Previando, que sí, que es previendo, pero que me refiero a lo de la cita previa ahora mismo necesaria para todo.
Antes de la pandemia uno llegaba a cualquier sitio sin estrés ni móvil y se sentaba, se leía tranquilamente las revistas de las semanas de hacía mucho tiempo atrás, porque no daba tiempo a reponerlas, que siempre estaban en una mesita central que ya no existe y chimpún. Ahora no. Ahora, por ejemplo, para que te corten el pelo (el que tenga) necesitas una programación, has de llamar, que te den hora porque la peña está a tutiplén y ya, vas. Pero eso de llegar, preguntar por el último y que te corten el pelo ha pasado a la historia. Más teniendo en cuenta que es muy raro ver la palabra peluquería, ahora casi todo son centros de estética, salón de coiffure y cosas por el estilo porque mola más. Y en esto, como en todo: tú vas al médico y no te plantes ahí con tu enfermedad, que la enfermedad necesita cita previa, no nos vengamos arriba. Estás malo, mala suerte, pero con cita previa. Si hasta para pedir cuatro bollos hay que encargarlos con tiempo… Antes ibas al horno de Lolita (yo iba a ese en la calle Jaime Segarra, ya no está) y salías con todo y más. Ahora, como no lo hayas previsto, nada. Como ir a comer: llegabas, como mucho hacías un rato de cola y ¡venga! Ahora no, ahora hay que llamar y reservar.
Pero, ¡vamos a ver! ¿Que ya tengo que pensar con un mes de antelación si me va a apetecer comer o cenar en ese sitio que era el mismo de antes de la pandemia pero sin cita previa? Recuerdo en la Playa de San Juan ir a cenar y punto. ¿Que tardabas más o menos? Pues sí y la paciencia era una virtud sin complejos. Pero ahora, como no hayas reservado, salvo los sitios de comida rápida, pues no tienes nada que hacer. Pero que lo mismo sucede en las peluquerías caninas por cambiar de especie, que hay que estar pendiente de cuánto le crece el flequillo a tu… (¡Jo! Aquí siempre entro en bucle, antes decías perro pero ahora no sé si esta mal visto decir mascota, animal de compañía, de compañía simplemente por no llamarlo animal, amigo, familia, ¡jo! ¡ni idea!). Pues eso, a tu «X». Que eso, que, salvo excepciones, no se te puede ocurrir levantarte un día y decir ¡venga, que hoy le hagan mechas a X!
Como lo de las uñas, que tampoco, que no se te ocurra llegar a un sitio de esos que hay cien mil por la ciudad para que te pinten las uñas (antes se las pintaban en casa mis abuelas), que no, que te las sacan y te dicen que ya está todo lleno. Y claro, como ahora se ponen uñas de gel, semipermanentes, acrílicas y no sé qué más, que hay colores que ni siquiera sabía que existían. Habrá que estudiar arte y pintura antes, como el azul klein y el mocha mousse que, siempre según Internet, está inspirado en las volutas del café y la suavidad del chocolate caliente, una tonalidad de marrón suave y cremoso que encarna a la vez armonía y lujo discreto que te vale para las uñas y para el pelo que, por cierto, puede combinarse con luces oscuras para darle dimensión (copiado de la red). Que me parece bien, pero que lo dicho, que no puedes improvisar, que tienes que tenerlo todo planificado.

De hecho, hay lugares que tienes que comer en turnos, vamos, que como te atragantes ya te levantas y vas dejando sitio al de después (tose para otro lado). Que uno ya no puede ir a comer con tranquilidad, que tienes que tener pensado qué vas a pedir para que el tiempo no corra, y bueno, si es arroz, como no lo tengas pedido de la semana pasada, pues un bocata de atún y corriendo, que no hagas cola. Circulando, que se decía en mi época.
Bueno y ahora la moda esa de que sólo puedes ir a según qué lugares pidiendo por Internet, pero que no hablas con nadie, ni existe un número de teléfono, nada, tan sólo lo gestionas vía on line y punto. Y no hay ningún tipo de contacto personal. Y no voy a decir lugares porque es cosa de película de cine, bueno, de los antiguos cines, donde sin cita previa sí que hacías colas kilométricas para ver estrenos y no pasaba nada, estabas emocionado a ver dónde te podías sentar que, como te tocara la primera fila, salías con tortícolis pero feliz porque habías ido al cine.
Que me cuentan de colas que no existen y que dos personas mayores fueron a intentar sacar dinero de un banco (no, no era un robo) y que se estaban liando con la cartilla, total, que entraron y preguntaron y claro, las mandaron a esas máquinas que hay ahora en todos lados donde te preguntan para qué has ido, en plan, para sacar el ticket, para cuando salga tu número en pantalla pues ¡venga! han cantado bingo. Pero que las dos señoras no sabían muy bien a qué tecla había que darle, no sea que se confundieran y terminaran pidiendo un Big Mac (no me pagan publi sólo uso el lenguaje coloquial). El caso es que volvieron a preguntar, que digo yo que podían haberlas atendido en ese momento que no había nadie (por lo de la no cola), y las mandan otra vez a la máquina. El caso es que salió el ticket y a esperar. EL caso es que era para poder sacar dinero por pura necesidad y porque está allí porque era suyo, pero como en las pelis de risa, por no llorar en esta ocasión, es que cuando llegaron al mostrador ¡vaya!, el reloj marcaba más de las 11.00 AM y tan sólo se podía sacar dinero hasta justo antes de esa hora fatídica. El momento es no ya surrealista, sino de poca dignidad humana, de que la peña pasa de todo y si ves a dos personas mayores agobiadas y sin poder sacar el efectivo pues vas te levantas y las ayudas. El caso es que al final sí que se pudo sacar el contante y sonante, pero el rato de mal trago es innecesario. Es que ya la peña pasa de todo, hemos llegado a un nivel de frialdad increíble. De hecho, conozco vecinos que te ven llegar y se suben al ascensor antes de que puedas entrar tú, lo que no saben es que yo subo por la escalera por cuestiones de claustrofobia pero que bueno, es el detalle. Cada cual se define por sus propios actos.
Bueno la Semana Santa se ha acabado y no han faltado las lluvias como es de ley, pero que bueno, que hay que disfrutarlas, los creyentes porque son fechas importantes para ellos (yo lo soy) y los no creyentes porque disfrutan de unos días de festividad, así que todos salimos ganando de algún modo.

Libro recomendado, cualquiera de los escritos por el gran Martín Sanz Moros.
Canción, Caída libre de Leiva con Robe Iniesta.
El futuro comienza con el presente y el pasado es otra historia. En fin, que ustedes lo lean, lo pasen y lo paseen bien.
Hoy, desde hace unos días, el cielo tiene una estrella más, Patricia Pérez Martínez. No voy a entrar en detalles. Descanse en paz.
Felicitación y saludos sin cita previa. Un abrazo.
Otro fuerte para ti y sin cita previa por supuesto.