Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Libros

De libros y esperanzas

Libro: El espíritu de la esperanza. Contra la sociedad del miedo. 
Autor: Byung-Chul Han.
Con imágenes de Anselm Kiefer.
Traducción de Alberto Ciria.
1.ª Edición, 2.ª Reimpresión, 2024.
Herder Editorial, S. L. Barcelona.

Este año de 2025 ha sido nombrado Premio Princesa de Asturias en Comunicación y Humanidades el filósofo Byung-Chul Han, nacido en Seúl en el año 1959. Byung-Chul Han, ha estudiado Filosofía en la Universidad de Friburgo y Literatura Alemana y Teología en la Universidad de Münich. Se doctoró en el año 1994 en la Universidad de Friburgo con una tesis sobre Martin Heidegger. Ha sido profesor de Filosofía en la Universidad de Basilea, de Filosofía y Teoría de los Medios en la Escuela Superior de Diseño en Kalsruhe y de Filosofía y de Estudios Culturales en la Universidad de las Artes de Berlín. Es autor de más de una veintena de libros.

En su discurso pronunciado en el solemne acto celebrado en el Teatro Campoamor de la ciudad de Oviedo, ante sus majestades los reyes de España, la princesa de Asturias doña Leonor y su hermana, la infanta Sofía, el gran filósofo Buyn-Chul Han, dirigió unas palabras que me parecen, en cierto modo, un tanto desalentadoras al referir que en su ensayo La sociedad del cansancio ya afirmó que “la ilimitada libertad individual que nos propone el neoliberalismo no es más que una ilusión. Aunque hoy creamos — dijo—, ser más libres que nunca, la realidad es que vivimos en un régimen despótico neoliberal que explota la libertad… Uno se imagina que es libre, pero en realidad, lo que hace es explotarse a sí mismo voluntariamente y con entusiasmo hasta colapsarse. Somos como aquel esclavo que le arrebata el látigo a su amo y se azota creyendo que así se libera”.

Su Alteza Real la Princesa de Asturias entrega el Premio Princesa de Asturias de la Comunicación y las Humanidades 2025 a Byung-Chul Han (Fuente: Casa Real).

Añadió que somos esclavos de la tecnología y que nos hemos convertido en instrumentos de los smartphones y de las redes sociales en donde, más que la amistad, capean el odio y la agresividad.  Y es que — aseguró— , hay una creciente  pérdida de respeto en nuestra sociedad.

Al final de sus palabras terminó considerándose muy complacido de haber sido honrado con “este bellísimo premio”. Y acertado, que a mí también me lo parece, pues el conocimiento del filósofo de Seúl no me era ajeno. Yo soy un hombre que ha intentado —y ha querido— ser libre y que ya ha alcanzado ese estado temporal en el que ya no se es dependiente más que de la propia formación y la elegida proyección humana y desde la que contemplo, casi desde fuera, esta realidad neoliberal a la que alude Byung-Chul Han. Lo que siempre hice y haré, es seguir apostando por la esperanza.

Y es por eso por lo que hoy me he acercado al pensamiento de tan ilustre intelectual, ahora premiado en España, a releer su libro El espíritu de la esperanza para confirmar lo que para mí supone este estado de ánimo como nexo de unión del hombre con el futuro y con la dirección a seguir hacia un mundo, un orden o un destino mejor. En dicho libro se afirma que el espíritu de la esperanza inspira para actuar, infunde una pasión por lo nuevo y la acción pasa a ser una pasión.

“Quien no sueña hacia adelante, con la mente puesta en el futuro, su actividad se reduce a mero hacer o a resolver el problema. La esperanza anhela la redención. La buena nueva. ‘Nos ha nacido un niño’, es una genuina expresión de esperanza”.

