Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Contrastes

MÁRTIRES, ACCIDENTES Y CEMENTERIOS. Los felices años locos. 1925.

El 8 de marzo de 1925 las calles alicantinas también eran protagonistas de manifestaciones cívicas, pero hace casi 100 años la causa era bien distinta: en este caso, se homenajeaba a los militares liberales fusilados en el turbulento 1844 en el Malecón de Alicante. También las nuevas formas de transporte por tierra, aire y mar […]

El 8 de marzo de 1925 las calles alicantinas también eran protagonistas de manifestaciones cívicas, pero hace casi 100 años la causa era bien distinta: en este caso, se homenajeaba a los militares liberales fusilados en el turbulento 1844 en el Malecón de Alicante. También las nuevas formas de transporte por tierra, aire y mar protagonizaban la crónica de aquellos días que iban transformando la vida de los alicantinos. Nos lo cuenta Benjamín Llorens en la serie «Los felices años locos» de su sección «Contrastes».

Como cada año, el 8 de marzo de 1925 volvió a celebrarse el desfile cívico en honor a los Mártires de la Libertad que recordaba el fusilamiento en el Malecón de Alicante de un grupo de militares liberales en tal día de 1844. El hecho de que España viviera bajo la Dictadura de Primo de Rivera no era óbice para celebrar un acto de esta índole, incluso con el apoyo de las autoridades militares gobernantes.

Desde el ayuntamiento hasta la Explanada (entonces Paseo de los Mártires) la comitiva desfilaba al son de marchas fúnebres interpretadas por la Banda Municipal. En el lugar de los fusilamientos (a la altura de la actual calle Bilbao) se ofrendaban coronas y pronunciaban discursos a los pies del monumento erigido por Vicente Bañuls en la Explanada en 1907.

Este año era domingo, el trayecto estaba engalanado con crespones y banderas de España, el clima acompañó y el sol dió lustre a la procesión cívica que abrían los batidores del ayuntamiento junto a la banda municipal, varias agrupaciones republicanas y los alumnos de la Escuela Modelo (de enseñanza evangélica). El discurso corría a cargo del alcalde, general Julio Suarez Llanos, aunque fue leído por el secretario del ayuntamiento Enrique Ferré.

Para el periódico republicano El Luchador se trataba de una jornada gloriosa. A la hora de la crónica echaba mano de prosa alambicada y superlativa, todo era magnificencia: «No había un vellón que manchase la pureza azul del cielo. El mar ofrecía la glauca transparencia de las esmeraldas plegándose con unas leves sonrisas de espuma. Y el ambiente todo, ebrio de luz y de color, parecía ensanchar su grandeza para rodear con un nimbo de gloria el augusto recuerdo del sacrificio ¡venturosos los que murieron en el Ara Santa de la Libertad!»

Era esta una forma de relatar que tendría su continuación años más tarde en el No-Do, con similares maneras en lo tocante al barroquismo del lenguaje.

Primer monumento a los Mártires de la Libertad, obra de Vicente Bañuls, instalado en la Explanada (Archivo Municipal de Alicante, AMA)

En los días posteriores algunos percances debidos al progreso alcanzaron el rango de noticia para engrosar la crónica de sucesos. El joven tranvía eléctrico se llevó por delante un carro con mulos en el Alto de los Ángeles. Máquina y animales coincidieron en el cruce de la carretera de San Vicente, los mulos se espantaron y al retroceder chocaron contra un poste de la línea eléctrica del tranvía derribándolo. Uno de los mulos fue aplastado por el poste y otro arrollado por el tranvía. Ambos animales murieron.
Tres días más tarde, en la dársena del puerto fue la aviación protagonista. Instantes después del despegue, un hidroavión que cubría la ruta hacía Casablanca dió una tremenda vuelta de campana sobre la escollera del muelle de poniente. El telegrafista resultó con heridas leves. Todos los tripulantes fueron rescatados del agua por el barco de los prácticos del puerto.

Hidroavión en el puerto de Alicante (AMA)

La prensa de marzo recogía en sus páginas las reivindicaciones de algunos barrios situados a las afueras de la ciudad, como era el caso del Bon Repós y las Carolinas. Los alrededor de 15 mil vecinos de estas barriadas del extrarradio se quejaban de «calles intransitables, convertidas en verdaderos barrancos, descuidadas, sucias y más abandonadas que los bancales baldíos» (Diario de Alicante,11 marzo 1925). El único transporte que les conectaba con la ciudad era el autobús y éste «va menguando su servicio por los perjuicios que ocasiona al material el estado de esas calles que no hay modo de atravesar ni a pie ni a caballo. Además, libres de
todo control, prestan el servicio a la hora que les conviene, sin ninguna garantía de seguridad en el horario para el público». Un desastre.

El ayuntamiento debió tomar nota (si bien a nivel urbanístico había mucho por hacer) y al menos dió orden para que comenzaran de inmediato las obras de prolongación del tranvía eléctrico desde la línea de San Antón a las barriadas de Carolinas y Plá del Bon Repós.

El Plá del Bon Repós en la actualidad, desde el Benacantil (Hojadellunes).

También sobre raíles, esta vez de ferrocarril, se produjo una mejora importante en el servicio entre Alicante y Denia. El caso es que por aquellos días de 1925 cualquier persona que se desplazara con el tren desde la capital hasta Denia (o viceversa) se veía en la obligación de pernoctar en la ciudad de destino ya que el ferrocarril no cubría recorrido de ida y vuelta en el mismo día. El 13 de marzo se puso en marcha un servicio que partía desde la estación de la Marina, junto al Cocó, a las 6 de la mañana para llegar a Denia a las 11. El tren de regreso salía a las 4 de la tarde y llegaba a Alicante sobre las 9 de la noche. Cinco horitas de nada para cubrir el trayecto. Todo un avance…y una odisea, que solo se podía disfrutar lunes y viernes, los demás días el viaje no tenía retorno.

Estación de la Marina con el Benacantil al fondo, años 20 (AMA).

En la sesión municipal del 17 de marzo el alcalde Suárez Llanos propone al pleno -previo informe de los inspectores municipales de Sanidad– la clausura del viejo cementerio de San Blas, lo que se aprueba por unanimidad. En los siguientes diez años solo podrán ser enterrados en San Blas los familiares de propietarios de sepulturas ya existentes, el resto directamente al nuevo cementerio municipal de Nuestra Señora del Remedio en La Florida. Al llegar los años 30 el camposanto de San Blas fue clausurado definitivamente. Se inauguró en 1805, ocupando terrenos adquiridos al conde de Soto Ameno. Se derribó en 1959.

Cementerio viejo de San Blas en los años 40, ya abandonado (AMA).

Fuentes e Imágenes:


*Biblioteca Virtual de la Prensa Histórica.

*Diario de Alicante.


*El Luchador.


*Archivo Municipal de Alicante.

*Hojadellunes.

Benjamín Llorens

Periodista.

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