Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Trescientas... y pico

Las palabras de nuestras vidas

Fotografía: Mufid Majnum (Fuente: Pixabay).

Para saber de dónde venimos y, quizás también, para intuir hacia dónde vamos, hay un juego posible que nos puede ilustrar. Miremos y acariciemos las nuevas palabras que de un tiempo acá la Fundéu (Fundación del Español Urgente) en colaboración con la Real Academia Española (RAE) ha decidido elevar a la categoría de “palabras del año”. Es este, como casi todos los juegos, intrascendente, pero al tiempo muy ilustrativo de esa mirada reciente un tanto alocada en la que se diría que andamos metidos, especie de tobogán de los sentidos y los sentimientos que nos hacen pasar de la excitación máxima al más negro pesimismo.

Las profesoras Cristina Vela Delfa y María Ángeles Ruano nos ilustraban sobre el particular en un excelente artículo titulado “Cómo ha llegado `confinamiento´ a ser la palabra del año 2020”. En dicho escrito, publicado en theconversation.com, nos relatan la pequeña pero interesante y a la vez curiosa historia que hay detrás de esta moda que hoy nos parece tan asentada como es elegir las palabras de año cuando el calendario está a punto de doblar la esquina. Podría decirse que se trata de un juego mitad lingüístico, mitad sociológico, pero como ellas mismas vienen a remarcar en el referido artículo, esta práctica denota también algo más porque “si el espíritu de una época se refleja en sus palabras, bien merece la pena rastrearlas”.

Fuente: Fundación del español Urgente.

Antes de introducirnos de lleno en el listado yuxtapuesto de esos términos que ya forman parte de nuestra relación más reciente con las palabras que importan, palabras que finalmente reinaron sobre otras muchas propuestas, procedamos con unas gotas de historia. Como nuestra memoria es más de presente y es selectiva cuando de retroceder en el tiempo se trata, a veces sucede que hay tradiciones que parece que llevaran mucho tiempo instaladas entre nosotros, como si siempre hubieran estado ahí, y en muchas ocasiones esto es otro autoengaño más con el que convivimos.

Una de esas mentiras de la memoria es la de elegir la palabra del año, creer que es una tradición acendrada, cuando sucede realmente que en el caso del español, o castellano, según gustos, esta “costumbre” apenas acaba de cumplir su novena “edición”, pues su primer parto fue allá por 2013. Y además es una tradición, como tantas otras que hemos incorporado a nuestro acervo cultural, importada del alemán, o quizás del inglés, que es de donde últimamente copiamos casi todo.

Fuente: Fundación del español Urgente.

Y decimos importada porque esta costumbre de relacionar el año que se acaba con una sola palabra, con una única expresión, nació al parecer en Alemania en 1971, impulsada por lo que sería la RAE alemana y fue incorporada unos veinte años más tarde por algunos países de habla inglesa. Vamos, que en esto tampoco somos abanderados, si no más bien meros imitadores.

Estas notas al margen, y si hacemos un repaso al ramillete de las nueve palabras que componen esta falsa tradición –ya digo, solo nueve– podríamos calificarlas de muchas maneras, pero expresadas así, como de corrido, ahí nos aparecen escrache, con la que inauguramos la “tradición” en 2013; y, seguidamente y en años sucesivos, van cayendo selfi, refugiado, populismo, aporofobia, microplástico, emojis, confinamiento, para acabar con vacuna como palabra y expresión que ya reina en el fenecido 2021.

Dentro de este mismo juego y si miramos a través de los reflejos que nos provocan dichas expresiones, vemos que los últimos nueve años de nuestras “vidas en español” han sido años con picos de sierra, lo cual parece meridianamente cierto, y donde nos hemos permitido apostar por términos duros, de combate, de denuncia, como pueden ser o son escrache, refugiado o aporofobia, hasta otros más festivos, narcisistas, acaso más intrascendentes y neutros, como podrían serlo selfi o emojis.

¿Puede tener todo esto algún significado? ¿Nos dicen algo de nuestra alma y pensamiento? Dentro del juego en el que estamos metidos, podría ser que, seguramente, todas ellas en su conjunto sean un reflejo de los agitados tiempos que hemos vivido recientemente. Tan cambiantes, tan acelerados, que casi sin darnos cuenta hemos ido saltando de unas cabalgaduras de pelea, de lucha, de reivindicación, a otras con un claro perfil de apariencia festiva, de jolgorio, como más intrascendentes, pasando de puntillas eso por otra extraña y novedosa expresión de aporofobia, término puesto de moda por la gran filósofa Adela Cortina y al que dedicó un libro (Aporofobia, el rechazo al pobre), pero cuyo significado no es claro que esté asentado entre nosotros, ni tengamos claro a qué nos referimos cuando la pronunciamos pese a haber llegado a lo más alto en el año de 2017.

Que términos tan narcisistas, neutros y festivos como selfi o emojis se hayan intercalado temporalmente entre expresiones como escrache o refugiado, es, podría ser, una muestra más del carrusel de emociones por el que transitamos, de lo voluble del tiempo que vivimos, y todo, claro, sin apenas darnos cuenta de ello tan inmersos como andamos con el presente. Eso, claro, al margen de que, a cuenta de la pandemia en la que llevamos instalados casi dos años, a la palabra confinamiento de 2020 le haya seguido la vacuna en este 2021. Toda una puerta a la esperanza, pendiente, claro, de confirmación, cuando este nuevo año que ahora inicia su andadura vaya coleteando su final y el baile y el juego de convertirse en “la palabra del año” dé comienzo.

Pepe López

Periodista.

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