El galardonadísimo experto en vinos que trabajó en El Bulli mano a mano con Ferrán Adriá presentó en Alicante su libro, Confesiones de un sommelier, una autobiografía llena de anécdotas donde profundiza en las adicciones, especialmente en la del alcohol, en el marco del I Encuentro Culinario Vinos y Letras organizado por la Cátedra Casa Sicilia de Enoturismo y Cultura del Vino de la Universidad Miguel Hernández.
Hay que ser muy valiente para plantarse ante un centenar de amantes del buen vino y recordarles que el alcohol produce adicción. Pero no solo se quedó ahí, David Seijas (Vic, Barcelona, 1980) señaló a todos los asistentes al evento en el restaurante Maestral que adicciones hay muchas —y se refirió a los móviles, las redes sociales, o el trabajo— y que su propósito «es que tomemos conciencia de ello y que actuemos en consecuencia».
Confesiones de un sommelier. Cuando tu pasión se convierte en tu peor enemigo (Planeta 2024) ha sido galardonada en el apartado de Mejor Publicación y Guía de Libros en los International Wine Challenge Industry Awards 2024 donde Seijas participó con su «no bodega» de vinos Gallina de piel en la que ha incluido un blanco con 0 % de alcohol. «Es un libro de vida» explica, «y como la vida, no va en línea recta, está lleno de luces y de sombras, alegrías y penas, anécdotas divertidas, lugares del mundo, tradiciones vividas y recoge mi viaje interior y mi lucha personal por estar otra vez aquí, en el mundo del vino, mi gran pasión».
«No podría haberlo conseguido sin mi mujer y mi hijo», agradeció Seijas a las dos personas más importantes de su vida y que, con él, le han ayudado en su recuperación. En contra de todos los consejos de terapeutas y psiquíatras «no he llevado un cambio radical de vida, una ruptura limpia con todo lo anterior que me facilitara la abstinencia porque yo no sé hacer otra cosa que ser sommelier«. Y recuerda que fue al escuchar al guitarrista de los Red Hot Chili Peppers, John Frusciante, «que volvió a tocar con sus compañeros y a la música a pesar de que era el ambiente donde se había vuelto adicto a la heroína, cuando decidí que quería lo mismo: volver. Yo era muy infeliz lejos del vino y ahora soy feliz y capaz de catar y escupir».
Le gustaría que, al igual que lo indica en las cajetillas de tabaco, en las etiquetas de vino también se informara del peligro que se corre, «porque hay gente que piensa que el vino no es alcohol y todos conocemos o tenemos a alguien cerca que se emborracha con vino». El hecho de que Irlanda sea el primer país europeo que se plantee poner una advertencia en todas las bebidas alcohólicas a partir de 2026 le da esperanzas.
Sin embargo, él sabe por experiencia que ha de ser cada uno el que se enfrente a su adicción: «Por mucho que te dicen las personas que te quieren, son voces incómodas que no quieres escuchar. Hasta que no aceptas tu realidad, no podrás terminar con ella. Y este es el propósito del libro: colocar al lector delante de un espejo, delante de su conciencia. Es mi pequeña aportación, como persona que lo ha vivido y lo vive cada día en primera persona».
Asegura además que Confesiones de un sommelier ha tenido una gran parte de terapia personal: «Escribir me ha ayudado muchísimo a seguir luchando y tener una visión más general y completa de por todo lo que ha vivido».
Seijas declara sentirse más orgulloso de llevar sobrio siete años que de todos sus triunfos anteriores, que no son pocos: Premio Nariz de Oro al Mejor sommelier de España (2006), el Premio Nacional de Gastronomía (2010), el Premio a la Trayectoria en el mundo del vino por la Asociación Catalana de Sommeliers (2011), el Premio Prix International de Literatura Gastronómica (2011) o el Premio a la Creatividad enológica La Guía de vinos de La Vanguardia (2022).
Durante el encuentro en El Maestral que presentó Juan José Sellés y al que asistieron representantes de la Cátedra como Antonio y Belén Arias (Vectalia) o Ezequiel Moltó (codirector), así como un centenar de comensales, se degustó un menú elaborado en honor a Seijas y a su época en El Bulli titulado, como sus vinos, «Gallina de Piel».
Izda: Menú completo. Dcha: Evolución de la paella.
Y las sorpresas continuaron cuando se animó a los asistentes a testar su paladar con un plato de especias que había que identificar y que provocó muchas risas.
Al término de la jornada, Seijas dedicó libros a los asistentes y ensalzó el gran trabajo de la restauración y el sumiller, una profesión «vocacional absolutamente, con un gran espíritu de servicio» y recordó que el propio Ferrán Adriá, todos los días, antes de abrir El Bulli les decía a todos los que formaban equipo con él: «Cualquier persona que entre por esta puerta hoy tiene que vivir la mejor experiencia de su vida». De hecho, hizo hincapié Seijas en este maravilloso espíritu de servicio, Juli Soler, que fue el director del famoso restaurante desde 1981, solicitaba de corazón a sus clientes: «Por favor, venid todo lo pronto que podáis para iros lo más tarde posible».
Con esta misma pasión que David Seijas mamó de niño de su propio padre, dueño del Bar Seva donde se crió, y que siguió compartiendo con los grandes profesionales del que fue un restaurante referencia mundial y que se convirtió en 2011 en la Fundación El Bulli, sigue disfrutando intensamente a día de hoy de la enología, después de haber experimentado subir a lo más alto, caer a lo más bajo y renacer para compartir su doble victoria y seguir siendo fuente de inspiración.
Te ha quedado una crónica de 10, por el contenido y por la forma.
Gracias, Ramón. A ti siempre te parece bien todo lo mío, así es un gusto! Besos!