado en el año 1923.

Todo esto, era un índice de la notoriedad que iba adquiriendo, paulatinamente, nuestro gran pintor alicantino.

Valera, obra de Ramón Palmeral.

Su vida social

Si bien por su carácter no era muy sociable, tuvo una serie selecta de amigos, entre ellos Óscar Esplá, su gran admirador, Gabriel Miró, Germán Bernácer y otros que configuraron un círculo intelectual de primer orden.

Óscar Esplá le ayudó siempre, incluso económicamente, sufragando algunas de sus exposiciones. Gracias a él hubo un concierto homenaje a Varela, que es uno de los mayores reconocimientos que recibiera nuestro pintor.

Estudiosos de su biografía y trayectoria

Se han ocupado de estudiar a Emilio Varela diversos autores. Entre los principales, debemos mencionar a: J. M. Bonet, M. Sánchez Monllor, S. Martínez Molina, J. Bauzá, A. M. Campoy, E. Contreras, J. R. Giner, D. Gázquez, E. Llobregat, T. Martínez, Cl. Morro, J. Piqueras, Guillermina Perales, M. Sánchez Camargo, Santiago Varela, María José Gadea, Jordi Navas, P. S. Izquierdo, y tantos otros.

Muy en particular, resaltamos el archivo aportado por el investigador Manuel Sánchez Monllor, colaborando en la ordenación del mismo su hija, la archivera Yolanda Sánchez Mateo, con documentos de Emilio Varela, Óscar Esplá, Germán Bernácer y Gabriel Miró. Respecto a Varela se conservan 9 cartas, así como fotos, libros y reproducción de acuarelas. Todos ellos resaltan la gran calidad de su obra, su originalidad y las importantes aportaciones que hace en el desarrollo de la pintura.

Óscar Esplá y Emilio Varela en Benimantell. (1929).

Conclusiones

A modo de conclusiones, podemos esgrimir las siguientes:

  • Fue un gran maestro de la pintura y el color.
  • Cultivó muy diversos géneros en la pintura.
  • Tuvo un reconocimiento tardío.
  • En vida, su carácter retraído no permitió que se le valorara en su justa medida.
  • Era un gran amante de la “terreta”.
  • Sorolla fue su maestro y siempre sintió gran admiración por su discípulo, alabándolo.
  • Óscar Esplá fue su gran amigo.
  • Es uno de los más grandes artistas en la historia de la pintura alicantina.
  • Su pintura es psicológica y sus cuadros penetran en lo más íntimo del espectador.
  • Hizo incursiones en el ámbito del cubismo.

(*) Nota: Enlace a la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Patrimonio bibliográfico y documental del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert (IAC):
Emilio Varela. Ciclo Pintura y Pintores Alicantinos – videoteca


José Moratinos Iglesias

Doctor en Ciencias de la Educación, diplomado en Psicología, profundo conocedor de la Psicopedagogía e Instructor de Tiempo Libre con sus estudios de Magisterio.

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