Es cierto que nos hallamos en un clima vital cuyo espacio parece como si nos urdiera un clima apocalíptico, en un ámbito de crisis múltiples, pues a una catástrofe le sucede otra crisis y parece como si la vida se redujese a la supervivencia, pues vivimos entre pandemias, guerras mundiales, catástrofes climáticas… Un clima de miedo que mata todo germen de esperanza y cuyo miedo, acaso exagerado, se convierte en un instrumento de dominio. Cuando a diario leemos la prensa o vemos el noticiario televisivo, pensamos antes de empezar: “A ver qué ha pasado hoy”, y esperamos saber el “desastre” diario. Parece como si se nos hubiese impuesto un examen conceptual diario, una prueba diaria de resistencia. Y creo que hay que salir de este efecto. Es el momento de la redención y el de no caer en la manipulación. No somos responsables del pasado. La historia no se hereda. Quien pecó en su día se quedó con su pecado y no lo trasmitió a su sucesor. El nuevo pecador es él mismo. No es noticia lo que ya no es; un volver la vista atrás es convertirse en estatua de sal, como le pasó a la mujer de Lot.

Dante Alighieri bajó a los infiernos acompañado de Publio Virgilio Marón, donde encontró a los injustos penando sus crímenes, como nos relató en su Divina Comedia. Y allí quedaron en su tenebroso seno. Dejémoslos así. Trasladar el pasado al presente es trastornar el futuro. Y miremos el porvenir con esperanza.

La esperanza —nos dirá Byung-Chul Han-, “posee una tierna y bella audacia. Quien tiene esperanza obra con audacia y no se deja confundir por los rigores y las crudezas de la vida. Al mismo tiempo, la esperanza tiene algo de contemplativo. Se estira hacia adelante y aguza el oído”.

El Premio Princesa de Asturias de la Comunicación y las Humanidades 2025, Byung-Chul Han (Fuente: Casa Real).

Y en estos tiempos, hoy tan próximos a la Navidad, nos recordará el filósofo nacido en Seúl cómo en los Oratorios de la Navidad se cantará con júbilo:

¡Regocijaos, alegraos!

¡Celebrad estos días!
¡Exaltad lo que ha hecho hoy el Altísimo!
¡Dejad de temer, no os lamentéis más!
¡Cantad llenos de júbilo y alegría!

Hasta Friedrich Nietzsche (1844-1900), el filósofo, poeta, compositor y filólogo alemán que llegó a afirmar que “Dios ha muerto” no pudo dejar de explicar la relación dialéctica entre esperanza y desesperación diciendo:

“La esperanza es un arco iris desplegándose sobre el manantial de la vida que se precipita en vertiginosa cascada; un arco iris cien veces engullido por el espumaje y otras tantas veces rehecho de nuevo, y que con tierna y bella belleza despunta sobre el torrente, ahí donde su rugido es más salvaje y peligroso”.

Frente a la afirmación de Bloch en su libro, El principio de la esperanza, de que la esperanza “se puede aprender” como una virtud, Byung-Chul nos dirá que la esperanza no se pude enseñar ni aprender como una virtud. “Ninguna esperanza nace donde impera un clima de miedo. El miedo reprime la esperanza. Por eso se necesita una política de la esperanza que venza el clima y el régimen de miedo creando una atmósfera de esperanza”.  

En su libro, Byung-Chul Han emprende una alentadora visión del hombre.   

Yo siempre apostaré por la esperanza. Aunque me apena pensar que habrá que seguir luchando por conservarla para que los nuevos artificios de la falsa suplencia de la mente humana no la puedan apagar y poder así continuar apostando por el deber de la superación permanente del género humano.

Con calma y sin prisas, pues la esperanza es también saber esperar.

El libro de Byung-Chul Han se encuentra ilustrado por Anselm Kiefer (Donaueschingen, 1945), con unas imágenes donde se mezclan la plástica con la escritura y que son dignas de ver.   

Julio Calvet Botella

Magistrado y escritor. Colaborador de la APPA.

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