Sí, está claro, ya nadie duda de que es una carrera a ver quién llega antes, o el Black Friday o la Navidad. El Belén de la Muntanyeta ya está en fase de montaje y en los centros comerciales, o las tiendas virtuales, ya están con la campaña —que es precampaña— para que no te lo cuenten y llegues antes que nadie a las ofertas del Black Friday que, entonces, entiendo, que ya no es el Black nada, porque si me adelanto, no me lo anuncies como pre Black Friday, véndemelo como lo que es: que me quieres poner el caramelito en la boca y decirme que me lo vas a poner más barato (que suponemos no será cierto) que cuando llegue el viernes oscuro. Y por ser cliente, como ya tienes todos mis datos en tu fichero, vas a hacerme una venta privada con unas condiciones que lo vas a flipar. Y que te quede claro que, si te adelantas, no corres el riesgo de quedarte sin lo que más ansías ese día porque cuando llegue el momento, te arriesgas a quedarte sin caramelito.
Y todo esto mientras los mantecados y polvorones ya están luciendo en las panaderías o en los supermercados. Que entiendo que están ya porque tendrán que ganarle la partida a los panetones. Que aquí parece que el tamaño sí importa y como que el panetone, en todas sus variantes, gana al polvorón, este ha de comenzar la partida antes.
Lo que aún no he visto, pero entiendo que será cuestión de días, será que te vendan ya el roscón de Reyes, y ya, si eso, adelantamos también la carta porque los Reyes también su propio tour de force con Papá Noel y su Red Day, que es como la precampaña del Black Friday pero en versión renos contra camellos. Lo cierto es que aquí el marketing como que algo de ventaja le lleva el señor Coca-Cola a los chicos de oriente. Y es que, aunque los tres mosqueteros sean un tres por uno, como las ofertas de Carrefour, el uno tiene reno con nombre —Rodolfo (Rudolph)— conocido —y, según la IA, los otros ocho renos también tienen nombre (Dancer, Dasher, Prancer, Vixwn, Comet, Cupid, Donner, Blitzen). A mí me suenan casi todos a nombres de marcas de electrodomésticos— y los camellos carecen de nombre y de nariz roja, así que la batalla está complicada.
Lo que también veo complicado de hace un tiempo a esta parte es la batalla de la elección de deportes por parte de la gente más joven. Quitando el fútbol, el tenis y la gimnasia rítmica —no me culpen de machismo alguno, es que es así—, antes se ofertaban deportes como el balonmano, el hockey sobre patines, natación/waterpolo, el hockey sin patines, el atletismo (este aún tiene tirón)… Pero, hoy en día, muchísimos niños y niñas se decantan por disciplinas cuya temática es más de lucha. Karate, taewkondo, lucha libre, kickboxing, jiu-jitsu, boxeo (este cada día triunfa más, porque es común ver locales bajos reconvertidos en academias llenas de sacos y la gente dándole). El judo también, pero algo menos.
Un servidor practicó durante muchos años judo en el Club Atlético Montemar con el gran maestro Jorge Vicuña. Era la época del Judo Club y Sergio Cardell y muchos y muchas grandes deportistas. Son disciplinas en las que lo primero que te dicen es que no son para ir armando bulla y pelea por la calle, que son deportes donde te puedes defender, pero no necesariamente atacar y mira cómo molo repartiendo a diestro y siniestro. El problema que le veo es que, muchas veces, ha girado y muchos chavales lo ven como una situación de ventaja para poder pelear. Y sobre todo en grupos.
Antes salías por la calle y podías temer a algún mala pinta que se le veía venir. Hoy, ahora, te ves un grupo de chavales por la calle y no sabes si pueden acabar peleándose en cualquier circunstancia. Y, por supuesto, grabado en móvil y subido con tono chulesco a las redes sociales.
