La doble cara del PP y la inoperancia de Vox

“¿Hasta cuándo habrá que repetir que el separatismo es la máxima corrupción dentro del Estado democrático, porque roba a todos los españoles su ciudadanía?”. Con estas palabras encabezaba el impagable Savater un artículo en The Objective. Yo lo tengo fijado en mi perfil, lo que le da poca relevancia, todo hay que decirlo, sin embargo elegí otro párrafo para atraer las miradas de los exiguos curiosos: “debemos juzgar al PP por su determinación y eficacia en la reivindicación en todo el territorio nacional de la lengua común. Si no sirve para eso, no sirve para nada”. Todo esto viene al caso de un vídeo protagonizado por una representante de Vox en Baleares que anunciaba una serie de medidas con las que había impedido la natural inclinación del PP a comportarse como se espera de él por los enemigos de España, y en especial por el PSOE. Anunciaba que había sacado, forzado sería más adecuado, compromisos en materia de inmigración, subvenciones parasitarias y lengua a cambio del apoyo en los presupuestos de 2025. Pero era mentira, el Partido Popular había vuelto a engañar a los pardillos de Vox. Y es que no es fácil lidiar con políticos profesionales.

Pertenezco a un grupo de asociaciones en defensa de la libertad lingüística cuya misión, tal y como están las cosas, consiste en poco más que reducir la insoportable presión contra los ciudadanos que tienen como lengua propia el español. Los separatistas han conseguido, con la complacencia o la decidida complicidad de PSOE y PP, que el español sea un idioma vetado o arrinconado en las comunidades con lengua cooficial. En uno de los foros se pasó el reel, —¿se dice así?—, que mencionaba arriba y se desató el desánimo y la frustración. No porque estuviésemos necesariamente en contra de cada propuesta, sino porque los miembros de la comunidad balear constataron que, al menos, la parte referida a lengua es papel mojado.

Los que sufren la hipocresía de los populares en las islas, que contrasta estrepitosamente con las posiciones de Ayuso o Alejandro Fernández, señalaron que es falso, que la inmersión en catalán que padecen las islas sigue siendo total y absoluta en la enseñanza. Y explican porqué. Introducir el español como lengua vehicular o de aprendizaje no es suficiente si no modifican o eliminan el decreto de mínimos, que dice que el catalán es la «lengua de la enseñanza, del aprendizaje y de la comunicación» en los centros sostenidos con fondos públicos, aunque también se reconoce que deben respetarse los derechos lingüísticos individuales del alumnado (es decir, el uso del castellano como cooficial), según recogía el diario El País. O sea, el catalán, que no el mallorquín, es; la otra, el español, debe ser.

En la práctica, a día de hoy, el cobarde plan piloto de Marga Prohens, voluntario para los centros educativos, largamente adoctrinados en el nacionalismo, permite que en 4.º de Primaria elijan el idioma en alguna asignatura. El requisito mínimo es del 50 % en catalán, no vayan a pasarse de frenada. Resultado, cero centros públicos se han sumado al mismo, buenos son los profes, y el español brilla por su ausencia en los colegios.

Pero si nos vamos a la elección de lengua en primera enseñanza (infantil y primaria), los que eligen catalán reciben toda la enseñanza en catalán frente a los que eligen castellano que sólo tienen seis horas. Como denuncian, con evidente hastío, el PP ha sido y es partidario de la inmersión, de llamar catalán a las lenguas baleares y de imponer el imperialista occitano del sur contra los hablantes nativos que no se reconocen en él.

Vox podría bajar un poco la inflamación de su discurso identitario y preocuparse más por conseguir lo que Savater le pide al PP y que podemos resumir tomando las palabras de Félix Ovejero en El Mundo: “Estoy a favor de la educación exclusivamente en español. Y el que quiera, que estudie catalán. Lo que no debe ser es un requisito laboral porque, en ese caso, aparecen las vocaciones por estudiar una lengua que no me va a servir para nada. Que la gente decida libremente”. Donde dice catalán, pongamos cualquier otra lengua regional. Que nuestros hijos puedan estudiar en la lengua común, que es la materna de la mayoría, hace más por fortalecer los vínculos que nos dan sentido como patria común que otras apelaciones más excéntricas y discutibles. Y nos hace a todos ciudadanos libres e iguales.