Si es doloroso ver la mendicidad por las calles de cualquier ciudad, aunque parece que no para determinados concejales de la capitalina Alicante que han creado una controvertida Ordenanza de Convivencia Cívica, aún más es pasear por determinados lugares y encontrarte personas que han hecho de algunos espacios su morada, su dormitorio o su sala de estar. Quizás primero fueron los vestíbulos de los bancos donde los cajeros automáticos se vieron acompañados de los “sin hogar”. Después, la imaginación y la necesidad han ampliado horizontes; esta pasada semana vi varias acampadas entre las pinedas del Tossal, a un tiro de piedra de la casa sacerdotal –escrito sin segundas intenciones– y hace unos días unos acartonamientos –dicho de aquellos espacios donde duermen los desarraigados a la intemperie sobre cartones– en la mismísima Explanada y en la avenida de Gadea.
Esto es lo fácil: contrastar la existencia de los que no tienen techo y criticar a las autoridades por su incapacidad para resolverlo, siquiera parece que con intenciones de intentarlo.
Así que voy a aportar una idea, aunque sea peregrina. Si no recuerdo mal, en el Cuartel de Rabasa deben seguir existiendo una docena de naves-dormitorio; y en ellas dormíamos en cada una más de cien reclutas. Seguro que hoy día habrá un par de ellas bien vacías; pues entonces… ¿no se podrían ceder por las autoridades militares su uso al municipio? ¿No sería capaz la Concejalía de Acción Social de ahormar un proyecto con la ayuda de Cáritas, Cruz Roja y otras ONG que recogiera allí a estos menesterosos que hacen de las estrellas su techo? Y coordinarles para que cuiden de ellos y de su entorno; que cocinen, limpien, puedan lavarse, se ayuden, se les pueda enseñar alguna actividad incluso con la ayuda de los militares y de otros voluntarios… No se trata de retirarlos de las calles para que dejen de avergonzarnos, sino de dar alguna respuesta a su problema. Que puedan ser útiles, primero para sí mismos, después quizás para otros.
Porque la otra alternativa, la que el torpe magín de estos concejales que parecen tenerlo más de cartón que los ninots de las Hogueras, y que han ideado nuevas normas que no sólo no aliviarán la situación, sino que producirán un auténtico contrasentido: tratar de multar por incumplirlas a quienes no serán capaces de abonar las sanciones. ¿Cuál será el siguiente paso? ¿Fontcalent o Villena?
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