Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Opinión

China ya es mucha China

Plano ortográfico de China. Trabajo de Addicted 04 (Wikimedia).

Cuando era niño (les prometo que eso ocurrió), mi Melilla natal era un hervidero de la entonces incipiente «electrónica de consumo». Gentes iban y venían de Almería y Málaga para intentar pasar por la aduana toda suerte de chismes. El radiocasete (estéreo por supuesto) era la estrella. Pero no faltaban prismáticos, cámaras de fotos, gafas de sol y las obligatorias «chupas de cuero».

Al principio, las marcas eran Phillips y Telefunken pero pronto los japoneses, «que lo copiaban todo», se fueron quedando con el pastel. Sanyo ya era una marca reputada, pero también Sony, Aiwa y otras.  Igualmente, en fotografía Nikon y Canon ya reinaban sobre las europeas, mientras Ray Ban (norteamericana entonces) no tenía rival entre las gafas de sol.

No mucho antes de venirnos para la «peni» ya empezaban a aparecer marcas como Samsung. En mi candidez llegué a pensar que eran Sanyo, pero mal escrito para engañar. Cabe recordar que en los lugares fronterizos no falta picaresca. Alguno se llevó una sorpresa al comprobar que el cartón de Winston o de Marlboro que le había traído al cuñado, aprovechando una visita al sobrino que estaba haciendo la «mili» en «Regulares 2», era en realidad «Winton» sin la «s» o «Marlborro» con «rr». De la calidad del contenido no les puedo hablar porque nunca los probé, pero no parece complicado hecerse una idea.

Y resultó que Samsung no era japonesa sino coreana y que ya era casi tan grande, potente, refinada y tecnológica como aquéllas pero a mejor precio. Descubrimos que Corea era algo más que el nombre de una guerra donde los americanos acabaron con las existencias (de armas y equipos) de la Segunda Guerra Mundial y apuntalaban su influencia en aquella zona del Pacífico tan próxima a la rusa Vladivostok… y a China.

China, en aquellos años, no contaba para nada, salvo por su incorporación al, por entonces, selecto «club nuclear». La economía fue concienzudamente demolida por Mao con su «gran salto adelante» y la posterior «revolución cultural» que propició una de las mayores hambrunas de la historia y supuso entre 15 y 45 millones de muertos (hay fuentes que incluso elevan esa cifra, pero está completamente fuera de mi alcance semejante verificación), la mayoría de ellos niños y jóvenes por hambre, sobrexplotación y abusos gubernamentales.

Pero como parece que todo pasa, al menos esto también pasó y un país con una cultura milenaria, un orgullo a  prueba de todo y una demografía, ojo con este aspecto, abrumadora, está empezando a hacer valer sus «poderes». Y sus «poderes» son muchos.

Centro financiero mundial de Shanghai, Torre Kim Mao y Torre de Shanghai. Fotografía de Ermell (Fuente: Wikimedia).

En el último cuarto del pasado siglo, los fabricantes occidentales descubrieron que en China, con las adecuadas medidas de control de calidad, se podía contar con una fuerza laboral casi infinita en unas condiciones impensables en los países de origen. Personal ávido por aprender y abandonar las míseras condiciones de vida de su entorno rural natural donde el arroz era el único sustento básico diario entre los que se podían permitir comer. Y «el hambre agudiza el ingenio» que reza el refrán. Las «inhumanas» condiciones laborales de aquella primera industrialización eran poco menos que el paraíso para las masas que se precipitaban a las incipientes urbes.

Pero el Gobierno chino, era chino, no tonto. Todas y cada una de las empresas occidentales que quisieran instalarse en su país tenían que asociarse con empresas locales (de capital y obediencia gubernamental) u otras modalidades de «partenariado» y, además de exigir tanto programas de formación para sus ingenieros como la recepción en universidades occidentales de lo más granado (que es muy granado) de sus estudiantes. Incluso compartir tecnologías, desde la microelectrónica, la fabricación de automóviles, hasta la construcción y desarrollo de centrales nucleares.

Durante años, China importaba toda clase de bienes de equipo que, con entusiasmo, se enviaban desde el occidente desarrollado sabedores de que, con esos medios y las manos chinas… el negocio era redondo. Se producía mucho, se producía bien, se producía barato y los beneficios de las compañías se multiplicaban vendiendo a precios «occidentales» con costes chinos. Y, con el añadido (que con los años se ha tornado vital) del libre acceso a un mercado inmenso (cinco «Estados Unidos», tres «Europas») con cada vez más poder adquisitivo en cada vez más porcentaje de población. 

