Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Opinión

Por una ciudad más limpia

El concejal Manuel Villar con uno de los nuevos "contenedores inteligentes" de Alicante (Fuente: Ayuntamiento de Alicante).

Por lo general, lo que escribo aquí lo hago en tiempo real, sin trampa ni cartón y asumiendo los rigurosos riesgos del directo. Hoy toca hablar de los contenedores de basura. De manera que el título bien podría ser: ¿qué coño pasa con tanta basura adornando las tardes y noches ahora por unos días gélidas?

Hasta hace algunos meses, los contenedores eran grandes y, por tanto, con mucha capacidad. Además, se podían abrir sin manipular nada con las manos. Ahora los han sustituido por dos contenedores casi de juguete y con la agravante de que uno de ellos se debe abrir vía código QR y con el móvil. Resultado: toda la calle llena de mierda, ratas y cucarachas que campan a sus anchas, especialmente cuando llega el calor.

Y la pregunta inevitable es la siguiente: ¿Los expertos que deciden estos cambios son, realmente, remotamente expertos? Los siguientes expertos: concejal y alcalde y toda la nube de gente que chupa de nuestros impuestos, no se percatan de semejante error, metedura de pata y cosas así y, por tanto, no se ponen mano a la obra. Manos a corregir semejante cagada.

No exagero nada, ni un poquito, si dejo por escrito que Alicante, hoy por hoy, es una de las ciudades más sucias de España. Cosa que contrasta sobre manera con la excelencia, la pugna, el escaparate, y bien que lo es, de pretender vender en la feria de Fitur, que, como todo el mundo no tiene porqué saber, es una de las ferias de turismo más importantes de Europa y, ya que estamos del mundo. Y seguro que se han logrado objetivos y casi medallas olímpicas en gastronomía, hoteles, servicios en general y la espontánea calidez y simpatía de los que amamos Alicante.

Y precisamente eso, el amor a la ciudad me lleva de puto culo a criticar, a levantar cuántas alcantarillas pestilentes salgan a mi paso. Practiquemos la mejora continua, que tener las calles repletas de mierda nada tiene que ver con mejorar.

Por otro lado, no todos los días cuelgo cosas aquí. A veces te salen las palabras con tanta facilidad como quitarte unas zapatillas con velcro. Otras, las palabras se esconden en el sótano y colocan el cerrojo por dentro. También ocurre que, en ocasiones, me voy por las ramas y casi todo se dispersa demasiado. A veces te pesa el día como cinco sacos de arena mojada y ni siquiera eres capaz de tirar otra vez los dados. Y no exagero si os digo que algunos días espléndidos de sol, la niebla espesa de repente, como un bote de pintura todavía sin diluir en agua.

A veces el letrero luminoso, salpicado de luces y sombras de un matadero, otorga al lugar un aspecto mucho más siniestro.

A veces, a qué negarlo, hay que tratar de ser feliz con las decisiones tomadas.

Pablo Guillén

Pablo Guillén empezó a escribir hace algunos años. Un poco para escapar de la rutina de un trabajo que sólo le aportaba un salario. Nada más. Publicó durante algunos años artículos de opinión en un diario local y también participó en algunos encuentros literarios concursando y formando parte en distintas publicaciones.
Tiene tres libros de relatos publicados: “Sombras de luz y niebla”, “Reflejos frente al espejo” y “Lanzarse al vacío y otros relatos”.
Además, tiene el cajón repleto de historias que empujan cada día por nacer, pero la situación actual no es la mejor y como todo el mundo sabe, el dinero no crece por más que riegues esa jodida planta.
Actualmente está inmerso en un nuevo trabajo, sin duda más ambicioso y extenso: su primera novela, aunque declara sin tapujos que se mueve mejor en el mundo de los relatos y puede que le pase un poco como a Oscar Wilde, que sólo escribió una novela, “El retrato de Dorian Gray”.

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