Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

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Vaqueando

Imagen generada con ChatGPT.

Cuando yo era chico, mi abuelo por parte de padre tenía una barquita en el puerto de Alicante; se llamaba Anita, tenía hasta amarre y claro, se pagaba una pasta. Con el tiempo, cuando falleció mi abuelo, mi padre no siguió con el alquiler; también cambió todo, los ladrones la robaron varias veces para utilizarla para llegar a los barcos que fletaban en mitad del mar. Antes se podía bajar a las barcas y hacer el juego del tranco saltando entre ellas, porque estaban amarradas al muelle, ahora esa zona es toda de yates de ricos y de pijos y de todo eso que mola pero que no era lo que yo viví en mi época chica. Creo que la última vez que supe de Anita la encontraron en Campello porque los chorizos, no sé muy bien qué harían, acabaron allí.

Lo digo porque por las mañanas, muy temprano, muy muy temprano, íbamos a la lonja a comprar lombriz para pescar. Bueno, si no había lombriz mi abuelo tenía preparada una especie de pasta de pan o no sé. Incluso en lo que hoy es La Volvo, mi abuelo tenía pase —sin pase no se podía pasar—, y pescábamos en aquella zona. Realmente no creo que pescáramos mucho, pero era la gracia de ir con tu abuelo, tu padre y tu hermano a pescar, o a hacer como que lo hacías. Creo que aún en casa de mis padres están las cañas. Eso sí, en la playa no porque siempre me ha dado miedo el sacar el anzuelo vacío y darle a alguien. Es que por la noche hay peña que se dedica a irse a la playa a pescar, y bueno, no es que sea malo, pero a mí me da cosa que haya alguien bañándose, o que pase sin ver el hilo, o no sé, quizá sea de los que ve más peligros que los que realmente hay.

Bueno que me enrollo, lo cuento porque como mucho podías sacar una bota o una red sucia, pero nunca una vaca. Y sí, es que este verano en las playas de La Mata y Altea han aparecido dos vacas muertas flotando en el mar. La noticia es rara y tan macabra como curiosa, como alucinante, como de todo lo que uno pueda ponerse a pensar. ¿Cómo aparecen dos vacas muertas en sendas playas?

También he visto un vídeo de un jabalí, sin bañador, que saltó desde el puerto de Denia, se dio un baño y luego subió por las rocas como si tal cosa y supongo que volvería a su lugar de origen. Y ya entrando en el punto cómico, que el artículo pasado dejamos a Michael con su flotador de flamenco llegando a las playas de Mallorca porque su madre aún está esperando a que le llegue el paquete de Shein, de Temu, de Amazon o de cualquiera de esas plataformas que siempre llegan a la hora de comer o cuando no estás. Pues Michael podrá aparecer en cualquier playa, así que no se lancen sobre él como con los inmigrantes supuestamente ilegales que llegaron a Cádiz y que a la peña playista le dio por tratar de placarles —entiendo que con toda la ignorante voluntad de una acción reacción, pero también entiendo que con toda la presunta ilegalidad, que para eso están los cuerpos de seguridad del Estado—. No te metas en líos que el autor material de la paliza al abuelo de Torre Pacheco ya está en libertad y ya está, como si no hubiera pasado nada, ya puedes volver a tratar de llegar a Francia.

Pedro Sánchez, cada vez más desmejorado, visita el centro de coordinación de incendios de la Xunta de Galicia. Fotografía de Fernando Calvo (Moncloa).

En fin, esas cosas ni pintan ni huelen bien. Bueno, a lo que sí huelen es a chamusquina después de ver cómo se quema media España del norte, que uno piensa que si hace más calor en el sur, que se queme más el norte, pues es raro. Como siempre, las pérdidas de bosque son un drama en sí mismas, pero las pérdidas de vidas humanas por el hecho de que algunos de esos incendios sean provocados no tiene perdón. Tampoco se habla de los animales, la ganadería, los caballos, todo ser vivo que habrá muerto calcinado sin que se sepa y todo porque, al parecer, no había medios, que no los había porque como se destinan a otras cosas, ya sea del partido que sea, pues eso, que habría que ver si, cuando todo esto pase, hay quien saca rédito de poner paneles solares o cosas por el estilo o montar negocios y, si se hace, a ver de quién son amigos esos que se rejuntan para urbanizar el bosque. La frase de un comentarista de televisión diciendo “el fuego evoluciona favorablemente”, no tiene desperdicio.

