Comenzamos la semana con una guerra y la terminamos con otra. La del lunes, que venía de la semana anterior, enfrentaba inicialmente a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, con Pablo Casado, presidente del Partido Popular. Recapitulando, la primera soltó la liebre afirmando que la dirección nacional le había espiado a raíz de una comisioncita de nada (55.000 euros) que se había llevado su hermano presuntamente por “mediar” en la compra de material sanitario en la pandemia. Y el segundo le pidió explicaciones formales sobre todo ese asunto. Evidentemente, todo esto en público, para que se enterara todo el mundo. ¡Por qué lavar los platos sucios en casa!
Pues bien, Díaz Ayuso le dio las explicaciones que quería (un tanto flojillas, por otra parte) y Casado las aceptó sin rechistar. Y ahí se le vinieron los demonios: el partido montó en cólera y los barones, esos señores de la guerra regionales que no mandan en Madrid, pero sí que mandan en realidad, y mucho, empezaron a pedir más cabezas que las que había en la Isla de las cabezas cortadas.
La primera la de Casado, por no haber cesado a tiempo a su número 2, Teodoro García Egea, que sobre el papel era el encargado de que no se montaran circos en público. Y empezó la desbandada: la mitad de su ejecutiva dimitió (con momento mítico de José Luis Martínez Almeida gritando a lo Bienvenido Mr. Marshall en el pleno municipal “¡Como alcalde, mi compromiso es con Madrid y los madrileños!”). La otra mitad fue cesada con Teo García Egea a la cabeza, quien ya puede volver a su Cieza natal a luchar por revalidar su título de campeón mundial de lanzamiento de hueso de aceituna, porque tiempo libre va a tener.

Mientras a Pablo Casado, ya sin su ejecutiva, le espera un congreso de los populares en unas semanas donde le darán la patada en favor de, supuestamente, Alberto Núñez Feijoo, presidente de la Xunta de Galicia…Y uno de los barones enfadados, sino el que más. La historia, como apuntó Karl Marx, está condenada a repetirse: una vez más, un gallego liderará el Partido Popular. Casado, por cierto, tuvo su partido de homenaje en el Congreso, en una insulsa intervención donde no hubo ni aplausos ni lágrimas por su deceso político.
Dónde si hubo lágrimas, y muchas, fue en Mi casa es la tuya donde Bertín Osborne y Ana Obregón (dos de los máximos exponentes de la añorada televisión kitsch de los años 80 y 90) se hincharon a llorar hablando de la muerte de sus respectivos hijos y soltando a discreción lecciones de vida y frases inspiradoras en una entrevista bigger tan life (más grande que la vida) que fue in crescendo hasta tal punto, que tuvieron que irse a pegarse la clásica comilona del programa para quitarse las penas. Dudo que tuvieran hambre.
La entrevista, eso sí, sirvió para que muchos parasitaran las perlas que Ana Obregón dejó haciéndolas suyas en sus stories de Instagram (generosamente, el programa preparó varios post con las mejores frases para facilitar el postureo de los usuarios) y de LinkedIn. En esta última red social, hubo quien además se dio el lujo de añadir reflexiones propias para además de posturear, hacerse el entendido. Cosas del networking.

Y casi sin tiempo de dar palos a los posturetas de LinkedIn e Instagram, Rusia finalmente invadió Ucrania por 6 frentes a la vez o lo que es lo mismo: por tierra, mar y aire. Para los que decían que las guerras modernas iban a ser informáticas, dos tazas de siglo XX. ¿Los motivos de la invasión? Bueno, desde el punto de vista de Ru…Quiero decir Putin, es una mezcla de “Ucrania y Rusia son casi hermanas” con “hay petróleo a mansalva” y con “no te afilies a la OTAN que no quiero misiles en mi frontera”.
Veinticuatro años después de Kosovo, vuelve a haber una guerra en Europa y las imágenes que ha dejado hasta el momento son espeluznantes. También la información, entre la que abundan noticias raras (dejémoslo ahí) como que Rusia quiere cargarse el sarcófago de Chernobyl para liberar radiación y fastidiar Europa (paradójico, porque la URSS liderada por Rusia construyó dicho sarcófago a altísimo precio) o que quiere dejar caer su estación espacial…También para fastidiar a Europa. Como si no se fuera a desintegrar en la atmósfera.
¿Y qué han hecho EE. UU. y Europa? Pues responder donde duele: en el bolsillo. Están preparando conjuntamente un paquete de sanciones económicas diseñadas para hundir la economía rusa a lo bestia. Entre ellas, expulsar al país del sistema bancario mundial (el swift), cuyo efecto en las finanzas de Rusia sería el equivalente a que un misil impactara en el salón de tu casa, justo lo que está haciendo el ejército ruso en Ucrania.
Las sanciones van a hacer pupa, y la avanzadilla de lo que se viene ha sido demoledora: han expulsado a Rusia de Eurovisión, le han quitado la final de la Champions y le han cortado el suministro de pornografía. Sí, PornHub ha cerrado sus servidores para que ni un ruso, rusa o ruse pueda disfrutar de su contenido.
Para que alguien diga que occidente se ha quedado con los brazos cruzados.
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