Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Feliz Navidad, con belén y sin él (I)

Belén de la plaza del Ayuntamiento de Alicante.

Para pobres y para ricos; para sanos y para enfermos; para vivos y para muertos; para izquierdas y derechas; para todos. Es Navidad. Jesús, el hijo de Dios Padre, del Espíritu Santo y de la Virgen María nació, hace 2025 años, para todos. Este principio, esta regla, no tiene excepción. Aunque el más izquierdoso ateo no quiera creer en el nacimiento del Niño Jesús, no por eso dejará de haber nacido, como no por mucho madrugar amanece más temprano. Quiera Yolanda Díaz o no, los acontecimientos de la historia humana se siguen datando como ‘antes de Cristo y después de Cristo’.

Menos mal que Yolanda no ha convencido aún a Pedro Sánchez para que anule la Navidad por decreto-ley. Aunque, como ‘esto’ dure mucho, todo se andará. Los gobernantes de izquierdas de Barcelona hace tiempo que han eliminado el belén de la Plaza de San Jaime. Barcala tendría que regalarle a Collboni (o prestarle, por unos días) el monumental nacimiento del que disfrutamos los alicantinos de la capital en la plaza del Ayuntamiento o el belén maravilloso que renuevan cada año los artistas de la Asociación de Belenistas en la Plaza de la Montañeta.

¿Cómo no pueden entender los dirigentes de las variadas izquierdas o  derechas que el auténtico cristianismo es más progresista que el comunismo, el marxismo, el liberalismo o incluso el sanchismo? Jesús, el hijo de Dios, nace en un establo y su madre, en lugar de en una cuna, lo reclina en un pesebre. Es verdad que los ángeles cantan, pero lo hacen para unos pastores a los que han anunciado previamente que ha nacido el Salvador. ¡Que sí, señores de la izquierda y de la derecha y de todas las direcciones, que el nacimiento de Jesús cambió la historia para siempre!

Belén viviente que interpretan los niños de la Escuela Infantil Nuestra Señora del Rosario del Isla Cristina, en Huelva (Fuente: Ayuntamiento de Isla Cristina).

Quiero dejar muy claro que, para mí y para la más íntegra doctrina de la Iglesia (apelo a mi licenciatura en Teología y al sentido común), ser un buen cristiano solo es posible siendo un buen ser humano. A eso aspiro y eso os deseo a vosotros, los lectores de Hoja del Lunes. No me creo mejor que ningún otro ciudadano y me duele que no hagamos todos, empezando por quienes nos gobiernan, por crear un clima de hermandad en lugar del enfrentamiento permanente. Sin belén en casa, es, a mi  juicio, menos Navidad. Y así vienen las trifulcas entre políticos de uno y otro signo, que la utilizan, como la Constitución, para el enfrentamiento en lugar de para la concordia y la convivencia, de las que los ‘padres constituyentes’ sí dieron ejemplo.

Las calles se iluminan y los adornos navideños inundan espacios exteriores e interiores de los centros comerciales. Se abusa de las compras y de los regalos. Es bueno ser generosos y derrochar amor entre los nuestros y desear felicidad a los demás, pero sin perder el norte, la religiosidad. Navidad sin Dios será muy bonito, muy hermoso incluso. Pero Navidad sin Niño Jesús, sin María y San José y sin villancicos es menos Navidad. ¿Por qué dejar que se pierdan tradiciones tan profundas y reconfortantes en aras de un materialismo que nos seca el alma y el corazón? Hablemos todo lo que queramos de respeto y libertad, pero no nos hagamos esclavos de falsos respetos y falsas libertades. Navidad es libertad, pero libertad de los hijos de Dios, que somos todos; hermanos de ese Niño que es el Hijo de Dios hecho hombre y nos ha hecho sus coherederos del cielo por toda la eternidad. ¡Feliz Navidad! Con belenes y sin belenes. De belenes escribiré la próxima semana. Pero adelanto que lo importante es tener un belén de solidaridad y amor para todo el mundo en nuestro corazón.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

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