Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Palabreando

Transporteando

Imagen generada con ChatGPT.

Por unas cosas y por otras no dispongo de vehículo oficial. Barcala, después de más de dos años, no me ha facilitado el patinete y tampoco entro en el rango de los que pueden acceder al autobús de manera gratuita. Lo siento, no paso por un quinceañero, que en mi época tampoco, porque me pedían el carnet para entrar en Bugatti… que era una disco para menores. Pues eso, que me veo con un momento de urgencia y me quedo en la encrucijada de la calle San Mateo (parada de taxi) y la calle Jaime Segarra (donde hay parada del 9). Recuerdo cuando iba con mi Puch Cóndor III azul y blanca y unas enfermeras del Perpetuo se saltaron el semáforo y me estamparon contra la replaceta que allí había, ahora transformada en eso que se está convirtiendo la ciudad que son o parques grandes o aceras más grandes para que no puedas aparcar aunque no pase nadie por allí. El caso es que llamo a los del taxi y primero te sale la chica rollo Alexa, que es realidad virtual (y que siempre son voces femeninas, ahí no se queja nadie de supuesto feminismo virtual) y te hace preguntas que de la mitad no entiende la respuesta. De hecho, hasta me han llegado a colgar (yo es que tampoco vocalice muy bien pero creo que se me entiende), entonces tienes que llamar un montón de veces para que una persona te pueda atender. «Su tiempo de espera pasa de los tres minutos», «también puede acceder por la página web», «su llamada puede ser grabada» y todo eso.

Total, que al final me lo cogen y claro, luego tienen que rellamarte para decirte el número de taxi que va a por ti, no sea cosa que llegue un único vehículo a la parada, haya más gente, y se convierta en un duelo al sol: «que yo estaba primero», «que no se qué, que no se cuánto». El caso es que al final, después de un mogollón de tiempo, me llaman y me dicen que vuelva a llamar, como que ha caducado mi tiempo. Y me veo pasar a un taxi delante de mí, en verde, levanto la mano… ¡y ya estaba en rojo! Las pintas hacen mucho. Y luego veo pasar a otro admitiendo a unas personas que lo habían parado veinte metros antes de la parada donde yo me encontraba.

Y todo esto esperando a lo que pudiera ser, que pasará el bus, que no pasaba, total, que al final me fui andando desde Alicante a la playa de San Juan. Que tampoco es tanto, pero como que se te queda el resquemor de tanta cosa… Bueno, vale, sí, está el Tram pero es que como las veces que lo he pillado hay más vehículos (bicis y patinetes) que personas, pues bueno, no sé si estoy en una tienda de ciclos o es una manifestación, porque bien que cuando queréis os saltáis todas las normas. Pues eso, prefiero el paseo de la Cantera que, en verdad, es una delicia.

A ver, de San Mateo a La Marjal hay un paseo pero, bueno. Por cierto, que la peña taxística, y no lo digo por maldad que parece que a día de hoy a todo lo que se dice se le busca tres pies al gato, pues como que casi nadie conoce el parque y es una pasada. Y yo directamente digo «al Arena, al gimnasio de colores». Ese sí lo conoce todo el mundo, pero el parque nadie. Pero bueno, es lo que hay. El deporte, sí o sí, justo al lado de los bares del golf. La peña lo busca en el Google Maps y ya está, pero que tampoco hay tantos parques en la ciudad.

Imagen generada con ChatGPT.

Y como ya ha comenzado el momento verano pues parece que, para los de fuera, todo vale. Que pone que no se pueden usar balones en la piscina, pues balones. Que no se pueden bajar botellas de cristal al césped, pues botellas y copas. Que no se puede comer en según qué zonas, pues venga, a esas zonas a comer. Que de repente hay que parar el coche en mitad de la carretera para que bajen con total parsimonia dos personas y se forme una cola de… bueno, pero que no pasa nada. Pues eso, que no se puede parar donde está señalizado porque si se forman caravanas bloqueas el paso del TRAM, pues venga, ahí que paro. Y luego, si el tranvía me da, hasta me llevaré las manos a la cabeza. Que no se puede entrar en bikini ni en bañador a las panaderías, pues venga, que parece que si llevo una toalla en la mano hasta voy vestido o vestida de etiqueta. Que saludas y ni te responden, pues venga, que todo vale. Que vas detrás para salir por la puerta cargado y van delante de ti a dos metros y te ven y no te la aguantan, la puerta, pues venga. Que suben al ascensor con los pies mojados, tírale, que insisto, que hay bikinis que por muy moderno que seas no es que ya no los veo acorde con una urbanización con menores, es que te vas a sentar y lo mínimo que vas a pillar es una infección, que a mí me da igual, pero bueno.

