Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

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Cuando la U y la R se complementan

Edgar Chulkov (Fuente: APDA).

Egor Chulkov ha hecho historia de la Música y de la Discapacidad. Hace poco más de un año se convirtió en la primera persona con autismo en lograr completar los estudios superiores de Piano. Hasta su casa se ha dirigido APDA para realizarle esta entrevista y escucharle tocar.

Mientras camino hacia su casa resuenan el sonido del aire entrelazado con las ramas de los enormes árboles que aparecen en cada una de las viviendas de la urbanización y el canto de los pájaros; el silencio busca su espacio queriendo llamar tu atención y envolverte por momentos pero, conforme avanzas por el paseo, ese silencio vuelve a esconderse, esta vez, entre unas notas musicales sueltas, o por una voz desafinada a contratiempo que, sutilmente, empieza a oírse a lo lejos. Esos sones, cada vez más audibles, te guían y juegan a ser un moderno GPS o a emular las miguitas de pan de Pulgarcito en el cuento de Perrault.

“Ahí es; no hay duda. Esa es su casa”, me digo a mí mismo. Con un cariñoso saludo, entonado con el clásico acento del este europeo pero en perfecto castellano, abre la puerta una gran mujer, con un rostro redondeado que transmite amabilidad, confianza y afecto pero que expresa también paciencia, rigor y firmeza.

“Hola Larisa. ¿Cómo estás?”
“Muy bien. ¿Y tú? ¿Te ha costado llegar?”, me pregunta.
“No, no; he tenido varios timoneles”, le respondí sonriendo en mi interior sin dar más explicaciones.
“Adelante”, me invita.
Tras atravesar el pasillo del jardín, un amplio y despejado hall nos acoge.
“Mi amiga, Svetlana Deniskina”, comenta Larisa. Y añade con adoración: “Mi amiga de toda la vida”.

Una mujer de sencillo aspecto en el que parece que se oculta y se parapeta, fiel al máximo exponente, sin buscar protagonismo si bien su mirada insinúa constancia, rigurosidad, delicadeza acompañada de creencia en la distinción y en el refinamiento. “Hola Svetlana. Un placer”.
“Encantada”.
“Es una casa muy acogedora. Y ese elemento no podía faltar…”, comento, señalando un piano de pared que luce en la austeridad del espacio. “Imagino que en casa os gusta mucho la música”.
“Sorprendentemente mis tres hijos tienen una relación muy directa con la música y los tres tocan el piano y cantan. A mí me gusta por fuerza porque yo no entendía nada y en casa siempre la música suena (piano o guitarra o percusión) y ya le cogido mucho gusto”, comenta Larisa. “Perdonad”, añade mientras se dirige a la escalera del hall. “¿Egor?”, reclama subiendo los escalones.

“Eres su profesora de piano”, le comento a su amiga. “Sí “, asiente Svetlana. “Soy licenciada como profesora de piano y pianista con mucha experiencia en conservatorios y escuelas de música. En España empecé a dar clases a niños cuando llegué “.
“Desde que Egor era un niño trabajaste con él, ¿no?”, pregunto al tiempo que se escuchan los pasos de Larisa descendiendo la escalera.
“Hace 20 años que le conocí a él y a su familia y empezamos a dar clases también; me entusiasmó por su oído absoluto y me di cuenta que necesitaba estudiar en un espacio profesional como un conservatorio”, comenta Svetlana.

