Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Opinión

El relato. De Goebbels a nuestros tiempos

Lanzamiento de una edición del diario de Goebbels en la Feria del Libro de Frankfurt de 1977. Fotografía del Bundesarchiv (Fuente: Wikimedia).

Hace ya bastantes años fui a una villa del norte de la provincia con la intención de cerrar la contratación de un trabajo que se prometía muy interesante. Vino conmigo mi cuñado (amigo, socio y genio de la creatividad, de la ilustración, del diseño y de todo lo que se pueda hacer con un lápiz, un pincel o una cámara fotográfica. No dejen de visitar sus redes sociales para ver cómo, por ejemplo, unas redes viejas pueden encerrar tanta belleza… Y muchas cosas más. Se llama Manuel Carmona Ortega, por si les pica la curiosidad). 

Venía, como decía, a defender nuestra propuesta (su diseño, claro) porque era un tanto atrevida y mi criterio estético es bastante discutido, no sin razón, en mi entorno. ¿Qué mejor que llevar al “padre de la criatura” para explicarla y poder responder con el mayor conocimiento a lo que nos pudieran preguntar? La reunión iba bien y llegamos a un punto muy próximo al acuerdo final. En esto, mi cuñado suelta un comentario que, según se interpretara, podría hacer peligrar la operación… ¡y peligró! Poco menos que le doy un puntapié en la espinilla por debajo de la mesa y, entre los dos, logramos reconducir la situación y llegamos finalmente a contratar una preciosa fachada, una de las primeras de nuestra trayectoria profesional que, por cierto, todavía luce muy bien.

Decidimos darnos un homenaje y nos fuimos a Pinoso, que nos venía casi de camino, a degustar el arroz de Paco Gandía del que habíamos escuchado maravillas, hasta del gran maestro Manuel Martín Ferrán. En el camino y durante la comida íbamos comentando lo ocurrido: “Pero, ¿cómo se te ocurre? ¿Qué bicho te ha picado? ¿En qué estabas pensando?», le decía. Él resoplaba al conato de reproche (conato porque nunca llegó a tal, ni en esa ocasión ni en ninguna otra de nuestra vida. Nuestra amistad y relación de tanto tiempo se basa precisamente en eso). “Yo qué sé”, me decía. “Se me fue un poco la olla…». Ahí lo dejamos, nos reímos un rato y disfrutamos del arroz, que honró su fama, haciendo planes de futuro ante la posibilidad que se nos abría de poder vivir de esto.

Ya por la tarde llegamos a la empresa, mayoritariamente familiar (y en aquel tiempo más). Suelo conducir yo y, mientras aparcaba, mi cuñado bajó primero (para soltar los planos me dijo). Cuando finalmente aparco y entro, me encuentro a todos los presentes en ese momento (entre ellos mis hermanos) mostrando su asombro por cómo me había comportado ¡¡¡yo!!! en la reunión con nuestro cliente. Mi cuñado, que es un cachondo además de muy inteligente, les había contado con todo detalle la reunión, sólo que poniendo en mi boca sus palabras.

El recochineo fue de traca. Alentado por él mismo que añadía detalles, tanto reales como inventados (ya os decía que es inteligente y conspicuo) para darle más morbo a la situación. Hice un amago de defensa, pero no tardé en comprender que era inútil. Lo conozco y hubiera seguido inventando con su risa contagiosa. La gente se estaba divirtiendo y no estaban por escuchar otra cosa, así que, asumí la “derrota” con deportividad… Había perdido el “relato”, que se diría ahora.

Aquello fue una broma divertida, improvisada y de la que nos hemos estado riendo años. Pero me hizo pensar. En este caso, la situación era intrascendente pero el “mecanismo” podría funcionar en cualquier circunstancia convenientemente montado. De hecho, con casi todos los gobiernos nos encontramos algo de esto. Claro, el actual deja en mantillas a todos los anteriores, tanto de su propio partido como de cualquier otro que yo haya conocido. Y yo, no por méritos, ya he conocido unos cuantos.

