Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Caminando con la historia

El arte de incomodar, sin mancharse las manos

Anabel Díez (Fuente: Asociación de la Prensa de Madrid).

La mayoría no sabe quién es Anabel Díez. Pues bien, es la presidenta de la Asociación de Periodistas Parlamentarios y periodista de El País.

El artículo de Anabel Díez en El País es, en teoría, un himno al periodismo valiente. Aquel que no se arrodilla, el que clava la pregunta incómoda en mitad de la rueda de prensa, el que desmonta el discurso del poder con datos y mala leche. Suena bien, ¿verdad? Suena a algo que todos querríamos creer. Pero hay algo en su texto que chirría, como un discurso de autocomplacencia disfrazado de épica profesional.

En la “teoría del periodista incómodo” (siempre que no sea demasiado) Anabel habla de «reglas para incomodar», como si el buen periodismo fuera un juego de salón con normas de caballeros. «Todos los periodistas tienen el mismo derecho», dice. Pero, ¿de verdad? ¿Tienen el mismo derecho un enviado de El Mundo o El País en una rueda de prensa del Gobierno que cualquier otro? ¿O hay preguntas que, aunque sean legítimas, se reciben con caras largas y luego, en los pasillos, con descalificaciones?

Ella preside la Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP), un cargo que te sitúa en el centro de la telaraña política. Desde ahí, es fácil pontificar sobre la libertad de prensa, pero más difícil señalar con nombres y apellidos quién la limita. Porque incomodar de verdad no es solo hacer la pregunta que molesta al ministro de turno, sino también denunciar cuando un colega es marginado por hacerla (sea quien sea).

No quiero creerme lo del doble rasero del «buen periodismo».

Pongamos ejemplos. ¿Quiénes son hoy los periodistas que más «incomodan» en España? Carlos Alsina (Onda Cero) que se ha ganado fama de hacer preguntas directas, o Héctor Juanatey (Huffpost), que incomoda desde la sátira, pero su crítica es tan descarada que ni los políticos se la toman en serio.

Vicnte Vallés. Fotografía de Cibercorresponsales (Fuente: Wikimedia).

Ahora pensemos en otros como Vicente Vallés (A3), acusado de servir al relato oficial; Antonio García Ferreras (La Sexta), alabado u odiado según el color del gobierno de turno. ¿Son igual de incómodos? ¿O su incomodidad depende de quién esté en Moncloa?

La paradoja de Anabel es que lleva años en primera fila del periodismo político. Eso le da autoridad para hablar, pero también la hace parte del sistema que, en teoría, critica. ¿Ha denunciado las presiones a periodistas en el Congreso? ¿O las ruedas de prensa sin preguntas, los accesos privilegiados para unos medios y vetos para otros? ¿Es jueza o cómplice?

Su artículo parece escrito desde la atalaya de quien ya tiene su sitio asegurado. Habla de incomodar, pero ¿ella lo hace? ¿O es más bien una custodia del statu quo, de ese juego en el que todos (políticos y periodistas) saben hasta dónde pueden empujar sin que se rompa la baraja?

Llegado a esto me pregunto si esto es libertad de prensa o libertad de postureo. No se trata de dudar de sus intenciones, sino de preguntarse si su discurso resiste el contacto con la realidad. Porque el verdadero periodismo incómodo no es el que se ejerce desde la tribuna de El País sino el que se practica cuando nadie te aplaude, cuando te cierran puertas por hacerlo, cuando tu propia asociación te da la espalda.

A mí me parece que Anabel Díez escribe como quien ya ha hecho las paces con el sistema. Y eso, en el fondo, es lo menos incómodo del mundo.

Me pregunto si su artículo es un grito de libertad o el susurro de quien prefiere no alterar demasiado el orden de las cosas.

Jorge Monreal

Natural de Madrid y dianense de adopción, estudié Educación Física (INEF) y toda mi vida ha estado vinculada a la nutrición y alimentación para el alto rendimiento deportivo, aunque mi vocación siempre fue el periodismo, así que con la ayuda de la Universidad de Barcelona logré tener el grado de comunicación además de otros estudios paralelos como Máster de Comunicación Empresarial y Corporativa en la Universidad Isabel I, un posgrado en Publicidad y Relaciones Públicas y un MBA en una escuela de negocios en Florida.

Lo importante es que soy una esponja para el periodismo y su historia, presente y posibles escenarios de futuro. Formar parte de la familia periodística y más concretamente de la APPA ha sido un verdadero honor al que espero poder contribuir engrandeciendo la Asociación y buscando un futuro próspero como profesionales y comunicadores, aunque tenemos que reconocer que en España nos queda un gran trabajo.

2 Comments

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  • Indignación y perplejidad siento cuando el deslenguado Patxin López, por citar un solo ejemplo, no contesta y además desprecia a periodistas que le lanzan preguntas incómodas, calla y ni contesta y además descdlificacdesde el micrófono en rueda de prensa, y nadie presente en la sala le repite a P López (portavoz del PSOE en el Congreso, la pregunta que es TODO EL OFICIO PERIODÍSTICO DESPRECIADO SIN RESPETO… Ante respuestas silenciadas, una tras otra de las supuestas periodistas y uno tras otro de los cómplices del desprecio a su propio oficio de contar, en la defensa de la pluralidad periodística DEBERÍAN REPETIRLE Y REPETIRLE REPETIRLE Y REPETIRLE AL DELERNGUADO Y MUDO PORTAVOZ, REPETIRLE LA PREGUNTA INCÓMODA SI ES RESPETUOSA… Es por la defensa del corporativismo ecuánime y el respeto a la libertad editorial….

    • Efectivamente, la esencia del periodismo radica en preguntar, fiscalizar y no rendirse ante evasivas o silencios cómplices. Cuando un portavoz, sea del signo que sea, elude sistemáticamente preguntas incómodas, no solo desprecia al profesional, sino al derecho ciudadano a transparencia.

      Coincido en que, ante el mutismo, la insistencia ética es un deber. Replantear la pregunta con firmeza y respeto (como bien señalas) es un acto de dignidad profesional, aunque hoy muchos confundan lealtad partidista con rigor informativo. La autocensura en las ruedas de prensa, ya sea por presión, comodidad o connivencia, degrada el debate público.

      Tu indignación es comprensible. Ojalá más colegas priorizaran la verdad sobre el acceso fácil a declaraciones vacías. Un abrazo y seguimos en la lucha Pedro.