A ritmo de semifusas recorre la escalinata que conduce al salón una figura esbelta, airosa y gallarda que, con una efusividad propia, ofrece su mano para presentarse:
“Hola. Soy Egor”.
“Hola, Egor. ¿Qué tal?”, respondo con un entusiasmo que difícilmente puedo ocultar y que refleja mi cercanía a un mundo tan peculiar como es el de la discapacidad. No dejo de mirar a Egor en silencio, con admiración y, a su vez, con impaciencia por verle ante el piano y por escuchar su interpretación.
De repente, creo que me lee el pensamiento; con celeridad se sienta en la butaca y comienza a hacer sonar su instrumento.
“Espera, espera, Egor”, le interrumpe su madre. “Vamos arriba al otro piano”, decreta Larisa. “Por favor, subamos”.
“El piano que tenemos arriba lo hemos comprado hace poco tiempo. No es muy grande y así podremos desplazarnos con él cuando toque; al menos, eso espero, que quepa en el coche”, suspira. “No en todos lados tienen un piano para tocar y es un problema”.
“¿En qué momento nace en Egor su pasión por el piano? ¿Cómo descubristeis esa ilusión en él?”, le pregunto con curiosidad mientras acaricio su nuevo instrumento.
“No te puedo decir que al principio tuviera pasión por el piano; sin embargo, en su primer año sí demostraba pasión por la música y por las canciones, obras musicales de compositores clásicos u otros tipos. No se podía equivocar; pasaba horas escuchando música y eso le tranquilizaba mucho”, comenta su madre. “Pero también lloraba mucho cuando una persona cantaba una canción pero no tiene oído (como yo) y le molestaba y eso lo descubrimos más tarde”, añade riendo. “En su primer cumpleaños le regalamos un teclado de juguete y ese fue su comienzo”.

La conversación cesa por un momento y Egor lo aprovecha para tocar una sinfonía de Bruckner sin partitura ninguna. Miro a Svetlana con complicidad, como si buscase una explicación de cómo se ha forjado ese arte en él.
“Se sabe de memoria las ocho sinfonías”, me comenta. “Tiene un enorme sentido musical”, añade.
Mi mirada se mantiene en ella mientras la música envuelve el espacio y sigo queriendo saber más de su historia.
“Trabajar con él es una bendición; es muy flexible, lo entiende todo muy bien, memoriza rápido y reacciona bien sin necesidad de adaptar mucho el material que pueda estudiar”, continúa expresando su maestra.
“Larisa, ¿cómo fueron esos inicios musicales? Vosotros sois de origen ruso pero os vinisteis a España. ¿Qué motivó esa decisión tan difícil?»

Egor Chulkov, tocando en su casa (Fuente: APDA).

“En el año 2000 nos vinimos a España para ayudar a Egor porque no sabíamos qué le pasaba y aquí le diagnosticaron el autismo y, a su vez, comenzó sus estudios de música. Sus estudios fueron difíciles; no le admitieron en varios sitios, le echaban porque “molestaba en las clases”. En 2009 dimos con el Conservatorio de Torrent y su proyecto musical “Tots musics, tots
diferents”. Entró en el grado elemental pero, por fin, conseguía empezar. Nos costó años pero se logró”, explica con una satisfacción enorme llena de esfuerzo mientras se agarra a la mano de Svetlana.

Egor no necesita una partitura; la música no está en ella, como dicen los grandes directores; la interpretación es lo importante y Egor pulsa las teclas del piano con una sutileza exquisita.
“Egor, ¿qué es la música para ti?, le pregunto.
“La música es mi vida. No me imagino vivir sin música; es mi todo”, responde contundentemente.
«Y compositores, ¿te gusta alguno en especial?».
“Me gusta Mussorgsky, Chopin, Mozart, Dvorák, Beethoven, Chaikovski. Y me sale muy bien tocar la música de Bach”, añade, antes de empezar a interpretar un preludio del compositor alemán con una templanza y una concentración envidiable.

De nuevo miro a Larisa, fascinado: “Eres la mami de un artista; ¿qué significa para ti?”
“Ante todo, mucha responsabilidad y un gran trabajo. Egor es un buen pianista pero depende de mí, y dadas sus condiciones tengo que organizar todo. Me alegro muchísimo por sus logros y cuando toca estoy muy orgullosa pero siempre me preocupa que lo haga bien y ahí lo paso mal pero, sin duda, disfruto muchísimo con él”, confiesa.

