Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Caminando con la historia

Salvar el planeta como excusa para robar tu libertad

Fuente: www.depositphotos.com.

En los últimos años, hemos asistido a una escalada de medidas gubernamentales que, bajo el paraguas del ecologismo y la movilidad sostenible, limitan cada vez más la libertad individual. La última ocurrencia sería la posible penalización a quienes circulan solos en su coche. Ya, ya, me diréis que la noticia no es esa puesto que es una interpretación incorrecta de unas declaraciones de Pere Navarro, director general de Tráfico, en las que destacó la importancia de fomentar el uso compartido del automóvil como una medida para mejorar la movilidad urbana y reducir la congestión en las ciudades.

Pues bien, recordad este artículo cuando la Dirección General de Tráfico (DGT) o cualquier otro organismo público no solo promueva el uso compartido del vehículo privado, sino que lo convierta  en una obligación encubierta, bajo amenaza de restricciones y multas. ¿Realmente se trata de salvar el planeta o de controlar hasta el último rincón de nuestra vida cotidiana?

Yo sospecho que las autoridades no quieren que te muevas libremente. Bajo el discurso de «reducir emisiones», se esconde una estrategia para fiscalizar aún más al ciudadano. Carreteras con carriles exclusivos para vehículos de alta ocupación (VAO), peajes urbanos, zonas de bajas emisiones que castigan a los coches más antiguos (aunque sean de familias con menos recursos)… Todo un entramado burocrático que dificulta la movilidad individual mientras se vende como «progreso».

La pregunta es inevitable: ¿por qué tiene que decidir el Estado cómo, cuándo y con quién viajamos? Si una persona prefiere ir sola en su coche, asumiendo el coste económico y ambiental como una decisión libre y personal, el paternalismo estatal, disfrazado de conciencia, no hace más que erosionar la autonomía del individuo.

Mientras a los ciudadanos de a pie se les exige compartir coche o usar transporte público (a menudo saturado e ineficiente), las élites políticas y empresariales siguen moviéndose en jets privados y vehículos de alta gama con chófer, promueven estas medidas mientras no renuncian a sus flotas oficiales. La ecología, parece, es solo para los plebeyos.

Además, estas restricciones llegan en un momento en el que el transporte público no cubre las necesidades reales de muchas zonas rurales o incluso urbanas. ¿Qué consideración merece aquel que trabaja en horarios nocturnos cuando ya no hay trenes ni autobuses? La respuesta de las autoridades es siempre la misma: más prohibiciones, más controles, menos libertad.

No se trata de negar los problemas ambientales, sino de cuestionar si la solución pasa por convertir al ciudadano en un infractor potencial por elegir cómo desplazarse. Cuando el Estado decide por nosotros hasta el número de pasajeros que debe llevar nuestro coche estamos ante un exceso de regulación que poco tiene que ver con el medio ambiente y mucho con el afán controlador.

La verdadera sostenibilidad no se construye coartando libertades, sino incentivando alternativas reales sin imposiciones. Mientras, seguiremos viendo cómo, en nombre del planeta, nos convierten en rehenes de una agenda política que poco respeta nuestra capacidad de decidir, es decir, estamos permitiendo que nos vendan autoritarismo como ecología.

Imagen de portada: www.depositphotos.com.

Jorge Monreal

Natural de Madrid y dianense de adopción, estudié Educación Física (INEF) y toda mi vida ha estado vinculada a la nutrición y alimentación para el alto rendimiento deportivo, aunque mi vocación siempre fue el periodismo, así que con la ayuda de la Universidad de Barcelona logré tener el grado de comunicación además de otros estudios paralelos como Máster de Comunicación Empresarial y Corporativa en la Universidad Isabel I, un posgrado en Publicidad y Relaciones Públicas y un MBA en una escuela de negocios en Florida.

Lo importante es que soy una esponja para el periodismo y su historia, presente y posibles escenarios de futuro. Formar parte de la familia periodística y más concretamente de la APPA ha sido un verdadero honor al que espero poder contribuir engrandeciendo la Asociación y buscando un futuro próspero como profesionales y comunicadores, aunque tenemos que reconocer que en España nos queda un gran trabajo.

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  • Ecología sólo para los plebeyos… Ellos van a Davos (o a donde les sale de los cataplines) y contaminan cuanto quieren. Nos quieren esclavos y, además, sumisos y agradecidos. Un fuerte abrazo.