Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Santa Faz y peregrinos casi recién nacidos

Camarín de la Santa Faz. Fuente: galería de imágenes de la web del Monasterio de la Santa Faz.

Siempre que voy a casa de mi hijo en San Juan de Alicante, en las cercanías del Monasterio de la Santa Faz, me acerco a visitar la sagrada reliquia en torno al mediodía, una costumbre que me gusta cuidar como complemento a la celebración anual de La Peregrina, tradición ésta que cumplo acompañando a tres peregrinos de calidad, uno de ellos con 90 años cumplidos este 2025.

El pasado domingo, día 26 del recién finiquitado mes de octubre, me sorprendieron dos cosas nada más llegar al santuario: cuatro grandes grupos de gente muy bien trajeada y haciendo honores a bebés vestidos con preciosas prendas blancas, que esperaban a las puertas de un templo repleto de peregrinos llegados, en su mayoría, de las provincias de Murcia, Valencia y Albacete, pues (algo que yo ignoraba porque mis visitas siempre habían sido entre semana, sobre todo en sábado) el último domingo de cada mes se reserva la misa de una de la tarde a peregrinos de otras latitudes.

Una religiosa de la orden de san Agustín, a la que pertenece el flamante Papa León XIV, me ilustró sobre el doble acontecimiento: bautizos y peregrinos ‘extranjeros’. Hasta hace dos o tres años, el monasterio era cuidado por religiosas clarisas, a las que sucedieron las agustinas del convento de la Sangre, ubicado cerca de la Plaza de la Virgen del Remedio de la capital, a espaldas de otra plaza céntrica, la de la Santísima Faz.

Las familias alicantinas con principios cristianos tienen diversas costumbres entre las que destaca la ofrenda de los niños a la Virgen María en alguna de sus advocaciones como la de Virgen del Remedio en la capital, Nuestra Señora de la Asunción en Elche y tantas otras en las distintas localidades de la provincia. Las patronas son muy queridas y a ellas se les pide que bendigan a los bebés coincidiendo o no con su bautismo. Es bonito solicitar las bendiciones del Cielo para siempre. También se encomiendan a los santos patronos y a otras imágenes veneradas de Jesucristo, en el caso del monasterio alicantino, a la Santísima Faz, el santo lienzo con el que la Verónica enjugó el rostro sudoroso y ensangrentado de Cristo camino del Calvario con la cruz a cuestas.  

Nunca había visto yo, peregrino veterano, tan bello espectáculo: cuatro neonatos y sus familias a las puertas de Santa Faz, para bautizarse ellos y para bautizarlos ellas, claro que con el concurso imprescindible del capellán de Santa Faz. El  bautismo es el primero de los sacramentos que recibe el ser humano: es el que hace cristiana a esa cosita tan pequeña, a esa personita que recibe en su cabeza el agua bendita y las palabras “Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. La Santa Faz los va a proteger para que, recién hechos hijos de Dios, ‘sepan’ que, a su muerte, heredarán el Paraíso celestial. Padres y padrinos se comprometen para, conforme vayan creciendo, responsabilizarse de que sigan siendo buenos cristianos, buenas personas; que hagan el bien a sus familias y a sus semejantes, todos los demás seres humanos.

La peregrina (Fuente: página web del Monasterio de la Santa Faz).

Eso es ser cristianos y da pena que cada vez haya más familias que no bautizan a sus hijos y que algunas, creo que muy equivocadamente, con prejuicios antirreligiosos, decidan sustituir el bautismo cristiano, el que limpia el pecado original y abre las puertas a las bendiciones de Dios, por un llamado ‘bautismo civil’ que simplemente da la bienvenida a un nuevo ciudadano entre nosotros. Poca cosa, con todo respeto a las decisiones de cada familia, si se compara con las perspectivas que se abren a los acristianados. Y algo parecido ocurre con los matrimonios religiosos y civiles.

Cosas de la fe y de la no fe, aunque siempre sostendré que lo que salvará a las personas, tras la muerte, no va a ser la fe sino las buenas obras. Pero siempre habrá que reconocer que los creyentes auténticos tienen más fácil andar por la vida guiados por el gran mandamiento de Jesucristo: “que os améis los unos a los otros como yo os he amado, hasta la muerte”. Estemos, o no, bautizados.

