SUSANA GUERRERO, artista.
Susana Guerrero teje, cose y crea su mundo. Su vida y experiencias se van materializando en torno a las diferentes series, obras y objetos que pueblan su casa, cuyas puertas nos abre generosa y explica el significado de cada una de ellas. Una cabeza de jaguar vigila su entrada, las partes desmembradas de la diosa mexicana Coyolxauhqui presiden su salón, y en el suelo vemos las llamaradas esmaltadas que pronto adornarán las paredes de otro espacio en la gran manzana, lejos de su Elche natal donde vive y crea. El 15 de septiembre inaugura su primera exposición individual en la Galería 532 Thomas Jaeckel del barrio neoyorkino de Chelsea.
Tras exponer con éxito a comienzos de año de forma colectiva con la misma galería en las ferias «Art New York Context Fair» y «Art Southampton» en Nueva York, los merchantes le propusieron organizar una muestra propia. De esta forma, Susana ha estado todo el verano creando en su casa y taller en Elche, donde nos recibe para hablar de la exposición que, bajo el nombre de «Anatomy of a myth» -anatomía de un mito- expondrá su serie “Decapitadas”, así como diferentes instalaciones compuestas por distintas piezas, esculturas y xilografías sobre piel y papel, donde la artista arroja su mensaje como forma de redención.
La cita es un paso más en la trayectoria de Susana Guerrero, cuyas obras han sido expuestas en Polonia, Cuba, México, Santo Domingo, Marruecos, Alemania, Grecia, Guatemala…y próximamente en Miami, Colombia y Holanda. Su proyección internacional desde el corazón de la ciudad alicantina despierta nuestra curiosidad:
—¿Es posible estar en los circuitos internacionales de arte mientras se crea y vive en Elche?
—Es muy cómodo trabajar aquí, en casa creo los montajes, en el campo tengo el taller, estoy muy cerca de todo. Con la galería de Nueva York tengo muy buena relación, son gente con los que trabajo muy bien, no veo necesario residir allí.
Defensa y redención
Mientras su obra despierta admiración en los circuitos del arte contemporáneo internacional, Susana Guerrero sigue el curso de su proceso creativo. Fiel a su esencia, de su inspiración y bagaje surge la idea que, una vez trabajada, alumbra la obra. En el estudio de su casa hablamos entre materiales, murales y herramientas de su mundo repleto de mitología, leyendas, supersticiones y experiencias vitales, como la maternidad.
Otro ejemplo es el caso del mural que preside su salón. Piezas de esmalte negro y rojo bailan en el muro y atraen la mirada del invitado. Susana explica: “es la diosa mexicana Coyolxauhqui, asesinada y desmembrada por su hermano Huitzilopochtli, que nació de su madre convertido en guerrero para defenderse, pues ella iba a asesinarlo. Con mi obra intento recomponerla, porque creo que a pesar de su muerte sigue viva, de ahí las llamaradas rojas que salen de sus miembros”.
La defensa, otro ariete de su obra. “Uñas, cuernos, espinas, todo son elementos de la naturaleza que sirven como defensa. Utilizo todas esas armas que hay a nuestro alcance en mis obras”, me cuenta mientras muestra un antiguo camisón reconvertido en un arma de defensa con afiladas espinas como pezones.
La truculenta historia de la diosa mexicana, como todos los dramas mitológicos, atrajo a Susana durante sus diferentes estancias a lo largo de tres años en México, donde completó su formación artística. “Cuando llegué y conocí el mito, lo relacioné con el de Medusa, que ya había trabajado en Grecia”, explica.
Allí residió durante un año con una beca Erasmus y la coincidencia del final de ambas mujeres en culturas tan dispares la hizo reflexionar. Surgió entonces la serie “Decapitadas” que expondrá en Nueva York, obras con un trasfondo mitológico que bebe de la tradición de dos civilizaciones casi antípodas pero con una “relación con la hembra y su poder alimentador”, resume.
De México parte también su inspiración en la conceptualización y realización de las cabezas de jaguar, de varios colores, que anidan en cada rincón de su casa. De líneas puras, huecas y apenas elementos, su fuerza expresiva es única. “En Guerrero el jaguar es el guardián de los umbrales, del espacio privado. En un momento de mi vida, decidí hacer una ofrenda de trabajo con cien cabezas”, me cuenta. Y aquí hilvana tiempos y espacios dispares, pues el rito de la ofrenda lo adapta del que conoció en Grecia, donde las antiguas civilizaciones las hacían pero con estatuillas de toros en sus hecatombes.
Materiales que hablan
Desde que una idea anida en Susana y empieza a darle forma, el material va asociado de forma intrínseca al resultado final de su obra. Se puede decir, aventurar, que material y obra es uno indivisible, como la pieza que transmite su mensaje a través de las espinas de los agaves convertidas en garras, la careta de luchador mexicano –rememorando al Santo- hecha de la goma que consigue en las fábricas de zapatos de Elche, o aquella otra donde un antiguo camisón es transformado en un objeto-redención a su maternidad con camafeos donde anidan uñas, las suyas y las de su hijo.
El resultado final es impactante, la finalidad de la artista, conseguida: logra que el público reflexione, se pregunte, despierta el interés de indagar en el origen de la obra. A los foráneos de su mundo nos surgen las preguntas más básicas:¿cómo? ¿Por qué?…
—Creo como forma de redención. Por una parte, a través de los materiales, de lo que simbolizan en sí mismos, pero también de cómo lo trabajo, si lo hago a través de mi cuerpo, con agujas al tejer o con hilos cuando coso. La carga emocional y poética es importante.
Ello explica el uso de las aleluyas del domingo de Resurrección que recoge de las calles de Elche, o las espinas de agave que recolectó en el desierto mexicano tras quedar impactada por la tradición penitente de la Semana Santa de Guerrero, que luego cosió a la ropa que forma parte de sus composiciones.
En esa línea, le preguntamos sobre otra de las series que formarán parte de la exposición de Nueva York.
—¿Cómo es posible transformar los inexpresivos miles de cables de colores donados por amigos en órganos de un cuerpo humano?
—Utilizo el proceso como parte de mi pieza, para mí es muy importante la procedencia de los materiales, los recolecto o pido a mis amigos y conocidos que me presten cosas que ya no utilizan y las transformo, explica. “También es importante la forma en que lo hago, estos cables los utilizo como hebras de lana que tejo con agujas. Con mi esfuerzo físico los transformo en una ofrenda personal a mi obra».
Los altares son otro de los exponentes de su obra. Diferentes piezas se conjugan para lanzar su mensaje, fruto de sus experiencias vitales. Es el caso de unos pantalones que encontró en un rastro con las iniciales de su padre y su hijo bordadas, que transformó en el epicentro de una composición donde el jaguar vigila, las espinas y garras defienden, y la espada de mirra protege.
Tras la exposición de Nueva York, otros proyectos surgen a medio y largo plazo. El siguiente, la muestra ya programada de su trabajo en el Centro Cultural de España en Miami para enero de 2017, un nuevo paso al otro lado del Atlántico. Mientras, Susana paso a paso, sin perder la perspectiva, desde su Elche natal exporta su visión y pasión de la vida como mujer y madre. Su especial esencia va calando y capta la atención de aquellos que buscan otra mirada, otra lectura de la cotidianeidad que golpee sus sentidos adornada con ecos que beben de nuestros ancestros en los mitos, lejanos y cercanos, de los seres humanos, separados tan sólo por el espacio y el tiempo de las civilizaciones.
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