Todo en un capitalismo salvaje donde de «comunista» sólo quedaba (y queda) el nombre del partido hegemónico y el férreo control que ejerce sobre todos sus súbditos en todos los aspectos imaginables.

Y así fueron transformándose en la fábrica del mundo que ya son. 

Al igual que japoneses primero, y coreanos después, no se han quedado en copiar o fabricar lo que les venía de fuera. Han aprendido, han investigado y ya están en la vanguardia tecnológica de casi todo. Y su sistema político donde las libertades brillan por su ausencia, donde la censura es prácticamente absoluta y el control de personas y empresas resultarían incompatibles con nuestro modo de entender la vida hoy… les está dando sus frutos.

Pienso que una de sus principales ventajas es no padecer del «cortoplacismo» que nos atenaza. Pueden mirar hacia adelante sin la necesidad de dar resultados (o parecer darlos) con vistas a las siguientes elecciones (de las que obviamente carecen) lo que elimina o limita las actitudes demagogas o de postureo que infectan, no sé si irreversiblemente, nuestras sociedades.

Y si seguimos por la educación, las diferencias empiezan a ser abismales.  

Universidad de Tsinghua, una de las mejores de China. Financial Times (Fuente: Wikimedia).

La selectividad china, el terrible Gaokao, es una prueba durísima, dicen que la más dura del mundo, donde algo más de diez millones de chavales (obviamente de chavalas también, saben que detesto el lenguaje «inclusivo» pero tratándose de China me ha parecido pertinente la apostilla) se juegan literalmente su futuro. Se preparan durante años, prácticamente desde preescolar. Para muchos de ellos es la única forma de acceder a una vida mejor, es de vida o muerte y, el resultado es que, en disciplinas como matemáticas andan, de media, dos o tres años por delante de nuestros chicos. Y como detalle significativo, hay más licenciados en mates con matrícula de honor en China que estudiantes de mates en todas las universidades norteamericanas.

En mi anterior artículo, sobre Trump, hacía una ligera alusión (y disculpen la autocita) a los chinos diciendo que estarán «comiendo palomitas», viendo en primera fila cómo nos suicidamos. Les pongo un ejemplo. En Europa hemos renunciado casi totalmente al carbón para generar energía. Hemos parado el desarrollo de las nucleares (menos Francia) cuando no cerrándolas por cuestiones incomprensibles desde la lógica más elemental. Estamos parando proyectos (incluso desmantelándolos) de nuevos embalses por cuestiones medioambientales y estamos fiándolo todo a las de «ciclo combinado» (básicamente térmicas a gas) y a las renovables, con especial incidencia en las fotovoltaicas (sus paneles se fabrican mayoritariamente en China) cuya gestión es delicada cuando su contribución es mayoritaria. Este lunes hemos tenido el primer apagón y tiempo habrá de entrar en ello.

Pero en China van a todas. Queman carbón sin ninguna cortapisa porque es lo que tienen. Pero ya son los terceros por potencia nuclear instalada, pronto pasarán a Francia y con los programas en marcha, en no mucho serán los primeros también. En eólica y fotovoltaica son reyes absolutos. Pero lo relevante es que están creciendo en todas ellas a tasas inalcanzables, y con tecnologías propias.

Con todo, sus objetivos de descarbonización (que los tienen) se acabarán cumpliendo antes que los nuestros porque son realistas y no se basan en la autoamputación de sus recursos.

The Prime Minister, Shri Narendra Modi with the BRICS leaders, during G20 Summit, in Hangzhou, China on September 04, 2016.

Vieron antes que nadie la relevancia de las «tierras raras» y se pusieron a ello hace muchos años. El resultado es que producen más del 60 % y procesan casi el 90. Su posición de dominio en tan delicado tema (especialmente para nuevas tecnologías) es aplastante. Y les aseguro que las «tierras raras» no son tan raras, las hay en todas partes, pero son difíciles de depurar y separar. Sólo nuestra dejación nos está colocando en tan débil posición.

En automoción eléctrica nos llevan un mundo. Y pienso que eso ya es casi irrecuperable. Su casi monopolio en el desarrollo y producción de baterías los hace árbitros del sector. CATL y BYD dominan la escena, pero costaría encontrar un «no chino» entre las 10 primeras (si es que hay alguna) y, aun así, necesitan componentes de origen chino para producirlas. Y no sólo las baterías. Los propios coches ya empiezan a igualar y a mejorar lo más reputado de la industria y marcas europeas hasta el punto de que el consumidor chino está virando rápidamente y empieza a preferir producto nacional. Pero no ya por precio. Si ven las últimas presentaciones, ya son capaces de mejorar en acabados y técnica a todo lo que hay. Y en diseño… ya los iremos viendo.