Por supuesto, el presidente en funciones aquí en la península —todos sabemos que el verdadero presidente de España vive en Waterloo—, pues como siempre se esperó a que se quemara medio monte. Porque estar de vacaciones en La Mareta a cuerpo de rey con más escoltas y cuerpos de seguridad en proporción que los que acudieron a salvar el campo, pues como que ir para ver fuego, con el calor que hace en verano, «calentito» que diría Puente, pues ya voy cuando no quede más que ceniza. Eso sí, el aspecto cenizo y demacrado que pinta cada vez que se asoma es peor, pero bueno, a él «plín». Que encima dicen que se ha llevado a once médicos. Claro, luego la sanidad pública tiene tanto retraso, todo tiene su explicación. Pasó lo del volcán, pasó lo de Dana y pasará lo de los bosques y nada. Yolanda Díaz dicen que estaba también fuera y como los del PP están, pero como si no estuvieran, porque no pintan nada nunca más que oposición, parece público que se queja y patalea. Pues eso, que al final el pueblo salva al pueblo sin necesidad de los que mandan que, en el fondo, eso es la verdadera democracia. Y los presupuestos generales sin aprobar, por eso seguro que Barcala aún no ha puesto en marcha lo de los patinetes para la tercera edad. Pero lo triste no es ya la coña del patinete, lo triste es que han cerrado el centro de día para mayores de Altozano, así, entiendo que por la pasta, por la falta de ella, claro. Increíble la falta de sensibilidad de esta ciudad que se vuelca en hacer manifestaciones en pos de una cultura (con toda la razón del mundo), pero que no mueve un dedo por sus mayores, por otra cultura, la que tiene la tinta del sudor de toda una vida y la de sus generaciones. Quizá, si escribieran sus memorias y las publicaran, alguien les escucharía, pero no, no les han emplazado a otro lugar, ni nadie les ha defendido. Por cierto, aparte de 80 Mundos de mi querida Marina, emprendedora y triunfadora donde las haya —de casta le viene al galgo—, Cilsa, que tampoco es moco de pavo en la historia de la ciudad, también ha cambiado de ubicación. Como sigan moviéndose tanto los libros, hasta se les van a caer las letras. Es importante la proliferación de las librerías de venta de segunda mano, que suelen estar llenas; y también está la variante esa de que hay quioscos que ponen una pila de libros antiguos en una esquina, al euro el ejemplar amarillento. La opción en los barrios de las bibliotecas callejeras, donde coges un libro y dejas otro, también mola mucho como concepto, aunque creo que la peña los coge y ni deja, ni los devuelve.

Y hablando de concepto, esta semana he estado de circuito gastronómico. A ver, la gente que me conoce y sabe de todas mis intolerancias, entiende que circuito gastronómico, para mí, es ir a dos sitios separados en el tiempo lo justo para que a mi intestino pueda darle tiempo de tomar aire y ponerse a ver cómo asume el caos que le espera. Fui a dos sitios, pero voy a obviar sus nombres, y no tenían nada que ver el uno con el otro. En uno comí fetén de bien, productos de calidad y con respeto a los que tenemos tantos problemas alimenticios. Pienso repetir porque tanto la presentación como el trato han sido exquisitos y no me he ido con dolor de tripa, que ya es mucho; mientras que el otro, pues como que a ver, cuando sólo puedes comer una cosa, te quitan todo lo que no puedes comer, el plato se queda en cuatro rodajas de carne con cuatro patatas fritas que sabían a mantequilla y te cobran como si el plato llevara todo lo del menú. Pues no sé. Desde el punto de vista de mi acompañante, que comió de lujo, pues a mí, sinceramente, si fuera Tarzán, me habría colgado de una liana y habría salido pitando. Bueno, habría partido la liana hasta que no controle este sobrepeso veraniego. Aún así, el fallo que veo a estos sitios, como a otros, que parece que es la moda, es que tienes que comer con estrés. La media es que tienes hora y media para comer desde que entras. Eso sí, en uno de ellos tardaron media hora en servir, con lo que el estrés era mayor porque veías reducido tu tiempo de ingesta como en un concurso de la tele. Luego para pagar les falta tiempo, ahí sí que son veloces. Lo dicho, el tiempo también es cultura y como brilla la incultura, pues el tiempo como que no tiene valor: rápido que hay que ocupar otra mesa, vamos vamos que nos vamos.

