Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Con Pumpido, amnistía, y con Sánchez, ‘no hay tutía’

Cándido Conde-Pumpido. Fotografía de Alson Martínez (Fuente: Wikimedia).

La amnistía, como el cariño verdadero, ni se compra ni se vende. Es lo que hay. El cariño que se compra no es tal y  tiene que llamarse prostitución. Es lo que le ha pasado a la amnistía, que la han prostituido “haciendo de la necesidad virtud”, una frase de Sánchez salida del acervo cultural popular, no vayan a creerse que se le ha ocurrido a él. Estaríamos arreglados concediéndole un coeficiente moral o inmoral de tal dimensión. Lo más probable es que la frase se la haya susurrado Bolaños, que tiene más retranca y maldad que el amoral Pedro. Ya saben que Bolaños, el injusto ministro de Justicia, quiere cargarse la carrera judicial independiente para dar cancha a los fiscales en detrimento de los jueces y politizar la Justicia; vamos, minimizar el Poder Judicial para maximizar el Tribunal Constitucional y la Fiscalía General del Estado.

De amnistía, Tribunal Constitucional, Poder Judicial y Fiscalía General queda mucho por decir y decidir. Unos enanos mentales (con muy mala leche, eso sí, aunque acusen a los demás de fomentar el odio que ellos llevan inoculado en lo más hondo de sus mentirosas y edulcoradas peroratas colectivas y adoctrinadoras) no van a poder con el Tribunal de Justicia de  la Unión Europea, como tampoco pueden someter al Tribunal Supremo por más que sigan ninguneándolo frente al Constitucional de Conde-Pumpido y sus mariachis impudorosamente sanchistas. ¿Cómo es posible que un país ejemplarmente democrático, superador de una dictadura franquista (y de un golpe de Estado militarista y de otro catalanista independentista), puede haber caído tan bajo con este vendepatrias sometido a Puigdemont a cambio de votos para okupar la Moncloa?

No lo digo yo. Lo pregonan todos los días Puigdemont y Junqueras: “Lo volveremos a hacer”. Y los discapacitados ministros cacarean al unísono la consigna de que “España va bien” y que la convivencia y el buen rollo en Cataluña están asegurados por los siglos de los siglos, cuando la realidad es que la que va bien es Cataluña, mientras el resto de España les financia, pero tiene que oir siempre la canción independentista, la de que España les roba.

Artur Mas, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont en el acto de presentación de la candidatura de Junts pel Si, en agosto de 2015. (Fuente: wikipedia).

Artur Mas, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont en el acto de presentación de la candidatura de Junts pel Si, en agosto de 2015. (Fuente: Wikimedia).

Los muy cutres independentistas hablan de ellos y de España como si ellos no fueran españoles. Y son muchos los políticos y no políticos (por ejemplo algunos periodistas y hasta el propio presidente Sánchez) que hablan de España  y de  Cataluña como si se tratara de dos países diferentes, cuando lo correcto es decir “Cataluña y el resto de España”, lenguaje que expresó con rotunda claridad el lider catalán Rafael Casanova, el héroe de la Guerra de Sucesión que se produjo a principios del siglo XVIII tras la muerte, sin sucesor, de Carlos II. Cataluña, Aragón y Valencia estuvieron a favor del archiduque Carlos de Austria, mientras el resto de España, con Castilla a la cabeza, optó por Felipe V, el primer Borbón en la Corona de España, nieto de Luis XIV de Francia y María Teresa de Austria, hija del rey español Felipe IV y hermana de Carlos II, lo que sirvió para que tuviera el apoyo de poderosos ejércitos franceses que vencieron a las tropas de la antigua Corona de Aragón, apoyadas por Inglaterra y Austria, tras 13 años de batallas (1701-1714). Fue una guerra internacional. El último episodio fue la rendición de Barcelona siendo conseller en cap Rafael Casanova. En su capitulación se mostraba orgulloso de su gente y de sus tropas para tener un rey de la Casa de Austria “para Cataluña y para el resto de España”. Nunca luchó para independizar Cataluña. Su guerra, esa guerra en la historia de España y de Europa, fue una guerra de sucesión a la Corona de España, nunca una guerra de secesión, para independizar a Cataluña del resto de la nación española. Los separatistas están obsesionados con la independencia y le están sacando rendimiento económico y político a su posicionamiento.

