Los británicos han advertido que pueden convertir la isla en un paraiso fiscal. La segunda advertencia, incluida en la comunicación formal del Brexit, es romper la colaboración en materia de seguridad y lucha antiterrorista. Nada menos. No lo harían, dicen, si hay un buen acuerdo en materia comercial y financiera. Como en cualquier negociación, se pide el máximo, se advierte de las consecuencias de no acceder a las reivindicaciones, aunque suene a chantaje, ellos dicen que no lo es. Vale. Y a esperar la contraoferta.
Pero los procedimientos son importantes: mientras el Reino Unido quiere negociar en paralelo las condiciones de la salida, y el acceso libre al mercado comunitario, la Unión, por su parte dice que una cosa detrás de otra. Primero que los británicos reconozcan sus compromisos ya adquiridos y los correspondientes a los próximos dos años; y , después la relación comercial y financiera. Además, como dijeron Merkel y Holland, la libre circulación de mercancias y servicios va con la de personas. Va a ser una negociación dura y, como suele suceder en esas ocasiones, no se cerrará hasta el último minuto del último día. Tenemos titulares hasta marzo de 2018, me temo.
El Brexit tiene otros efectos. El primero beneficia a España: nos coloca claramente en el nucleo duro de la UE. Alemania, Francia, Italia y España son ahora los mayores paises de la Unión y reunen más del 65% del PIB comunitario. Este grupo es el que va a marcar la dirección y el ritmo hacia donde se va dirigir Europa. Siempre que Marine Le Pen no sea presidenta de Francia, claro. Gran Bretaña creó la Asociación Europea de Libre Comercio (ALCE) para contrarrestar la Comunidad Económica Europea creada hace sesenta años. Tras el éxito del proyecto continental pidieron el ingreso en la Unión. Los británicos han ido a rastras en cualquier iniciativa que no fuera de libre comercio, llámese: euro, Schengen, unión militar y de defensa, Banco Central Europeo, etc. El grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, Chequia y Eslovaquia) eran los mejores aliados de los británicos; a pesar de ser tambien los mayores beneficiarios de los Fondos Europeos de Cohesión, que tan poco gustan a los isleños. Además, los gobiernos derechistas de Polonia y Hungría con algunas leyes han bordeado transgredir los derechos humanos, la libertad de prensa entre otros. Ni estos, ni Gran Bretaña van a poder lastrar el avance de la Unión hacia una mayor unión política.
Como dicen en la Declaración de Roma del pasado 25 de marzo: “Nosotros, los lideres de los 27 estados miembros y los de las instituciones estamos orgullosos de los logros de la Unión Europea: la construcción de la unidad Europea es un esfuerzo audaz con visión de futuro». Se comprometen a actuar en cuatro direcciones: seguridad, prosperidad y crecimiento sostenible, derechos sociales, y reforzar el papel de la Unión en un mundo global. Reforzar el papel en seguridad y defensa europea centrándose en la coordinación militar y equipamientos comunes. Intensificar la cooperación en fiscalidad y las normas sociales, lo que supone aumentar el presupuesto común. Los que deciden “hacer más, y hacen más” eso va a presupuestos específicos.
La reunión de Roma la semana pasada es la expresión de la voluntad comunitaria de avanzar hacia la Unión política. Entre las cinco opciones que tenían los Estados, según detalla el “Libro Blanco sobre el futuro de Europa”, de la Comisión, la de “los que desean hacer mas, hacen mas” es la que cuenta con el respaldo del núcleo duro. Nadie obliga a nadie a avanzar en una mayor integración buscando la unión política europea; pero nadie va a frenar que los que quieren seguir avanzando lo puedan seguir haciendo. Los cuatro paises del nucleo duro y el Benelux- Bélgica, Holanda y Luxemburgo- superan la “masa critica” en renta y población como para poner en marcha sistemas de cooperación reforzada en aquellos ámbitos que sean necesarios. O sea, la Europa de dos velocidades. Los que quieren llevar adelante el compromiso por una Europa Unida comercial, fiscal, política, presupuestaria, social, de seguridad y defensa; y aquellos que están comodos con el mercado único y su nacionalismo británico o del este. El Brexit significa perder el peso político y económico de una gran potencia como es Gran Bretaña; pero tambien la Unión se quita lastre y trabas, con lo que gana en agilidad y capacidad de decisión. Lo que tanta falta hizo durante la crisis. Es una buena oportunidad para avanzar.
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