Goebbels en un mitin político celebrado en 1932. Con esta postura, con los brazos en las caderas, tenía la intención de mostrar su autoridad a la audiencia. Fotografía de Bundesarchiv (Fuente: Wikipedia).

Alguna vez, intentando comprender el mundo que me ha tocado vivir, he reparado en los once principios de Goebbels, ministro de propaganda del régimen nazi de Hitler. No tengo conocimientos de sociología, pero parece evidente que este individuo sí los tenía. Y eso explica buena parte del éxito que, puertas adentro, tuvo el régimen. Era un absoluto crac. Lástima que usara su talento al servicio de la tiranía, del asesinato, de limpiezas étnicas y del conjunto de ideas y acciones abyectas que caracterizaron tan nefasto episodio de la historia. 

Nuestros gobernantes (entiéndase políticos en general) y sus respectivos equipos de propaganda han estudiado muy bien a Goebbels (por precursor) y puede verse tras sus decisiones, sus discursos y sus hechos la mano, o por lo menos la filosofía, del personaje. Vaya por delante (y creo que es poco cuestionable) que los partidos políticos, todos, son máquinas para ganar elecciones y detentar poder. Poco más. Y para ello, utilizan todos los medios a su alcance. A veces, incluso honrados y legales (se han descrito casos). Pero esa no es ni mucho menos su prioridad, la de hacer las cosas legalmente, digo.  Se han convertido en enormes entramados burocráticos más cercanos a una agencia de colocación que a las entidades dirigidas al servicio público que se les supone y cacarean sin rubor una y otra vez.

Un cambio de gobierno, más bien de partido en el gobierno, supone que cambien unas cuantas (bastantes) decenas de miles de cargos de todo tipo con unos niveles de remuneración que no conseguirían en su inmensísima mayoría ni en el más húmedo de sus sueños si lo intentaran en la vida privada, en el mundo real. Y eso distrae conciencias, doblega voluntades y pervierte el sistema.

Iván Redondo, jefe de Gabinete de Pedro Sánchez en la primera etapa de su Gobierno. Se le considera un estratega político clave en el ascenso de Sánchez a la presidencia y en los primeros años de su mandato. Fotografía de Portal de Transparencia (Fuente: Wikimedia).

Y, una vez en el poder, que tu firma signifique que este contrato vaya a tal o cual proveedor, y puede ser de muchos ceros, o que recalificar o no una parcela suponga multiplicar su valor por, al menos, dos cifras, hace que el sistema sea necesariamente corrupto. Da igual el partido mientras se mantenga el mecanismo. De ahí la importancia vital de un sistema judicial independiente y de una prensa vigilante.

Esto, junto con todo lo anterior lleva a que el “relato” cobre un valor fundamental cuando el ánimo es de manipulación y de estafa intelectual como en la situación en la que nos hallamos. El control de los medios de comunicación es fundamental para ello. Hay demasiados medios que, más que una línea editorial, mantienen una posición servil a los intereses que los mantienen. Esto es especialmente evidente en el gobierno actual, que riega con subvenciones vergonzosas a los encargados de elaborar la información, cuando no toman directamente el control para convertirlos en altavoces de su propaganda o son usados como coartada para “filtraciones” de su interés. Especialmente doloso cuando los medios son públicos y los pagamos todos.

Y me refiero al gobierno actual, primero porque al gobierno, al que haya, hay que criticarlo/marcarlo siempre. Manejan nuestro dinero y, supuestamente, defienden nuestros intereses. Y como el dinero es nuestro tenemos derecho a ser informados. Segundo y, quizás más importante, porque este gobierno y sólo éste, ha realizado el asalto más grande, y con mucho, que se recuerda a todas las instituciones públicas y privadas, si al tiempo en democracia nos referimos.

Y eso requiere un “relato” adecuado. Yo tengo la costumbre de medir los actos por sus consecuencias y los casos de corrupción por el dinero que nos levantan. Independientemente de lo mediáticos que resulten. En cuanto a consecuencias les propongo un anticipo y un par de ejemplos recientes.