El Estado de las Autonomías ha funcionado durante 47 años y es necedad querer convertirlo en un problema. La Constitución está ahí y acaso necesite algún retoque que la enriquezca, pero nunca para justificar un vil ataque contra ella como el que le están infligiendo desde el que habría que denominar Tribunal Anticonstitucional legalizando (que no legitimando) la Ley de Amnistía, una ley claramente de autoamnistía, como han dictaminado, en primera instancia, desde la Unión Europea.

Yo diría que tras el fallo (nunca mejor dicho, ‘fallo de fallar’ estrepitosamente pese al  6-4 de magistrados) es obligado acatarlo como legal, pero es lícito y hasta muy saludable proclamarlo ilegítimo. Copio a un articulista independiente: “Responso por la democracia española; todos sabemos que la amnistía es inconstituconal; pretender lo contrario es tirar adelante sin curar ese zarpazo letal, ese acto de autoritarismo venezolano, que sólo apartará más de la confianza institucional a una nación engañada, violada y arrastrada”. Lo legal es sólo lo acorde con la ley, sea ésta justa o injusta; sólo avalada por los votos en el Parlamento. Pero lo legítimo va más allá de lo legal; tiene que ver con la justicia. Lo justo se aplica a las cosas que son realmente lo que son o lo que expresa el nombre que llevan y no una imitación o falsificación. Diríamos que el Constitucional de Conde-Pumpido nos ha engañado vendiéndonos como amnistía, lo que es simplemente una autoamnistía para los golpistas. Es un fraude de ley, algo que envuelven en papel de regalo para Puigdemont, siendo, como es, una ley que el mismo Puigdemont hizo a su medida.

No va a colar esta mentirosa componenda en Europa. Anuncia ya un organismo de Bruselas lo que le va a decir el Tribunal de Justicia Europeo (TJE) a Sánchez-Pumpido y a Conde-Pérez-Castejón (mezclo los apellidos porque son un ‘totum revolutum’, que decían los latinos): “Amnistía, no hay tutía”. He consultado el Diccionario Panhispánico de Dudas y atribuye origen árabe a la palabra ‘tutía’, que ha derivado con el tiempo a significar ‘no hay remedio’ o ‘no hay nada que hacer’. Nunca se sabe cómo terminan estas cosas tal y como anda de revolucionado el escenario político. Lo de la amnistía es tan grave que podría ser el fin de la carrera de Conde-Pujmpido si la Justicia de Europa lo defenestra y a Sánchez le tenemos que grabar en la Moncloa eso de que ‘no hay tutía’. No tiene remedio.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

5 Comments

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  • Claro, como siempre. Gracias Ramón pero… ¡no hay más tutía que modificar la ley de Educación!

  • Gracias… «Hacer de la necesidad virtud» es mentir con un vómito putrefacto vendido como dulce pastel, y más claro, mentir y mentir…
    Un abrazo, Don Ramón Gómez Carrión

      • Ramón, te felicito por claridad y valentías en la defensa de la VERDAD.
        El comportamiento de SÄNCHEZ y sus colaboradores es propio de quien tiene una meta y para alcanzarla no hay límites ni fronteras. Siguiendo lo iniciado por Zapatero, la meta es que otras opciones políticas diferentes a las que ellos defienden, no puedan ser un día una realidad, una opción de gobierno en España, copando todos los ámbitos de poder necesarios y posibles: Parlamento, con la TESIS de que quien manda en España, es el número de votos unidos en ese mismo afán, no importa si se trata de separatistas, antiguos terroristas, etc.
        Lo triste es que quienes deben defender, como árbitros, la legalidad constitucional, se presten a ello. Y a esta «ËLITE» no se les puede incluir en el grupo de «comulgantes con ruedas de molino.