Los bebés y familiares entraron en el templo cuando salieron los peregrinos al terminar la Santa Misa presidida por el sagrario y por la Santa Faz, el sagrado lienzo que luego sería vuelto al hermoso camarín donde recibe todo el año, a espaldas del retablo eclesial, las visitas de los devotos. La Santa Faz alicantina que, en el segundo jueves tras el Domingo de Resurrección, recibe en torno a su santuario a más de 300 000 peregrinos, está abierta, de par en par, todos los días del año, a los que, como Juan Sebastián Elcano, quieren doblar sus rodillas ante el rostro que dio la cara delante del Padre Eterno, por todos nosotros; la Santa Faz.

Elcano, el más famoso marino de todos los tiempos (junto con Cristóbal Colón, Magallanes y Blas de Lezo), el primero que dio la vuelta al orbe (entre 1519 y 1522) demostrando que nuestro planeta tenía forma de globo, era un fervoroso devoto de la Santa Mujer Verónica. Cuando, unos tres años antes  de su hazaña, se viera obligado a refugiarse en el puerto de Alicante por las malas condiciones de la mar durante uno de sus periplos por el Mediterráneo al servicio de Carlos I de España y V de Alemania, las autoridades alicantinas le trataron muy bien y le instruyeron sobre sus tradiciones, en especial sobre la devoción al milagroso lienzo de la Santísima Faz. Elcano, devoto de la Verónica, no pudo realizar su deseo de visitar el templo de Santa Faz al verse obligado a zarpar. Pero prometió volver. Su decisión era tan sincera y firme que, cuando participó en un viaje a las islas Molucas, en busca de especias, en pleno Pacífico, ya de vuelta, poco antes de  morir por culpa del escorbuto el 6 de agosto de 1526, hizo testamento y en él donaba 24 ducados de oro (equivalentes a 3604 (tres mil seiscientos cuatro) euros al monasterio de la Santa Faz de Alicante. Una representación de la Armada, con marinos procedentes de la base de Cartagena, hicieron entrega de un donativo y de un exvoto, una maqueta de la Nao Victoria, el 20 de abril de 1944. Maqueta y mosaico testimonial del acto se pueden ver en una pared del templo de la Santa Faz. Yo los vi, una vez más, el pasado domingo 26 de octubre, junto con numerosos peregrinos y las familias de los bebés bautizados, mientras fuera una fina lluvia daba fe de que, aunque tarde, había llegado el otoño. Era un día muy bonito, un día para el recuerdo.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

2 Comments

Click here to post a comment

Responder a ramón gómez carrión Cancel reply

  • Gracias por recordarme el día muy bonito, en mi alma, que pisé por vez primera el santuario de la Virgen de Itziar (en lo alto de un monte cerca de Deba – Guipúzcoa) construido con una donación de Juan Sebastián Elcano.
    Allí, preside la nave central el vuelo de una pequeña la Nao Victoria…
    Y allí nació en mi mente y reapareció nueve meses después el nombre de Itziar en el bautizo de mi primera hija (ofrecida a la Virgen del Prado por su madre nacida en Ciudad Real y luego ofrecida a la Virgen del Rosario para su camino en la felicidad y la bondad que guía su vida)…
    Y qué hermosa muestra de fe cuando su primera hija, Itziar también, contemplamos en familia que la ofreció hacia la felicidad con la Virgen de Monserrate (patrona de Orihuela donde nació) y luego a la Virgen del Rosario en mi pequeño pueblo natal Granja de Rocamora…
    Recuerdos inolvidables
    gracias a ti, Ramón 💫
    Gracias
    Pedro

    • Es bueno y necesario acudir a nuestras raíces, que están en la Tierra y en el Cielo. Somos barro y somos espíritu. Si renunciamos a las cosas espirituales nos embrutecemos. De vez en cuando leo tus versos y tu ‘Krisis con K’, amigo G. Taylor. Un abrazo.