Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Envejecimiento saludable

Aprender en la edad adulta es romper barreras

Fuente: Ageing Better.

Cuando uno se jubila parece que el tiempo debe quedarse en suspenso. La persona ha llegado a la plenitud de su vida, de sus conocimientos, del trabajo y del esfuerzo. Empieza una etapa nueva de la que disfrutar sin las limitaciones y restricciones que impone la vida laboral y el cuidado de los hijos. Es la utopía perfecta. El esfuerzo realizado durante los años profesionales se ve recompensado por una etapa donde la parte económica está más o menos asegurada, donde el tiempo puede organizarse fuera de horarios establecidos y donde la persona puede vivir descansada, libre y confiada, disfrutando de las cosas buenas de la vida.

En cierta manera, esta concepción utópica se basa en la idea de que el mundo debería quedarse estable como en una cápsula del tiempo. De esta forma, con el bagaje de conocimientos previos y la experiencia con los que llegamos a la edad adulta, pretendemos sacar réditos para el resto de nuestra vida; pero esa no parece ser la verdadera realidad. Como decía Ortega y Gasset: “La vida es quehacer”. La persona necesita quehacer, ser útil, llenar la vida de sentido y, como ser social, seguir adelante acompañando a otros, sobre todo porque vivimos en un mundo cambiante y frenético. Un mundo que parece acelerarse y que no espera a nadie.

Clase de la Universidad Permanente (Fuente: Sede UA Alicante).

Es lo que los científicos hoy en día llaman, el mundo VUCA (que en sus siglas en inglés Volatility, Uncertainty, Complexity, Ambiguity significa volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad). Los habitantes de este mundo deben ser seres adaptables, flexibles y sobre todo resilientes. Todo esto nos hace ver que no podemos quedarnos anclados en un momento específico; muy al contrario, el mundo VUCA nos obliga a ir hacia adelante cambiando al ritmo al que cambia el mundo. Para las personas mayores, lo que implica es que hay que estar dispuesto a adaptarse y a aprender de nuevo, a descubrir nuevas cosas y a desarrollar nuevos conocimientos. El mundo no se queda en suspenso y debemos mutar con él.

Muchas personas mayores tienen conciencia de estos cambios y saben de la importancia de seguir aprendiendo. También la Unión Europea reconoce el aprendizaje a lo largo de la vida como un derecho esencial especialmente orientado a adquirir las “competencias necesarias para el desarrollo personal, la salud, la empleabilidad y la inclusión social […]” (Consejo de Europa, 2018, art. 2). La Unesco, la OCDE y otros organismos internacionales también apoyan esta visión. El problema radica en que existe un edadismo estructural en la sociedad, incluso latente en los manifiestos de estas organizaciones, que impide ver este derecho como parte esencial del desarrollo de una persona durante toda su vida, especialmente cuando deja de trabajar.

Fuente: Universidad de Alicante.

Es muy típico que las personas mayores que asisten a cursos, a ciclos de conferencias, a programas universitarios, se encuentren en la situación de tener que explicar por qué deciden dedicar parte de su tiempo a aprender cosas nuevas o a profundizar en nuevos conocimientos.

“Eres mayor, vas a la universidad a aprender, ¿a aprender qué?”

Ese “¿qué?” es muy significativo. Indica que no vemos útil ese esfuerzo. En cierto sentido es una manera de menospreciar el esfuerzo que estas personas realizan día a día para no quedarse atrás. Es como si no valiera la pena. Para la sociedad general, los mayores han llegado al límite de sus capacidades y parece que lo único que les resta es pasar el tiempo de forma agradable, cuidando a los nietos y pidiendo ayuda cuando las cosas se complican porque van perdiendo autonomía. Lo cierto es que el aprendizaje no se suele reconocer como una necesidad esencial en la etapa adulta posterior a la jubilación; incluso las estadísticas suelen obviar la franja de los mayores de 75 años cuando se pregunta por la formación y educación. Y cuando nos interesamos por lo que hacen y les preguntamos por qué siguen aprendiendo, muchas veces el interlocutor no entiende la importancia del aprendizaje: “Bueno, no está mal a estas alturas de la vida, así te entretienes”.

Visita a Sobrarbe (Pirineo de Huesca) de la UPUA (Fuente: Revista de Permanente, web.ua.es/upua/aaup).