El anticipo

Cuenten, si tienen paciencia, las portadas que mereció en su día el caso de los trajes de Camps (unos cientos de euros por los que, además, resultó absuelto) y los comparan con las de los EREs de Andalucía (cientos de millones de euros “distraídos” de forma zafia y masiva). Todos hemos vivido cómo el número de portadas, intervenciones, comentarios y todo tipo de referencias en general del primer caso ganaron por abrumadora mayoría. O el caso de los Pujol, este milmillonario ¡Qué control delrelato” y de los medios afines!

Ahora los recientes

El 8 de marzo demasiados españoles estaban en la calle voz en grito, contagiándose, con el aliento de su gobierno y la aprobación de sus servicios sanitarios. Entre otros, el del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad. Pareciera un chiste, pero fue así. El resultado, o uno de ellos (y muertos aparte), después de haber ocultado cifras y mentido sobre el supuesto panel de expertos es que el máximo responsable del ministerio concernido fue “ascendido” a candidato a la Generalitat de Catalunya. No me lo podía creer. Pero es lo que ocurrió… ¡¡¡¡Y les fue bien!!!! Eso sí. Todos los días nos “relataban” el desarrollo de la pandemia, cambiando de criterios de medición, porque sí, cuando los datos no les gustaban.

Manifestación del 8M en 2020 en madrid (Fuente: Canal de «El País» de video).

El otro nos pilla más cercano. En el espacio y en el tiempo. La tristemente reciente dana que asoló los municipios al sur de la capital valenciana. Es un tema delicado porque involucra a más de 200 personas que perdieron la vida, muchos miles que lo perdieron todo y cientos de millares afectados en mayor o menor medida, pero vamos, un desastre se mire como se mire. No voy a entrar aquí en las decisiones que han permitido construir en zonas históricamente inundables. Todos sabemos que el agua siempre reclama su dominio y salvo intervenciones muy drásticas y profundas es una mera cuestión de tiempo que lo haga. Y lo hace. Todo el levante español tiene larga y dramática experiencia de ello.

La cuestión es cómo se ha publicado la intervención de las distintas administraciones, qué consecuencias han tenido sus acciones u omisiones y qué recuerdo queda de sus actos a un año vista. Lo que más se ha comentado, de largo, es la ausencia del presidente de la Generalitat (ya dimitido) en los puestos de mando. Punto éste evidente. Este señor no estaba donde debía en una situación de crisis. Crisis que seguramente hasta desconocía, lo cual tampoco mejora su situación. Pienso que es más una cuestión estética que práctica, porque los que sí estaban manejaban información insuficiente, averiada… o ambas cosas y, en todo caso, estaban sobrepasados por la magnitud de lo que ni sabían que tenían delante.

Tengo una anécdota personal al respecto. Hace más de 30 años hubo una grave inundación en mi pueblo (a más de 3 metros llegó el agua en algún barrio). El alcalde tomó la decisión inteligente. Sin dejar de estar al pie del cañón, comunicado e informado en todo momento, delegó las decisiones de evacuación y socorro en los muy competentes servicios de protección civil y estuvo toda la noche, con muchos otros vecinos, haciendo lo que más eficaz era en esos momentos. Bocadillos y “kits” de supervivencia para las zonas aisladas.

Catarroja tras la DANA 2024. Fotografía de Manuel Pérez y Estefanía Monerri (Wikipedia).

En nada, o en muy poco, hubiera cambiado la presencia o no del presidente al frente de los organismos de protección civil, puesto que el desastre ya estaba consumado, en su casi totalidad, horas antes de que los reunidos decidieran si enviar o no el mensaje de alerta. Por otro lado, los responsables del departamento (técnicos y políticos) sí estaban y tenían atribuciones para prácticamente cualquier cosa al alcance del gobierno autonómico. Y tengo para mí que, el mensaje de alerta, se hubiera emitido cuando se hubiera emitido, hubiera sido ignorado por la población como una bandera roja en la playa si no hay alguna coerción. Ni había antecedentes de esos mensajes, ni costumbre ni cultura.

