Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Hay vida tras la vida, con Sánchez al fondo

Pedro Sánchez en su comparecencia del pasado 16 de junio desde Ferraz (PSOE).

Algunos amigos que me leen en Hoja del Lunes me reprochan que no escribiera la semana pasada sobre los escándalos que rodean y acosan a Pedro Sánchez y que, en cualquier país medianamente democrático, habrían  provocado su dimisión. Pero él, el muy insensato psicópata, sigue despreciando la democracia  e ignora lo que es la dignidad. No me extrañaría que sus socios separatistas, proetarras y comunistas le apoyen en una moción de confianza proclamando una  vez más su proceder abyecto. El PSOE de Sánchez ha apostatado de la socialdemocracia y se ha vuelto marxista-leninista como lo fue durante los años de liderazgo de Largo Caballero durante toda la Segunda República y especialmente con su golpe de Estado de la revolución de Asturias y con la violencia y fraude en las elecciones del Frente Popular en febrero de 1936, continuando por los crímenes de Paracuellos del Jarama siendo él jefe del Gobierno y Azaña presidente. Azaña se arrepintió de sus pecados y se confesó con el obispo francés de Montauban, que también lo era de Lourdes. El compañero Indalecio Prieto también se arrepintió de lo que él mismo, exiliado en México, llamó su gran pecado, el de Asturias (octubre de 1934), un golpe de Estado donde algunos ponen la semilla de la Guerra Civil (1936-39).

Uno de los padres de Europa, Jean Monet (los otros fueron Konrad Adenauer, Robert Schuman, Alcide de Gasperi y Paul-Henri Spaak, a los que se sumarían luego Winston Churchill, Walter Hallsntein y Altero Spinelli) pronunció, entre otros, este axioma: “Los hombres pasan; las instituciones quedan”. Sánchez no va a ser más que Hitler, aunque pretenda superar al tarado de Venezuela. Puede que dure hasta 2027 de forma agónica y con los cuidados paliativos de sus socios y amiguetes, chupópteros empedernidos e insaciables. Pero no creo que vaya más allá; aunque nunca se sabe de lo que es capaz este pueblo hispano, del que se dice que ha subido su nivel intelectual con respecto al que tenía cuando Machado lo identificaba como ‘las dos Españas’.

Sánchez ya no es lo que era; ya no camina erguido y sonriente; ya no insulta con carcajadas en el Congreso de los Diputados (donde negó el saludo a su protegido durante años Santos Cerdán, su embajador plenipotenciario ante Puigdemont). Más bien viste como de luto y camina cabizbundo y meditabajo, ¿o es cabizbajo y meditabundo? Pero sigue hablando contra la derecha del PP, con la que —repito una vez más— se alía en Europa. Aquí prefiere la compañía de comunistas, separatistas y bilduetarras amigos de asesinos de doce socialistas, entre ellos el exministro Ernest Lluch, lo recuerdo una  vez más por aquello de la memoria histórica y democrática zapaterosanchista, que no es la memoria de todos.

Muchos ancianos, entre los que me encuentro, dudamos de que vayamos a vivir nuestros últimos años sin Sánchez. No querríamos morirnos con Sánchez en la Moncloa. La solución está en manos de Dios, no porque él corra peligro de muerte (con bomba lapa), sino por el fin de nuestros días debido a la edad. Si el Altísimo permite que muramos con Pedro y Begoña en la Moncloa (con Bolaños y Marisu Montero poniendo la mano en el fuego por Santos Cerdán), habrá que reflexionar, no sobre política sino sobre la muerte, ayudados por los autores (mortales) de dos libros sensacionales, y por la doctrina de los Evangelios, la del fundador (inmortal) del cristianismo.

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El libro de Manuel Sans Segarra La supraconciencia existe: vida después de la vida, se presenta como “definitivo sobre el fenómeno de las experiencias cercanas a la muerte y su poder para transformar nuestras vidas. El doctor Sans Segarra, prestigioso cirujano y pionero en la investigación de la supraconciencia, junto con el periodista Juan Carlos Cebrián, explora las experiencias cercanas a la muerte desde una perspectiva científica y espiritual. A través de casos documentados y el estudio de la física cuántica, este libro ofrece una nueva comprensión de la conciencia y la vida después de la muerte, desafiando las concepciones tradicionales y proporcionando una guía para superar los miedos y ayudarnos a reflexionar sobre nuestra propia vida”. Una nueva vida en otra dimensión, una supraconciencia que bien pudiera ser la eternidad con Dios.

La misma supraconciencia o algo muy parecido es lo que sostiene  el libro La muerte no existe: cuando la muerte llega la vida empieza, del doctor colombiano Christian Argüello, que resume en estas palabras: “El mayor sufrimiento es la muerte de un ser querido. En muchos casos se pierde la ilusión de vivir y los días se hacen eternos mientras su recuerdo se hace presente en cada instante junto al dolor de su ausencia. ¿Pero qué sucedería si comprendiéramos que la muerte no existe? Este libro no habla de la fe religiosa, aunque su autor sea creyente; habla de las evidencias que indican que la vida continúa después de que el cuerpo deja de funcionar. Encontrará el lector investigaciones, testimonios de personas que han vivido un encuentro cercano a la muerte y los medios por los que podemos comprobar que siguen estando vivos y mejor que quienes seguimos en este plano humano”. 

La fe y la razón vienen a coincidir. Los Evangelios narran la vida, doctrina, milagros, muerte y resurrección de Jesucristo, el más grande de los personajes históricos. Su muerte bajo el mandato en Judea del procurador imperial romano Poncio Pilato consta en los Anales del prestigioso historiador Tácito y en escritos de Flavio Josefo y Plinio el Joven. San Pablo —el romano Saulo de Tarso— dio testimonio de la resurrección de Cristo con su vida, como San Pedro, todos los apóstoles y los primeros cristianos que murieron por atestiguar la Resurrección del Señor Jesús, el que prometió que todos resucitaríamos con él para una vida en el Paraíso celestial por toda la eternidad. No coincide Jesús con Sans Segarra y Christian Argüello, son ellos los que concluyen que no hay contradicción entre ciencia-razón y fe.

Termino aportando el testimonio poético de santa Teresa de Jesús:

“Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor
que  me quiso para sí.

Cuando el corazón le di,
puso en él este letrero:
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Que duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que el alma está metida!

Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera
no se goza estando viva.

Muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero”.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

2 Comments

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  • Don Ramón,
    viva en la verdad
    (pronto realidad)
    de ver esposado
    y en prisión
    a quien tanto daño causa
    al futuro en libertad
    de nuestras hijas e hijos,
    nietos y nietas…
    Antes del 2027…
    Vale (de esperanza cervantina)

    • No le deseo la cárcel
      al fementido llorón,
      ni quisiera hacerlo mártir
      del sanchismo corruptor.
      Más me gustaría verlo,
      demudada la color,
      en camino hacia Santiago
      para obtener el perdón
      del apóstol aguerrido
      que a ‘sus moros’ derrotó.