Esta es la concepción que tenemos: “Que los mayores pasen el rato y no molesten”. Se nos olvida que son tan parte de la sociedad como el resto. Además, no somos conscientes de que con su experiencia y conocimiento son valores activos a los que la sociedad no puede renunciar, especialmente en tiempos convulsos, de transición y de crisis. Es primordial respetar sus derechos, ofrecer espacios donde puedan desarrollarse, siendo fundamental que les proporcionemos oportunidades de aprendizaje y de acción social; un aprendizaje que les capacite para el ‘quehacer’ porque, además, estas acciones no sólo revierten en una mejor integración social, sino que también son esenciales para mantener una buena salud mental y física. Numerosos estudios indican que para la promoción de la salud, especialmente en edades avanzadas, es vital que las personas nos mantengamos activas en tres áreas fundamentales: la física, la mental y la social.

Asistir a cursos, y por ende seguir formándonos, justamente incide en esos tres pilares de la salud. Por un lado, nos ayuda a desarrollar la plasticidad del cerebro, seguimos activando la memoria, ampliando conocimientos y competencias. Por otro lado, nos mantenemos activos, tenemos una razón para levantarnos del sofá, acercarnos a un centro de estudio y aprender que una vida activa es esencial; y, finalmente, el aprendizaje es un acto social mediante el cual conocemos gente nueva, hacemos amigos, estrechamos relaciones sociales y rompemos una de las mayores lacras de la edad avanzada: la soledad. Si, además, lo que aprendemos nos permite ser más activos en la sociedad que nos rodea, revertiendo parte de estos nuevos conocimientos adquiridos, no hay mejor receta para una vida plena, saludable y socialmente activa. Es un modelo de vida que nos mantiene en las mejores condiciones en una edad avanzada, que mejora nuestra vida y mantiene nuestra buena salud.

Fuente: Ageing Better.

Por todo esto, el aprendizaje a lo largo de la vida es un derecho irrenunciable y un deber de la sociedad con sus personas mayores. Solo así conseguiremos una sociedad más justa, con mayor capacidad para responder a los cambios y a las dificultades sin dejar atrás a nadie. Hay que romper barreras y convencernos de que la necesidad de ‘aprender’ es inherente al ser humano, independientemente de su edad, porque todos tenemos el derecho de seguir avanzando. Solo así podremos ofrecer a los mayores la posibilidad de desarrollar unas competencias que les permitan tener una vida cada vez más larga, con una mejor salud y mejor capacidad mental y física; una forma de vida que les permita seguir siendo autónomos mucho más tiempo teniendo la capacidad de adaptarse a los cambios. Todo esto finalmente revierte en una sociedad más sostenible y con una mejor integración de los mayores en todos los aspectos.

Si retomamos las palabras de Ortega y Gasset, no olvidemos que cada uno de nosotros debe trabajar el “quehacer” de su vida; la vida no está hecha ni podemos permanecer pasivos en su discurrir, porque “la vida es un gerundio y no un participio”, por lo tanto, no está ya construida, sino que la vamos construyendo mientras avanzamos por ella hasta el final de nuestros días.

Marian Aleson Carbonell
Directora de la Universidad Permanente de la Universidad de Alicante (UPUA)
Miembro de la Asociación Gerontológica del Mediterráneo

Asociación Gerontológica del Mediterráneo

La Asociación Gerontológica del Mediterráneo (AGM) fue creada en 1989 y está formada por un equipo de profesionales de diferentes ámbitos con el objetivo común de impulsar iniciativas enfocadas a un envejecimiento positivo, activo y saludable.
La AGM trabaja por una sociedad inclusiva y amiga de las personas mayores y los valores que acompañan su andadura son el desarrollo, implicación, colaboración y apoyo en áreas estratégicas como: envejecimiento positivo, envejecimiento activo y saludable, calidad de vida y envejecimiento, nutrición y dieta mediterránea en el envejecimiento, factores protectores para un envejecimiento saludable, salud y envejecimiento, formación y aprendizaje a lo largo de todo el ciclo vital, estrategias ante el deterioro cognitivo y la patología neurodegenerativa y las nuevas tecnologías orientadas a un envejecimiento de calidad.
La página web de la AGM es: https://asogeromed.es/ y el correo para solicitar información: info@asogeromed.es.

2 Comments

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Responder a Francisco Mas-magro y Magro Cancel reply

  • Marian Aleson nos hace una clarísima síntesis de las teorías neurogeriátricas desarrolladas en los últimos cincuenta años y en las que la Universidad Permanente de la Universidad de Alicante ha basado la puesta en marcha de sus programas de enseñanza dirigido a los mayores. Estas «novedades» científicas sostienen la capacidad neuroplástica y regeneradora de las neuronas y sus conexione incluso en edad muy avanzada y posibilitan que, a pesar de seguir envejeciendo, podamos aprender nuevas materias. Esta actividad intelectual sirve, por otra parte, para que, activando nuestro cerebro, frenemos su envejecimiento.
    Gracias, Marian.