El poema completo, de un romanticismo complejo pero apetecible, se tituló “Yo te hablaba con banderas”. De este modo quedó escrito:
Yo te hablaba con banderas,
hija de la panadera,
la que siempre eras de pan
entre la grey marinera.
Me perdí en la tierra, fuera de la mar.
Yo te hablaba, a los luceros,
con la luna de espejo
de una estrella volandera.
Fuera de la mar
me perdí en la tierra”.

Lo de Rafael Alberti fue darle a la musiquilla de los versos de todo color y tensión. Salió de la cercanía y de la brisa de la mar. Como ahora anhelamos muchos poder bañarnos en nuestro Mediterráneo de arena limpia, que nos estaba esperando a que saliéramos del confinamiento en el que estábamos encerrados, a causa de un virus que aún no ha dejado de perseguirnos. Y así, con el mar y con la pura poesía, retomar nuestras vidas, nuestros oficios y aficiones. Es lo primero que nos tienta, por dos razones: porque miraremos ahora de otras maneras a nuestro cielo y a nuestro mar; dos buenos elementos para ponerse a dialogar, a pensar y a soñar. Los poetas se recrean en sus sentimientos y delicadezas, que para eso fueron dotados de mayor sensibilidad. Nosotros, mirando a los que ya se fueron y se llenaron de fama y honores, les seguiremos leyendo como el que canta sus amores y sus duelos. Obsérvalo ahí, ensimismado, mirando las gaviotas que nos vienen del castillo y que él –como tantos otros- sigue confundiendo con las palomas, más dispuestas a ir y venir, a llevar y traer mensajes, y a saludarnos dos y más veces.
Rafael Alberti Merello nació en El puerto de Santa María el 16 diciembre de 1902, y allí mismo vino a reposar su cuerpo para siempre el 28 de octubre de 1999. Fue un escritor español, especialmente reconocido como poeta, miembro de la Generación del 27, considerado como uno de los mayores literatos de la llamada Edad de Plata de la Literatura española. Cuenta en su haber con numerosos premios y reconocimientos. Miembro activo del Partido Comunista de España, se exilió tras la Guerra civil. Vuelto a España tras la instauración de la monarquía, fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía en 1983 y doctor honoris causa por la Universidad de Cádiz en 1985. Publicó sus memorias bajo el título de La arboleda perdida.

Fue un personaje requerido popularmente por la lectura de sus versos y las versiones de sus poemas especialmente trabajadas por el cantante Joan Manuel Serrat, siendo la más conocida “La Paloma”:
“Se equivocó la paloma, se equivocaba. Por ir al norte fue al sur, creyó que el trigo era el agua. Creyó que el mar era el cielo, que la noche la mañana. Que las estrellas rocío, que la calor la nevada. Que tu falda era tu blusa, que tu corazón su casa. (Ella se durmió en la orilla, tú en la cumbre de una rama)”.
Destaca también el Triduo a la Virgen de todos los mares, dedicado a su madre, y que resumimos así:
- Día de Coronación:
Sobre el mar que le da su brazo al río
de mi país, te nombran capitana
de los mares, y la voz de la mañana
y la sirena azul de mi navío (…)
- Día de amor y bonanza:
Que eres loba de mar y remadora,
Virgen del Carmen, y patrona mía,
escrito está en la frente de la aurora,
cuyo manto es el mar de mi bahía (…)
- Día de tribulación:
¡Oh Virgen remadora, ya clarea
la alba luz sobre el llanto de los mares!
Contra mis casi hundidos tajamares,
arremete el mastín de la marea (…)
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