Dicen que Pedro Sánchez, además de inglés sabe de economía un poco, aunque sea doctor con tesis parcialmente copiada. Nadie, sin embargo, habla de su desconocimiento de la historia, sobre todo de la sagrada, que es una parcela muy importante en el devenir de numerosos pueblos del planeta. Aunque el PSOE y los demás partidos (de izquierdas y de derechas) se vayan alejando cada vez más de posiciones religiosas en Occidente, no puede olvidarse que hay un amplísimo grupo de naciones que viven muy profundamente el islamismo, una religión que tiene el mismo origen que el judaísmo y el cristianismo, lo que explica su condición monoteísta.
Judíos, cristianos y musulmanes-islamistas somos primos hermanos, unos primos que nos hemos llevado terriblemente mal desde hace cientos y cientos de años. Cristianos y judíos se han reconciliado, pero judíos y musulmanes llevan matándose casi desde que, tras la Segunda Guerra Mundial, las grandes potencias y la ONU aceptaron crear el Estado de Israel sobre territorio que la Sociedad de Naciones había puesto bajo administración de Gran Bretaña. Otras zonas, de dominio árabe, tras varias vicisitudes, conformaron el Estado Palestino, pero con una fórmula extraña: una parte del territorio se constituyó como Autoridad Palestina (que tiene ahora como presidente a Mahmoud Abás) y otra zona, la franja de Gaza, tras las elecciones parlamentarias de 2006, está (o estaba) controlada por el movimiento terrorista Hamás, partido más votado de los 13 que concurrieron a las urnas. La ONU está, mayoritariamente, por la creación del Estado de Palestina sobre los territorios de Cisjordania (los que gobierna Abás) y de Gaza, negando legitimidad a Hamás, por terrorista y abogando por su desaparición.
Diga lo que diga la Asamblea General de Naciones Unidas, el problema no tiene solución mientras no desaparezca el derecho a veto de ‘los cinco grandes’. La Iglesia Católica, con León XIV al frente, proclama la solución de los dos Estados. Parece evidente y es criterio de la inmensa mayoría de naciones. Estados Unidos debería reflexionar. Pero al cabezota nefasto de Trump no le caben las dos naciones, ni en su cerebro ni en su corazón. También hay que preguntarse si los países árabes quieren aceptar el Estado de Israel, contra el que llevan años y años combatiendo.
Trump no es un buen cristiano, como tampoco Netanyahu es un buen judío. A los dos los mueve el odio, igual que a Hamás. Todos ellos han sido votados. Todos son fruto de la elección de ciudadanos que se equivocaron, como se equivocaron los que eligieron a Hitler. No hemos aprendido nada de la Historia, ni siquiera de la Historia reciente. La conclusión, ciertamente triste, es que los que fallamos somos los votantes, faltos de principios y que nos dejamos embaucar por dirigentes políticos que no sirven al pueblo sino que se sirven del pueblo, de las gentes, de hombres que deberíamos ser libres y nos convierten —acaso hasta nos convertimos— en esclavos.
Vuelvo a Jesucristo y al cristianismo. Su consigna, amar incluso a los enemigos. Pero a los cristianos los siguen matando en Nigeria y otros países de África y en algunos de Asia. Los que matan, casi impunemente, son grupos islamistas, extremistas todos musulmanes, contra los que no hay manifestaciones de la izquierda ni de la derecha. Como León XIV, soy partidario de los dos Estados, pero con garantías absolutas de paz, una paz protegida, si es preciso (que lo sería), con el despliegue permanente de los cascos azules de la ONU. ¿Lo veremos un día de éstos? ¿Lo ves tú, amigo lector?












Un sacerdote de Jerusalén dijo que quien crea que la situación allí tiene solución está mal informado.
Lo suscribo
Totalmente de acuerdo y… «un lugar de España de cuyo nombre no quiero acordarme».
Grandísimo artículo. Cultura y propuestas con mayúsculas. Un abrazo maestro.
Un abrazo y gracias.
Gracias. Un abrazo.
Mi esperanza ve soluciones. Primero perdonarse y después Amar al enemigo que repetía Jesús El Nazareno (Jesucristo) es el camino hacia la paz entre los judíos y todos los árabes musulmanes que llamamos palestinos, pero éstos liberados de los terroristas de Hamas (gracias a la comprometida presencia de fuerzas militares de pacificación de la ONU). Y así seguir el ejemplo de los judíos y árabes que en Israel conviven en paz….
Gracias, Don Ramón Gómez Carrión…
El del amor sigue siendo un mandamiento nuevo, que no debería ser exclusivo de los verdaderos cristianos.