Fuente: Canal de YouTube de 12TV.

Y nos vamos también de la Explanada, que leo que de las 90 sillas que había para sentarse tan sólo quedan 10. A ver, en la era del chip, que les pongan un chip a cada una de ellas y a buscarlas. Pero ¿es que no hay nadie que se ocupe de custodiarlas y recogerlas por la noche? ¿Nadie ha visto a nadie largarse con una silla? ¿No han sido capaces de reponerlas según veían que faltaban, en plan rollo, pues ya faltan 40? ¿Es como la peli de Los Inmortales, que sólo puede quedar una? No sé, hay cosas que no se entienden demasiado bien. La peña, que pasa de todo.

Y pasa tanto que voy a entrar en tema complicado: a ver, si en el parque de La Marjal no se puede entrar con perros, que lo pone bien claro, por qué la peña entra, los pone a mear en la puerta y se vuelve. La respuesta es no, como tampoco pueden ir sueltos por la calle, que el otro día vi a una persona con dos perracos sueltos corriendo por las calles de la playa entre madres con niños y niñas pequeños y pequeñas de la mano. Y que sí, que todo el rollo que quieras, pero que uno de esos menores se asusta empieza a correr o a llorar y si tu perro o perra sale corriendo tú no lo pillas ni aunque seas un atleta. Y que no estoy en contra de los animales y que sí, que mi perro es muy bueno y todo eso, hasta que se le va la pinza. Se nos va a nosotros, no se le va a ir a él. Bueno a las tortugas, aunque se les vaya la pinza no creo que sean peligrosas. Menos las tortugas ninja, claro.

Para peligro que el otro día se quemó un coche en la Albufereta, menos mal que no hubo que lamentar más daños que los del auto pero que vamos, menudo susto y la cosa pues, nunca mejor dicho, está que arde por todos lados.

Y luego está lo de los dragones azules, una babosa con nombre molón que dicen que su veneno es más doloroso que el de una medusa y que visualmente parece sacada de una de las películas de Avatar. Que te piquen en 3D y verás la gracia.

Por cierto, como cosa curiosa y graciosa, o no, en Japón las mujeres pueden casarse consigo mismas. Sí, así, dándose el sí dos veces entiendo, pero con el mismo traje de novia, con dos anillos, que es más sencillo hacer un trío pero que entiendo que entonces una le estará siendo infiel a la otra y entonces le pide el divorcio. ¿Cómo harán lo de separación de bienes?, ¿o lo habrán hecho de antemano con vistas a una ruptura futura? Entiendo que en el testamento la cosa se puede complicar porque dejar todo a tu cónyuge, no sé, va a resultar como mínimo curioso.

Porque lo del divorcio está a la orden del día, que sale en las noticias que desde que las jornadas escolares son más largas, se producen más divorcios, en plan, que la mujer trabaja más tiempo, se independiza a nivel económico (al final casi todo se rige por lo mismo) y como ya no te necesito, no voy a aguantar tonterías. Pues eso, que el amor, que no tenía precio, pasa a ser que el amor no vale nada. Luego al menos, como los dos trabajan pues pueden pagar las extraescolares a sus hijos, esos a los que no ven desde la matinera a las 8 horas hasta las 19 horas. Lo dicho, amor de padres y madres.

Hay cosas que no me cuadran, pero bueno, o lo tomas o lo dejas.

Canción, 40 000, de Leiva.

Libro, Carpe Diem de Bruno Francés Giménez.

En fin, que ustedes lo lean, lo pasen y  lo paseen bien.

Bruno Francés Giménez

Escritor de serie B.

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