Y sigo: Que la peña que sale de marcha se dedica a destrozar botellas de cristal contra el suelo y lo llenan todo de cristales y hay niños y niñas y perros y perras… Que a las cinco de la mañana ya hay toallas puestas en la zona de la piscina como si fueran a dar un concierto y hay que estar en primera fila. Que la peña mea en la ducha de la piscina porque no hay casi ningún lugar para hacerlo… que el agua de la piscina está caliente y ya dudas. Que la gente que fuma se deja las colillas incrustadas en el césped como si fuera la espada en la piedra. Que la cultura en la ciudad está amenazada por pisos turísticos, que ahora todos los bajos son pisos turísticos.

Que digo yo, que podrían contratar a toda esa peña que los hace en dos días y no tirarse un par de años para construir una urbanización, que el acabado es casi el mismo. Que se debería multar a los que usan más de una plaza para aparcar el coche en la calle. Y a los motoristas que emplean un lugar de coche para hacer lo mismo cuando dos metros detrás hay para aparcar motos. Que la peña se lleve toallas a los gimnasios y limpie el sudor. Que la gente no tarde tanto en hacerse selfies en mitad de la calle. Que, para no molestar, te puedes leer un par de libros (cómpralos en 80 Mundos) mientras la pose es perfecta. Que no dejen las correas tan largas a los perros, que entiendo lo de la libertad canina, pero la semana pasada una señora estaba al principio de Alfonso el Sabio y su perro ya iba llegando a los montaditos de la Rambla.

Que no entiendo la modernidad de ahora de poner todos los menús en idiomas sólo extranjeros, eso sí, con la ironía de poner “Entrantes, de primero, de segundo, de postre” en castellano y luego, todo lo demás, si es pizzería, en italiano; si es lo que sea, en seariano. Pero que, al final, te toca preguntar qué es eso y qué lleva; que habrá que poner pinganillos traductores y, para pedir una pizza de jamón y queso, necesitarás además el diccionario español/italiano (bueno, si la pizzería es supuestamente italiana, que luego el dueño es Pedro, el del boulevard del Plá —que sé porqué lo pongo en francés pudiendo poner bulevar o avenida, o paseo, o rambla o alameda, que al final caigo en mi propia trampa de la queja—.

Que los nuggets, ya es oficial, y en teoría es pechuga empanada en plan pequeño. Que los móviles van de pena. Que la peña es tan cochina que deja caer el agua del aire acondicionado por todos lados. Que transitar por algunas aceras es una auténtica aventura. Que deberían habilitar más baños/urinarios en las playas, aunque hubiera que pagar algo y estuvieran vigilados. Que oficialmente ya soy una persona mayor, porque llevo audífonos. Que mi gran amigo, Martín Sanz, no para de tener merecidísimos reconocimientos por toda su trayectoria y trabajo diario (él y el desaparecido Sergio Balseyro fueron los primeros que me entrevistaron allá por 1996 cuando uno hasta ganaba premios). Que dicen que el nuevo James Bond va a ser un actor de color, que a mí todo me parece bien. Que en dos días y saltándose todo el protocolo literario pues don Quijote será una mujer no binaria y Sancho Panza una asiática con anorexia y, por supuesto, Dulcinea del Toboso será una suerte de Mario Vaquerizo (con todos mis respetos que me cae genial), mientras que Rocinante y Rucio serán dos capibaras, que es lo que se lleva ahora. Y el caballero de la triste figura pues no sé, alguien del universo Marvel, o no sé.

El mundo que da vueltas y nada, no es ni muy malo ni muy bueno, pero sí cada vez más diferente.

Canción, Niña del Sur de Taxi.

Libro, cualquiera de 80 Mundos.

En fin, que ustedes lo lean, lo pasen y  lo paseen bien.

Bruno Francés Giménez

Escritor de serie B.

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