Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Los ojos de la Guadalupana: 13 testigos para un milagro

Imagen de la segunda aparición de la Virgen de Guadalupe. Autor desconocido. Colección del Museo de la Basílica de Guadalupe (Fuente: Wikimedia).

Día 12 de diciembre, festividad de la Virgen de Guadalupe de México. Otra cita anual que me he marcado con la Hoja del Lunes y con los lectores, especialmente oportuna en estos tiempos en que se ponen en tela de juicio la conquista y la evangelización del Nuevo Continente menospreciando la labor educadora, socializadora y evangelizadora de los religiosos que acompañaban a los conquistadores de América y que llenaron de universidades, iglesias, conventos y hospitales unos territorios poblados, con frecuencia, por indígenas enfrentados brutalmente. Es cierto que durante la colonización se produjeron episodios de violencia contra los indígenas pese a la legislación que Reyes Católicos, Carlos I y Felipe II promulgaron para garantizar la igualdad de todos como súbditos españoles, igualdad en derechos y deberes. Los abusos, denunciados por fray Bartolomé de las Casas, dieron lugar a la leyenda negra alentada por holandeses, británicos y franceses, sobre todo protestantes, enemigos envidiosos de España y de la Iglesia Católica.

Hoy hablamos del México a partir de 1521, cuando Hernán Cortés, apoyado por diversas tribus enemigas de Moctezuma, conquistó Tenochtitlán, la capital del imperio azteca. La labor evangelizadora en el amplio territorio al que se daría el nombre de Nueva España (un virreinato) fue llevada a cabo por frailes franciscanos, con el obispo Juan de Zumárraga al frente, un prelado que tiene mucho que ver con la Virgen de Guadalupe mexicana, a  la que dieron el mismo nombre de la imagen que, desde el siglo XIII, se veneraba en el Monasterio de Guadalupe de Cáceres y muy vinculada al Descubrimiento.

La reina Isabel la Católica y Cristóbal Colón pusieron sello religioso al acuerdo para la aventura americana (en principio para intentar llegar a las Indias por occidente) en el monasterio de Guadalupe, a cuya imagen tenía devoción Isabel desde joven. Cuentan los historiadores que Colón llevó una imagen de la Virgen cacereña en su primer viaje a las Américas. Hernán Cortés, como buen extremeño, nacido en la localidad pacense de Medellín (los conquistadores extremeños dieron el nombre de esta villa a una ciudad colombiana) también era devoto de la Virgen de Guadalupe. Entre 1519 y 1521 llevó a cabo la conquista del imperio azteca en los mismos años en que Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano ejecutaban la primera vuelta al globo terráqueo, en la que perdieron cuatro de las cinco naves y 235 marineros con que iniciaron la aventura. Entre los muetos, Magallanes. La nao Victoria cantó victoria con Elcano y 19 de sus hombres.

El obispo Juan de Zumárraga se negaba, en principio, a creer que la Virgen se había aparecido al indio Juan Diego. Le dio largas, los días 9 y 10 de diciembre. El día 11 le exigió que regresara con alguna prueba de la aparición de la Señora y de su deseo de que le levantaran una ermita en el Tepeyaco, de lo contrario, que no volviera a darle la tabarra. El bueno de Juan Diego, llorando, se lo contó a María y Ella le prometió que al día siguiente le daría la prueba para el prelado. Día 12: Juan Diego madrugó, pero para buscar un sacerdote que administrara la extremaunción a su tío, Bernardino, gravemente enfermo. Para esquivar a la Virgen tomó una vereda al otro lado del cerro Tepeyac. La Virgen se la apareció y ante las explicaciones del indio Ella le dijo que no se preocupara por su tío, que en ese momento era sanado por su mediación y que subiera a lo alto del Tepeyac y recogiera en su tilma (la capa indígena) las flores que asombrarían a monseñor Zumárraga y acompañantes.

Los ojos de la Virgen de Guadalupe (Fuente: Archidiócesis de Monterrey).

Juan Diego accedió a la antesala del despacho del obispo y con él esperaban otras once personas. Nervioso, Juan Diego, ante el prelado y demás visitantes,  abrió la tilma y al suelo cayeron las rosas castellanas, desconocidas en México y florecidas en pleno mes de diciembre. En la tela de la tilma apareció la imagen fabulosa de María con cinturón azul y un manto estrellado y con los astros reflejados como en aquel 12 de diciembre se encontraban situados en el cielo mexicano. No lo digo yo; lo testimonian astrofísicos prestigiosos. Tampoco es invento mío la evidencia de otro de los milagros fabulosos dentro de la imagen de la Guadalupana: en el iris de sus ojos han sido descubiertas las figuras de las 13 personas que estaban viendo la imagen y a las que la imagen veía. Son tan diminutas que nunca nadie las había visto en los casi 450 años transcurridos hasta que un fotógrafo aficionado, Carlos Salinas, fotografió de cerca el rostro de la imagen y, con estupefacción, descubrió en el iris de uno de los ojos de la imagen una figura humana. Escribió un libro en colaboración con Manuel de la Mora, libro que cayó en  conocimiento del ingeniero especialista en computadoras, el doctor José Aste Tonsman, quien, analizando nuevas fotografías durante cientos de horas, valiéndose de trabajos computerizados, descubrió trece figuras humanas, las mismas que presenciaron el milagro de las rosas castellanas y la imagen en la tilma del indio Juan Diego.