Vuelvo con Egor para seguir conociéndole más de cerca, qué hay en su interior, en un chico que, a pesar de su autismo, es una persona apasionada de un arte como es la música.
“Egor, ¿recuerdas qué sentiste cuando acabaste tu formación?
“Recibí mi título me sentí feliz y orgulloso por haberlo logrado”, comenta con entusiasmo.
“¿Qué era lo más difícil de los estudios?, le pregunto.
“Me han costado mucho las asignaturas teóricas, necesitaba ayuda en ellas; la asignatura de instrumento me es más fácil pero tengo la ayuda de mi profesora Svetlana”, comenta mirándola con gran cariño.
“Y te gusta algún pianista o alguna pianista en especial?”, pregunto con curiosidad.
“Mi pianista favorito es Denis Matsuev. Y mi pianista Svetlana Berezhnaya, es pianista y organista”, responde.

Al momento, la música de Bach empieza a sonar con una frescura lozana.
“Actualmente Egor es miembro de la Sociedad Musical La Paz de Sant Joan. ¿Cómo iniciasteis esa relación, Larisa?”
“Por un lado, porque vivimos cerca y, casualmente, en sus inicios en Torrent, descubrimos que la percusión también le gustaba mucho. Egor continuaba sus estudios allí a pesar que vivíamos ya en Alicante y preguntamos en Sant Joan si Egor podía estudiar percusión. Y sí; tuvimos apoyo de dirección y de los profesores en un proyecto que empezaban en esta entidad con
Egor y otras personas con dificultades de salud. Y ahí estamos; hasta una de mis hijas va a clase.
“Y el futuro, ¿os preocupa?”, les pregunto con inquietud.
“Como a todas las madres me preocupa más su futuro; nos gustaría encontrar un trabajo estable que, pensamos, con adaptaciones puede conseguir. Necesita estar con compañeros, relacionarse como todos necesitamos, pero sí, me preocupa su futuro laboral”, comenta Larisa.
Svetlana añade: “Pienso que su futuro puede ser repertorista o acompañante porque siente muy bien a sus compañeros, transmite una gran empatía cuando toca con otros músicos y otros instrumentistas».

“Y ahora, ¿qué te planteas, Egor? ¿Qué te gustaría conseguir?»
“Mis planes son seguir con la música, sigo estudiando piano en casa y percusión en el conservatorio. Me gustaría encontrar trabajo como músico y tocar con una orquesta además de sacar las oposiciones”.
“Seguro que lo conseguirás. Ya eres un ejemplo de superación y eso te ayudará y hará que te sientas más fuerte”, le comento con franqueza.

Las notas vuelven a escucharse saliendo por una ventana de la primera planta de su vivienda acompañadas de una voz desafinada consiguiendo crear, de nuevo, un estupor en ese chico al que acababa de conocer.
Camino pensativo pero enormemente contento y agradecido tras disfrutar con su música y sabiendo que, gracias a Egor, a su madre y a su profe, una vez más, las capacidades han superado a las dificultades hasta el punto de convertirse en la primera persona en España que ha conseguido terminar sus estudios superiores de Piano siendo autista. Nada menos.

“Es increíble; ha conseguido combinar la U y la R: aUtista y aRtista; ambas son suyas y las dos le definen con mucho orgullo.
Gracias, Egor, por tu grandeza.

Asociación pro personas con discapacidad de Aspe

La Asociación Pro- Personas con Discapacidad de Aspe es una entidad sin ánimo de lucro fundada en 1975 por familiares de personas con discapacidad de Aspe por la ausencia del servicio de atención social en la población.
APDA tiene como finalidad aumentar la calidad de vida de las personas con discapacidad y de su entorno que, por diferentes circunstancias, tienen dificultades para desarrollar una vida normalizada con la misma igualdad de oportunidades que la mayoría de los miembros de la comunidad.

Esta asociación posee una personalidad jurídica propia y capacidad plena de obrar para administrar y disponer de sus bienes y cumplir los fines que se propone.

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