Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

La IA no es el enemigo del periodismo: lo es la precariedad

Imagen generada con ChatGPT.

Con el auge de la IA el periodismo parece caminar por una cuerda floja. Del mismo modo, la enseñanza, a través de sus pruebas de evaluación, empieza a percibir que la nueva situación requiere un cambio de sus parámetros de actuación. ¿Qué sentido tiene pedir al alumnado que realice un estudio de un aspecto de la realidad si se puede obtener, de manera discreta y eficiente, un balance perfecto de lo acontecido en la materia a través de la IA? En el caso de la docencia, la transformación de este tipo de pruebas valorativas empieza a ser inminente, con una potenciación, por ejemplo, de las pruebas orales en lugar de las escritas. Pero, en el caso del periodismo, la situación es bien distinta. Se multiplican así los titulares alarmistas que auguran el final del oficio a manos de algoritmos que escriben, editan y seleccionan contenidos. Sin embargo, la amenaza real que sufre la profesión desde hace años no es la tecnología, sino la precariedad estructural que arrastra el sector.

Se teme la desaparición del redactor humano, pero lo cierto es que la tecnología no sustituye al periodismo: puede transformarlo, incluso enriquecerlo, siempre que se gestione con un criterio ético y con la formación adecuada. La irrupción de la IA no es el problema en sí, sino un síntoma más de una profesión en crisis, donde muchos periodistas trabajan más como operadores de contenido que como profesionales de la información. Con unas plantillas reducidas, con sueldos bajos, con presiones editoriales para mantener las audiencias, con falta de tiempo para contrastar, se dificulta la verdadera función del periodista, que tiene que buscar la noticia y ofrecer la mayor variedad de puntos de vista para ofrecer una visión veraz y contrastada. Una realidad que podemos aplicar tanto a medios públicos como privados, así como a gabinetes de prensa de empresas o instituciones. Las noticias se convierten en meros relatos de la idea que el medio o el organismo quiere vender al exterior. En muchos casos, la necesidad de la inmediatez impide su contrastación y se sigue el guion ofrecido por el superior más inmediato.

Tal vez la IA no está preparada para hacer buen periodismo, pero el periodismo tampoco está en condiciones de resistir si sigue precarizado. Así lo explicaba la profesora de periodismo de la UPV-EHU (Universidad del País Vasco), Ainara Larrondo, en una entrevista en la Cadena SER el pasado año: la IA generativa carece de la emoción y la garra periodística necesarias. Es imprescindible, pues, una alfabetización mediática y ética en la formación de periodistas. Otro experto de la misma universidad, Simón Peña, destacaba también que el uso de la IA sin criterio periodístico puede generar contenidos con apariencia creíble pero malintencionados, por lo que son necesarias normas de autorregulación y de alfabetización mediática. Es evidente que la IA puede ser una aliada: permite transcribir entrevistas, automatizar notas de agenda, proponer titulares, analizar bases de datos o detectar patrones. Una fuente de información y de documentación sin equivalentes en décadas anteriores. Pero lo esencial sigue en manos humanas: seleccionar, jerarquizar, contextualizar, verificar, conectar con la audiencia o mantener la mirada crítica, entre otros. Lo que necesitamos es una alfabetización tecnológica de la redacción, no una guerra contra el algoritmo. Y también un compromiso firme de los medios para preservar el valor humano del oficio. La IA puede sustituir tareas mecánicas, pero no la pasión por contar, la intuición narrativa ni la conciencia de servicio público.

Estas perspectivas resaltan que el verdadero desafío para el periodismo no es la tecnología en sí, sino la necesidad de mantener principios éticos y condiciones laborales que permitan a los periodistas ejercer su labor con rigor y responsabilidad. Si algo puede salvar al periodismo en este nuevo ecosistema no es la resistencia nostálgica, sino la valentía para adaptarse sin renunciar a los principios. Y, sobre todo, la dignificación del trabajo periodístico como motor de confianza y calidad. Porque la amenaza real no es la máquina, sino un modelo que asfixia al periodista antes de que la IA siquiera intente imitarlo.

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

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  • Interesante y fundamentada disertación a la que sólo pondría un pequeño ‘pero’. Creo que la profesiones nunca están en crisis, sino los profesionales. Alguna luz nos da aquella frase del político francés, Jean Monet, un de ‘los padres de Europa’: «Los hombres pasan, las instituciones permanecen». Siempre nos quedará la ética, como bien señalas y repites en tu escrito. La ética es ‘la madre del cordero’, la que implica la búsqueda de la verdad, sin la que no hay libertad. Lo dijo, antes que nadie, Jesucristo: «La verdad os hará libres». Palabra de Dios. Por ahí van tus acertadas palabras. Un cordial saludo.

    • Totalmente de acuerdo. El sistema, en general, está en crisis. Y no sólo por sus avances tecnológicos, también por las inercias no resueltas… Esperemos mejores tiempos «para la lírica»…