Hace años era muy raro ver a gente joven con tatuajes. Hoy vas a un gimnasio y es raro el que no lo lleva o se juntan varios y todos llevan tatuajes o pendientes o colgantes o lo que sea. Antes, lo primero que te decían para practicar una disciplina era que toda la ferretería fuera. Ahora, no lo sé. Y no sé si tendrá relación toda esta elección de deporte de contacto con que cada vez hay más problemas de violencia infantil y juvenil.
También es cierto que, como hay padres y madres que en la misma escuela les dicen a sus hijos que si les pegan, que peguen porque tienen que defenderse, pues lo comido por lo servido. El pez que se muerde la cola. Y al final, como siempre, lo termina pagando el más débil o la más débil porque nadie se mete con quien le puede dar una tunda, más bien al contrario.
Ojo, que también hay quien se sigue dedicando al ajedrez. Pero la época de jugar a las chapas, pues como que de eso nada. Hoy los menores tienen para jugar hasta altas horas de la noche con las videoconsolas sin ningún tipo de control. Normalmente juegos violentos. Luego se sorprenden muchos padres que su hijo suspenda. Aunque claro, no pasa nada, porque como la peña pasa de curso sin hacer esfuerzo, pues ya trasnocho, que así puedo quedarme dormido en el cole.
Y hablando de débiles que no lo son tanto, mi tema estrella siempre: Los patinetes. Pues que sí, que al parecer les van a multar si no llevan seguro, pero que además deben de estar en regla todo su artesanado. Frenos, luces delantera y trasera, timbre (dale a la campanilla que le decíamos cuando las bicis), reflectores homologados, el chaleco reflectante cuando haya poca luz y, por supuesto, el casco todo el tiempo. Y nada de auriculares. Y todo para mayores de 16 o menores con permiso de conducción AM.
Pues eso, que ya pueden esperar. Que si para el uso de las redes sociales creo que quieren subirlo a 16 y ya hay niños de ocho años con cuentas en Tiktok con exposición a todo quisqui, que se esperen sentados si piensan que se van a cumplir. Sobre todo lo del casco y los auriculares. Y mientras todo esto pasa, Barcala sigue haciendo oídos sordos a promocionar patinetes para la tercera edad para cuando todo esté urbanizado. Eso, o descuento de bono oro en zapatillas. Creo que mi próxima batalla va a ser también de precampaña y pedir palas de pádel para los de la pretercera edad, que suelen ser los que se han aficionado más a este deporte. Que en esto de las palas y las raquetas pasa una cosa curiosa y es que cuando uno se va haciendo más mayor el tamaño de la pala o de la raqueta se hace más pequeño.

De joven le tirabas al tenis con el pedazo de raqueta de madera, —ahora ya no sé de qué las hacen para que no pesen— y de mayor al pádel. Pero el pádel también tiene su precampaña que es el pimpón. Es esa fase menopáusica de raquetas donde pasas de poder correr por la pista con un raquetón a que la mesa de pimpón se te hace infinita. Luego, cuando ya has interiorizado esa fase, pues como que te vienes arriba, pero con el pádel, el tenis ya tuvo su momento de gloria.
Y siguiendo con los años, al final sí que se autorizó el acto para conmemorar el centenario del Cine Ideal, un preciosidad de cine al que acudí cientos de veces a pasar tardes maravillosas, y que, como casi todo, supongo que terminará siendo un hotel. Un local precioso dejado por completo durante años; pero bueno, que la idea de proyectar el corto de Tribulaciones que es el que inauguró la magia de ese cine del 10 de octubre de 1925 me parece una idea fabulosa. Felicidades por esos 100 años en la ciudad.
Canción, BSO de Cinema Paradiso de Ennio Morricone. Libro, La vida secreta de las peliculas, de Simon Brew. En fin que ustedes lo lean, lo pasen y lo paseen bien.














Otro artículo de cine, ‘ideal’.
Muchas gracias don Ramón siempre tan cortés con sus comentarios. Un abrazo fuerte.