Si seguimos con los previos, la Confederación Hidrográfica del Júcar, estaba más preocupada por la estabilidad el pantano de la Forata que de la desmedida crecida del barranco del Poyo, principal protagonista de la dana. Si nos vamos con otros aspectos coadyuvantes, la limpieza de los cauces era casi inexistente por algún criterio ecoestúpido tan en boga últimamente. Y si vamos a algo más profundo y determinante, las obras hidráulicas que estaban proyectadas para limitar avenidas en el barranco del Poyo fueron suspendidas o limitadas en 2021 por “motivos medioambientales” (manda güevos que diría aquel) y presupuestarios (250 millones de euros) por la entonces ministra del ramo. Ministra que precisamente estaba en Bruselas y que, dada tan brillante gestión, fue promocionada a comisaria europea, no sin polémica por motivos evidentes. Por cierto, por lo que sea, estas obras se acaban de sacar a licitación por procedimiento de urgencia. Bien está.

Pero cosas que no pudieron ser y no fueron podríamos contar decenas o cientos en todas las administraciones porque los recursos son limitados (excepto para sus lujos e intereses) y los criterios y prioridades siempre serán discutibles.

Lo que ya es más difícil de explicar, y de comprender, es la pasmosa pasividad de los medios de protección civil de todo pelaje y especialmente los que tienen las mayores posibilidades por personal y equipamiento. Es descorazonador y conmovedor el testimonio de mi muy admirado Santiago Posteguillo que relató (sin cursiva, sin comillas) en primera persona, cómo un día, y otro, y otro, después del desgraciado día, por allí no aparecía nadie a ayudar.

La imagen de bomberos franceses voluntarios llegados varios días después alucinando al descubrir que eran los ¡¡¡¡primeros!!! en prestar ayuda profesional. Las imágenes de miles de ciudadanos cruzando a pie el puente sobre el nuevo cauce del Turia pertrechados con escobas, palas, rastrillos y cualquier tipo de herramienta manual y, sobre todo, sus manos, su entrega y su solidaridad incondicional. Estas imágenes deberían ser la vergüenza de cualquier administrador, claro, que la tuviera. Pero no la tienen.

Con todo, la naturaleza siempre se guardará una carta para vencer cualquier límite que le podamos poner. Una lluvia como la caída en octubre del pasado año siempre tendrá consecuencias desastrosas. Y si ponemos todos los medios de prevención, también tendrán un límite y serán alguna vez superados.

Lo que no tiene perdón es la respuesta de todas las administraciones y aquí la responsabilidad es evidente y mayoritariamente del gobierno central que tiene el práctico monopolio de los medios y el poder político para movilizarlos. Muchos días después (y hasta semanas de la dana) cientos de miles de valencianos seguían abandonados a su suerte con el sólo apoyo de la población DE TODAS PARTES de España. Encomiable y casi emocionante como pocas cosas.

En “la pantanada de Tous” de 1982, toda la guarnición militar cercana y menos cercana, unos 10 000 efectivos, se afanaban al día siguiente en ayudar a sus vecinos damnificados. Desde el primer día, desde la primera hora. Es obsceno pensar en la cantidad de medios, humanos y de equipamiento, acuartelados en un radio de unas decenas de kilómetros que nadie movilizó. Y a pocas horas muchísimos más. Sin entrar en los medios civiles. Pero nadie hizo nada. El gobierno y sus medios afines estaban muy entretenidos disfrutando con las especulaciones sobre dónde, con quién y haciendo qué, estaba el nefasto (en este episodio) Carlos Mazón. Aunque su presencia hubiera sido tan útil como una cubitera en el polo. Pero ése es el “relato”. No estaba en su puesto y además con una mujer… ¿Quién se resiste a esto? Desde luego este gobierno, no. Pero sí resistieron la presión (cuando ya se sabía que los muertos iban por docenas) y mantuvieron el pleno del Congreso con el único propósito (los demás se cancelaron) de repartirse los sillones de RTVE.

