No es cierto que Ángel Víctor Torres, ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, haya propuesto a Pedro Sánchez para el Premio Nobel de la Paz. Lo único que ha dicho, a pregunta de un entrevistador del portal canario Atlántico TV sobre a quién daría el galardón si fueran candidatos Trump y Sánchez, es que él prefiere a Pedro Sánchez: “Tengo claro quién se lo merece”. Eso ha dicho y yo también elegiría a Pedro en vez de a Donald, entre otros motivos porque Pedro, aunque poco (lo digo por el refrán ‘dime con quién andas y te diré quién eres’) es español.
Sería la primera vez que se concediera el Nobel de la Paz a un español. Podemos presumir de contar con cinco Nobel de Literatura (José Echegaray, Jacinto Benavente, Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre y Camilo José Cela) y dos de Medicina (Santiago Ramón y Cajal y Severo Ochoa de Albornoz), pero de luchadores por la paz hemos andado escasos hasta que han llegado Sánchez y el inefable Rodríguez Zapatero, que se ha ganado el Nobel por sus pacificaciones en Venezuela. O por la concordia, aunque para concordia tenemos a Salvador Illa peleando duro para traer a Puigdemont a Cataluña y así recuperar la normalidad y la paz sanchista para siempre. El dúo Sánchez-Zapatero se transforma en trío.
No sería el primer triunvirato de la historia. Hubo dos en la antigua Roma, uno en el 60 antes de Cristo, formado por Julio César, Pompeya y Craso, que terminó como el rosario de la aurora, y otro, diecisiete años después, en el 43, con Marco Antonio, César Octavio y Marco Emilio Lapido. Octavio ‘se cargó’ primero a Lépido y luego a Marco Antonio y a su amante egipcia Cleopatra, que se suicidaron tras ser derrotados en la batalla naval de Accio. Octavio, que cambió su nombre por el de Augusto, se hizo con el poder absoluto, con la anuencia del Senado y fue el primer emperador romano. La República se convirtió en el Imperio Romano. Su reinado, del 27 antes de Cristo al 14 después de Cristo (41 años) fue un tiempo de desarrollo enorme de todos los pueblos sometidos a Roma desde Egipto a Hispania. Se conoce su reinado por la llamada Paz Augusta y en su seno, en un pueblecito de una de las más famosas posesiones augustas, Judea, en Belén, nació Jesucristo. La muerte de Jesús ocurrió en el año 33 siendo emperador el sucesor de Augusto, su sobrino nieto Tiberio. Dictó la muerte el prefecto romano de Judea, Poncio Pilato, como atestiguan no sólo los Evangelios sino el prestigioso historiador Tácito en su gran obra Anales.
De momento, nadie (que se sepa) ha propuesto a Sánchez candidato a Nobel de la Paz, si bien todos los ministros y todos los dirigentes del PSOE creen que es merecedor de él y sería un acierto que el Instituto Nobel noruego se lo otorgara. Pronto saldremos de dudas. Este viernes, día 10 de octubre, se hará público el galardón 2025. Si no es para Pedro Sánchez, nada impide que su candidatura vaya para el año próximo. Suele haber más de 300 candidatos anuales. La lista de cada año es secreta y los nombres permanecen secretos hasta pasados 50 años. Si este 10 de octubre no hay fumata blanca para Sánchez no pasa res. Le quedan muchos años de presidente, pues ha anunciado que se presentará a las elecciones de 2027 y a las de 2031, intentando emular a Augusto, el de los 41 años al frente del Imperio Romano.
A aquel Augusto, a su muerte, el Senado le otorgó la condición divina y los súbditos del Imperio tenían que adorarlo como a un dios más dentro de su mitología. Por lo que respecta a Pedro Sánchez, en el PSOE de Granada ya piensan en canonizarlo. He leído en diversos medios que la diputada provincial socialista Francisca (Paquita) Santaella ha dicho: “algún día lo haremos santo o lo elevaremos a los altares; cada uno decide sus santos”. Un santo socialista. Ignoro si Paquita arrastrará a todo el sanchismo y nos encontraremos con todo un santoral socialista igual que han patentado los bautismos civiles. No han parado, desde tiempos de Zapatero, en atacar por todos los medios a la Iglesia Católica mientras apoyan con fervor todo lo que tenga que ver con el Islam, sean perseguidores, negadores de los derechos de las mujeres y de los gays y lesbianas o sean incluso terroristas de Hamás, esos malvados tan repugnantes como Netanyahu, que se quedan con la ayuda humanitaria internacional e impiden que llegue a los pobres hambrientos gazatíes.
Una mujer ha perdido una gran oportunidad de ser propuesta para el Nobel de la Paz, la vicepresidenta Yolanda Díaz, que tiene una relación de amor-odio (o cosa parecida) con Pedro Sánchez y que hubiera dejado al presidente a la altura del betún subiéndose a uno de los barcos de la flotilla salvadora de Gaza. Le ha fallado esta vez el olfato y, mentira parece, con ese pedazo de nariz que tiene para apuntarse tantos y reírse de Sánchez en sus mismísimas narices.
Moraleja: en tiempos de relativismo, sin los grandes valores objetivos, que son los naturales y tradicionales de Occidente durante siglos, dejémonos masacrar, ahora, por una frustrante ideología de género que considera progresista asesinar a casi cien mil niños abortados cada año en España. Y legislamos, a mi juicio, para dañar la salud mental de niños, adolescentes y jóvenes, lamentando luego que el suicidio sea la mayor causa de muertes entre la juventud (no lo digo yo, lo dicen las estadísticas). Ante esta situación, yo pido el Nobel de la Paz de los Muertos para todos nosotros, porque todos nos lo merecemos por acción o por omisión. Este país, como la UE y la ONU, es una… Pues eso.
Pero como soy cristiano, aunque no perfecto, confío en que, como en otras ocasiones de la historia, las cosas cambien a mejor. Posiblemente yo no lo vea, que soy muy mayor. A los ancianos me dirijo: deseo un tiempo mejor para nuestros hijos y nuestros nietos. Confío, además, en que los abuelos alcancemos el Cielo con mayúsculas, que nada tiene que ver con el cielo (el poder, el Gobierno, la Moncloa) que quería conquistar el líder de Podemos y que sólo controla Pedro Sánchez, por cuya conversión rezo. De Pedro Sánchez y el converso Manuel Azaña, con la Iglesia Católica al fondo, hablaremos otro día.












Perdono sí, pero el Nobel de la Paz para el despótico Trump quien aunque sea con amenazas puede terminar con las matanzas en Gaza… Zapatero y Sánchez día sí y día también, por miserable electoralismo que alimenta a sus correligionarios sumisos, desentierran el odio y la venganza olvidada en España, por desgracia, con la complicidad y omisión de quienes buscan favores y dádivas políticas…
Mi voto para Trump amenazante pues Jesús de Nazaret también utilizó la violencia en el templo frente al mercantilismo miserable…
Vale (cervantino)