Aste Tonsmann escribió un libro titulado Los ojos de la Virgen de Guadalupe, con este subtítulo: ‘Un estudio por computadora electrónica’. Lo tengo en mi poder. Es sumamente interesante. En el iris del ojo izquierdo aparecen “un indio sentado, el posible obispo Zumárraga, el posible traductor Juan González, una cara indígena, el posible Juan Diego, la negrita, el posible español barbudo y un grupo familiar indígena”. En el ojo izquierdo se ven “el español barbudo, los posibles Juan Diego, fray Juan de Zumárraga, el traductor (Juan González), la cara del indio y el grupo familiar indígena”. En el prefacio del libro se hace notar lo siguiente: “Figuras que aparecen en ambos ojos, igualmente distribuidas en uno y otro, aunque modificadas en algunos de sus aspectos conforme a las leyes físicas”.

De todas las figuras habla Aste Tonsmann, pero, para no alargar excesivameneste este artículo, les contaré lo que dice el autor sobre la mujer negrita, un personaje aparentemente ‘inexplicable’ en el México de 1531. Escribe el peruano Tonsmann: “No conociendo bien la historia de México, creí que existía un error en la escena. Así fue como en una conferencia que impartí en el Centro de Estudios Históricos Guadalupanos les indiqué  francamente lo que yo consideraba como un error histórico, un personaje negro, en 1531, en México. Mucho me alegró, sin embargo, cuando uno de los estudiosos allí presentes me hizo saber que, efectivamente, Hernán Cortés había traído negros a Tenochtitlán y consideró factible que esa mujer, con rasgos característicos de la raza negra, hubiese estado presente. Después, leyendo la Historia de la Iglesia en México, del P. Mariano Cuevas, se dice que en el testamento del obispo fray Juan de Zumárraga, éste le concedía la libertad a la esclava negra que le había servido en México”.

El milagro de los ojos no es el único en torno a la imagen de la Virgen de Guadalupe. Ella entera, la pintura entera, es un gran milagro. Es, como ya escribí hace un par de años, el único retrato existente en el planeta Tierra firmado por Dios. Ni el premio Nobel de química Richard Kuhn, ni los científicos de la NASA Philip Serna Callagan y Jay Brant Smith encontraron pigmentos de ningún tipo en la pintura ni en las fibras de la tela degradable de Guadalupe que lleva casi 500 años intacta pese a  que debería estar destrozada. Incluso superó un atentado de bomba. Ni un rasguño pese a que no tenía protección, mientras candelabros y hasta un crucifijo metálico fueron rectorcidos por la violenta explosión. Hacen bien los hispanoamericanos en venerarla como ‘la emperatriz de América’. Me apunto a lo de ‘hispano’ y también la proclamo mi emperatriz. Otro año les cuento los diálogos de la Virgen y Juan Diego, recogidos en idioma nauatl por Valeriano, un indígena amigo y acaso familiar de Juan Diego. Hoy termino con un fragmento de sus conversaciones, cuando la Virgen trata de consolar al indio abatido por la enfermedad de su tío Bernardino y por su fracaso como embajador de María ante el obispo Zumárraga: “¿No estoy yo aquí, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi  sombra y mi amparo? ¿No soy yo tu fuente de vida? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Acaso tienes necesidad de otra cosa?”.

Me despido guadalupanamente por este año. Ustedes y yo, amigos lectores, podríamos enarbolar una pancarta con esta leyenda: “Todos somos Juan Diego”.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

4 Comments

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  • Querido amigo Ramon Gómez Carrión, enhorabuena por tu feliz articulo, como todos lo tuyos, sobre la Virgen de Guadalupe, y de lo que que sucedió en México como un auténtico milagro, que es lo que indudablemente fue. Estremece pensar lo que debió vivir Juan Diego, cuando la Virgen guadalupana le habló.
    Un abrazo.

    • Un abrazo, Julio. Los creyentes somos unos privilegiados y tenemos la grata obligación de intentar que todo el mundo pueda disfrutar de las maravillas del Creador: de la música, de la gastronomía, del arte, de la literatura, de la amistad, etc. etc., incluso de la política, una ‘finca manifiestamente mejorable’. ¡Muy bonita tu última novela!

  • Maravilloso artículo don Ramón. Espero las conversaciones entre la Virgen y Juan Diego.
    Un abrazo Feliz Navidad y feliz entrada de Año Nuevo.