A ver si tenemos claro qué es lo verdaderamente importante ¿Alguien lo recuerda?

Nos encontramos, ya un año después, con que, de lo sucedido que he intentado resumir desde mi punto de vista, nos queda que:

  • El culpable de todo es Mazón que debería haber dimitido desde el minuto uno y además debe ir a prisión y se le llama asesino.
  • Tenemos a medio país escudriñando cómo paso las horas, a quién llamó, qué llamadas contestó, si se cambió de ropa. Todo “fundamental” para prevenir y mitigar las consecuencias de la dana.
  • El gobierno central actuó diligentemente y desde el primer momento.
  • Los responsables políticos de que no se hicieran en su día las obras hidráulicas que pudieran haber evitado o limitado las consecuencias de la riada han sido promocionados.
  • De los responsables de que el cauce del barranco del Poyo, y de tantos otros, sean un cañizal en el mejor de los casos, ni he escuchado hablar.
  • De los responsables del servicio meteorológico, que preveían lluvias, pero no un diluvio de consecuencias desastrosas, tampoco. Ojo, no les culpo, porque debo considerar la dificultad en hacer previsiones catastróficas de algo tan caótico como el clima y mucho más sobre las precipitaciones concretas en alguna zona. La previsión era, efectivamente de lluvias, pero, salvo para trabajos en el exterior, nadie movió su agenda ni sus planes con lo que se sabía.
  • Y de los responsables de la CHJ, pues habría que ver la información que manejaban, cómo de funcionales estaban los aforadores (si es que tenían presupuesto para ello -ya saben lo de las prioridades-) y sobre qué y cuándo se estaban concretando las alarmas. Pero que un barranco, aun tan importante como el del Poyo, pudiera llevar el triple del caudal ordinario del Ebro está fuera de todo cálculo y previsión.

El “relato” también es omitir o minusvalorar todo lo que pueda desmontar el tuyo. Pienso que Carlos Mazón debió dimitir tras no estar donde debía. Precisamente por motivos de decoro y de falta de diligencia al evaluar la situación. Pienso que el gobierno central actuó alevosamente evitando y retrasando la ayuda que podía proporcionar desde el primer momento, se pidiera o no la ayuda, porque tiene recursos legales y potestad para hacerlo. Recuérdese lo de la pandemia, hasta cuando no la tiene, si le interesa, se la toma igual (la potestad) y punto. Saben (o cuentan con) que cuando dictamine el tribunal correspondiente ya serán hechos consumados o habrán colocado a jueces afines a sus intereses o habrán cambiado la ley para lo que fuera punible no lo sea. Fíjense las horas que se han invertido en una cosa y en la otra.

También hay que considerar que para que el “relato” triunfe tienen que concurrir algunas circunstancias.

  • El ánimo de manipular y tergiversar para hacer tragable lo que no lo sería salvo para algún desavisado.
  • El acompañamiento cómplice de una clac mediática que refuerce el “relato”tan machaconamente como sea posible.
  • Un porcentaje de la audiencia suficientemente entregada, aborregada o interesada, capaz de creer lo que se cuente por falaz e inverosímil que sea si viene de los tuyos.

Controlar el “relato”, que se hable de lo que te interese, como te interese y cuando te interese. De eso se trata. Que se lo digan al, hoy condenado, fiscal general del Estado: “Si dejamos pasar el momento, nos van a ganar elrelato”.

Un visionario mi cuñado.

Juan José Martínez Valero

Nacido y criado en Melilla y afincado en San Pedro del Pinatar (Murcia) desde los 15 años. Dejé los estudios para desarrollar la empresa familiar de la que todavía vivimos. Muy aficionado desde siempre a temas científicos y de actualidad.

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  • Has dicho lo que no he oído ni leído por medio alguno, has tomado muy en serio el tema y has repartido responsabilidades justas, Juanjo.
    Tu análisis me ha dejado impresionado por lo justamente crítico que has sido, e incluso por el comienzo con el que ha abordado un artículo de opinión muy inteligente e interesante.
    Muchas gracias por pensar y escribir con independencia y justicia.