No hace mucho entrevistaron a una de las máximas responsables de BYD (que ya ha superado a Tesla como mayor fabricante de coches eléctricos) y decía que algo más del 10 % de su plantilla, de casi un millón de trabajadores, eran ingenieros…!!! Unos 100 000!!! Sólo en una marca y en un sector. ¿Se imaginan semejante ejército, todos ellos brillantes, de los que tuvieron que superar el terrible «gaokao», motivados y pensando e inventando 10 horas al día en competencia feroz con todos los demás? Pues es un hecho. La velocidad de desarrollo de nuevos modelos y de implementar mejoras se escapa completamente a nuestras posibilidades.

Y les podría hablar de su crecimiento asombroso en ciencia fundamental, física de partículas, tecnología naval, aeroespacial, militar, ingeniería civil, arquitectura, medicina, computación cuántica, IA, astronáutica, robótica, industrial y un etc. infinito. Están en todos los campos de la ciencia, de la industria y de la tecnología y en muchísimos de ellos en vanguardia ya.

Ellos trabajan mientras nosotros nos planteamos cómo vivir trabajando lo menos posible. 

Ellos buscan cubrir las necesidades del mercado y nosotros arreglar el mundo con ideología naif y demagoga desacoplada de nuestras propias necesidades y problemas.

Ellos promocionan el mérito y el esfuerzo y nosotros no, cuando no la mediocridad, especialmente en las esferas de mando.

Y por supuesto que enfrentan problemas. Muchos y muy serios. La corrupción propia del sistema, el envejecimiento de la población, los desequilibrios enormes entre ricos y pobres, urbanos y rurales, hombres y mujeres, el propio crecimiento económico, la falta de libertad y otros muchos. Créanme, de ninguna manera quisiera vivir en China y mucho menos sufrir su férreo control de su gobierno, pero los hechos son los que son.

Gran salón de pueblo de Pekín donde se reúne la Asamblea Popular Nacional. Fotografía de Thomas Fanghaenel (Wikimedia).

Hace más de 200 años, Napoleón advirtió «China es un gigante dormido, cuando despierte, temblará el mundo»… y ya se ha despertado.

Hace 1500 años, mientras los Otomanos ya derribaban las murallas de la Constantinopla bizantina, sus dirigentes discutían acaloradamente sobre si lo ángeles tenían sexo o no. Ya saben cómo acabó la historia… de los bizantinos.

El talento no conoce de razas, credos, sexos ni de ninguna otra cosa distinta de la condición humana. El porcentaje de «talentosos» es el mismo en todos los sitios y colectivos (con la excepción demostrada de los judíos, aunque sólo sea por «selección artificial»).

Y los chinos son 1500 millones… Por cierto, los indios también. Yo, ahí lo dejo.

Juan José Martínez Valero

Nacido y criado en Melilla y afincado en San Pedro del Pinatar (Murcia) desde los 15 años. Dejé los estudios para desarrollar la empresa familiar de la que todavía vivimos. Muy aficionado desde siempre a temas científicos y de actualidad.

3 Comments

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  • Toda una realidad lo que se comenta en la publicación.
    Habrá que ver si en El tiempo vana a conseguir que se sustituya el dólar como moneda de intercambio internacional. Por lo menos para los pagos entre los países del Sur este asiático y Oriente Medio.

  • Totalmente de acuerdo. Unas de las “ventajas” de las dictaduras tiene eso,que haces lo que tengas hacer sin pensar en naturistas ,pacma,catalanes ,vascos…..los chinos que trabajen en españa se deben partir de risa al ver cómo está estructurado todo esto. He estado 1 semana en Dubái. La última fue en 2017…..increíble los cambios de un país de apenas 50años. Y coches?Lo que en 2017 era mucho europeo ahora hay una cantidad de marcas chinas de coches que no había oído hablar nunca . Le dije a mi hermano q en españa preocupan los suministros….mirada de ciudadano primer mundista (el) a mi (no se donde encajarme). “Aquí en Dubái eso no pasa”Hay un comercio brutal con ellos . Como no pasan otras muchas cosas. En la vuelta se me sentó una pareja rusa. El tío me preguntó por una app para el tema de sacar bicis urbanas,taxis….Cuando le dije que eso aquí dependía de cada comunidad (le tuve que explicar cómo estaba estructurada españa en mi espaninglish) no salía de su asombro,no lo entendía. En fin es lo que hay. Felicidades de nuevo por tu escrito 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